Darnton, John - Experimento
Darnton, John - Experimento Darnton, John - Experimento
el país que habían crecido en isla Cangrejo. Desde entonces, Tizzie escribía a Jude semanalmente, y en su última carta le anunciaba que estaba embarazada. Skyler había tenido suerte en lo referente a su salud. Como recibió inyecciones de telomerasa en lugar de genoterapia, la variedad de la enfermedad del envejecimiento que padeció resultó ser menos severa. Tenía que tomar medicinas para el corazón y estar pendiente de la arteriosclerosis cardíaca. Lo que sí había necesitado era un nuevo riñón, ya que los suyos quedaron dañados por sus heroicos intentos de eliminar de su sistema los agentes patógenos. Jude mal podía negarse. Como él mismo le dijo en broma a Skyler, la donación constituía una especie de ironía poética. La operación no fue tan difícil como había imaginado, pero el período de recuperación fue largo. Al menos, se había visto obligado a restringir su consumo de alcohol y a dejar de fumar de una vez por todas. Jude admitía que en ocasiones, cuando los días eran largos, lentos y calurosos, pensaba en Tizzie y en lo que podrían haber compartido. ¿Y si las cartas se hubieran barajado de modo distinto? A veces se preguntaba si la otra —Julia— habría correspondido a su amor si él se hubiera enamorado de ella. Si algo había aprendido, era que la vida podía resultar muy extraña. Uno se encuentra una noche con alguien en el vestíbulo de su edificio, y el encuentro lo cambia para siempre. Pero no se sentía desdichado. Ni tampoco estaba totalmente solo. Uno de los escasos niños que sobrevivieron en la guardería resultó su propio clon. El muchacho no fue sometido al tratamiento de telomerasa porque Jude no era por entonces un miembro bien visto del Laboratorio. Su primer encuentro, en el aeropuerto JFK, con el chiquillo de aspecto perdido que iba de la mano de un corpulento agente del FBI era algo que Jude se llevaría consigo a la tumba. Así que ahora regresaba a casa por las noches, en el 6.40 o en el 7.20, y era recibido por una ama de llaves y un muchacho, Harold, llamado así en memoria del padre de Jude. Cuando Jude iba a recogerlo a la escuela después del entrenamiento de fútbol de los sábados, o cuando asistía a una representación teatral escolar, la gente decía que el muchacho se parecía muchísimo a él. De tal palo, tal astilla. ¿Quién sabía lo que con el tiempo terminaría sucediendo? Jude ni siquiera pensaba en ello. Tal vez cuando el muchacho cumpliera los veintiuno se iría a vivir su vida. Y quizá lograra no cometer los errores que él había cometido. Mientras tanto, Jude disfrutaba de su compañía. Su vida en común era casi idílica. Salvo por los domingos, cuando iban a la institución a visitar a la chiquilla —si es que se le podía dar tal nombre—, la inmensa niña a la que mantenían en una habitación aparte, porque su presencia hacía que los demás huérfanos se echaran a llorar. 335
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el país que habían crecido en isla Cangrejo. Desde entonces, Tizzie escribía a Jude<br />
semanalmente, y en su última carta le anunciaba que estaba embarazada.<br />
Skyler había tenido suerte en lo referente a su salud. Como recibió inyecciones de<br />
telomerasa en lugar de genoterapia, la variedad de la enfermedad del envejecimiento que<br />
padeció resultó ser menos severa. Tenía que tomar medicinas para el corazón y estar<br />
pendiente de la arteriosclerosis cardíaca. Lo que sí había necesitado era un nuevo riñón,<br />
ya que los suyos quedaron dañados por sus heroicos intentos de eliminar de su sistema<br />
los agentes patógenos. Jude mal podía negarse. Como él mismo le dijo en broma a<br />
Skyler, la donación constituía una especie de ironía poética. La operación no fue tan difícil<br />
como había imaginado, pero el período de recuperación fue largo. Al menos, se había<br />
visto obligado a restringir su consumo de alcohol y a dejar de fumar de una vez por todas.<br />
Jude admitía que en ocasiones, cuando los días eran largos, lentos y calurosos,<br />
pensaba en Tizzie y en lo que podrían haber compartido. ¿Y si las cartas se hubieran<br />
barajado de modo distinto? A veces se preguntaba si la otra —Julia— habría<br />
correspondido a su amor si él se hubiera enamorado de ella. Si algo había aprendido, era<br />
que la vida podía resultar muy extraña. Uno se encuentra una noche con alguien en el<br />
vestíbulo de su edificio, y el encuentro lo cambia para siempre.<br />
Pero no se sentía desdichado. Ni tampoco estaba totalmente solo. Uno de los<br />
escasos niños que sobrevivieron en la guardería resultó su propio clon. El muchacho no<br />
fue sometido al tratamiento de telomerasa porque Jude no era por entonces un miembro<br />
bien visto del Laboratorio. Su primer encuentro, en el aeropuerto JFK, con el chiquillo de<br />
aspecto perdido que iba de la mano de un corpulento agente del FBI era algo que Jude se<br />
llevaría consigo a la tumba.<br />
Así que ahora regresaba a casa por las noches, en el 6.40 o en el 7.20, y era<br />
recibido por una ama de llaves y un muchacho, Harold, llamado así en memoria del padre<br />
de Jude. Cuando Jude iba a recogerlo a la escuela después del entrenamiento de fútbol<br />
de los sábados, o cuando asistía a una representación teatral escolar, la gente decía que<br />
el muchacho se parecía muchísimo a él. De tal palo, tal astilla. ¿Quién sabía lo que con el<br />
tiempo terminaría sucediendo? Jude ni siquiera pensaba en ello. Tal vez cuando el<br />
muchacho cumpliera los veintiuno se iría a vivir su vida. Y quizá lograra no cometer los<br />
errores que él había cometido.<br />
Mientras tanto, Jude disfrutaba de su compañía. Su vida en común era casi idílica.<br />
Salvo por los domingos, cuando iban a la institución a visitar a la chiquilla —si es que se<br />
le podía dar tal nombre—, la inmensa niña a la que mantenían en una habitación aparte,<br />
porque su presencia hacía que los demás huérfanos se echaran a llorar.<br />
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