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CAPÍTULO 31<br />
Por los planos que se había aprendido de memoria, Skyler sabía que el hospital<br />
tenía un falso techo. Lo problemático era acceder a él.<br />
Se dirigió a la parte posterior del edificio rectangular de un solo piso y alzó la vista.<br />
Los dos aleros del tejado se unían formando una pequeña cúspide triangular. En el centro<br />
del pequeño triángulo había algo redondo, un orificio de entrada de aire para el ventilador<br />
del ático. El hueco no se encontraba lejos de la extendida rama de un roble. Un recuerdo<br />
lejano acudió a la memoria de Skyler: Julia y él encaramándose a un árbol para espiar a<br />
Rincón.<br />
Mientras ascendía por el árbol, le sorprendió su propia agilidad. Hacía sólo diez<br />
minutos apenas había sido capaz de recorrer la distancia entre dos edificios, y ahora, allí<br />
estaba, trepando de rama en rama. Llegó hasta la que había divisado desde el suelo. Se<br />
agarró a ella con la mano izquierda, alargó el brazo derecho y cerró los dedos en torno a<br />
una de las aspas del ventilador. Tiró de ella pero el aspa no cedió. Hizo tres nuevas<br />
intentonas, todas sin éxito. Luego trepó hasta más arriba, se colocó de lado sobre la rama<br />
y adelantó los pies poco a poco, hasta que estuvo lo bastante cerca como para asestar<br />
una fuerte patada de kárate. El ventilador cayó hacia dentro y chocó contra el suelo con<br />
un fuerte golpe. Skyler aguardó conteniendo el aliento, por si alguien aparecía. No<br />
apareció nadie y se metió por el hueco.<br />
El espacio del falso techo del ático era tan estrecho que Skyler se vio obligado a<br />
gatear. Aparentemente, el lugar había sido pensado para servir del almacén, aunque<br />
daba la sensación de que nunca había llegado a usarse para tal fin. La oscuridad<br />
quedaba mitigada por los rayos de luz procedentes de abajo que se filtraban entre las<br />
tablas del suelo. Junto a una trampilla había una escalera vertical deslizante que,<br />
aparentemente, descendía hasta la sala en la que se encontraban los géminis. Aquello<br />
era todo un golpe de suerte que le ahorraría bajar por el árbol y acceder a la sala desde el<br />
exterior.<br />
El ático era un lugar perfecto para inspeccionar el hospital. A través de los resquicios<br />
entre las tablas, podía ver el interior de todas las habitaciones. Se tumbó y pegó el ojo a<br />
una de las grietas. Inmediatamente debajo se encontraba la sala de los clones. Desde<br />
arriba, Skyler vio las gruesas correas que los mantenían amarrados a las camas, y las<br />
temerosas y confusas expresiones de los cautivos. No hacían el menor ruido y Skyler se<br />
preguntó si los habrían sedado. Caso de encontrarse drogados, sus posibilidades de<br />
salvarlos, que ya de entrada resultaban remotas, pasarían a ser nulas.<br />
Todas las camas tenían las cabeceras pegadas a la pared, aunque una de ellas se<br />
hallaba fuera de lugar. Estaba provista de ruedas y sólo pudo divisar los pies. Se situó<br />
encima gateando silenciosamente y se inclinó para atisbar de nuevo. No era una cama,<br />
sino una camilla y, tendido en ella —al verlo sintió como si le hubiesen asestado un<br />
bofetón— estaba Benny. Skyler reconoció inmediatamente a su amigo. Parecía menudo y<br />
demacrado, lo cubría una sábana y su rostro redondo estaba rodeado de almohadas.<br />
Junto a la camilla había un soporte para sueros intravenosos del que pendía una bolsa<br />
que contenía el líquido que estaban suministrándole. Sin embargo, el joven no estaba<br />
inconsciente, aún no. Su nerviosa mirada iba de un lado otro. En determinado momento,<br />
se posó en la grieta a través de la que Skyler lo estaba mirando, y a éste, por un instante,<br />
le dio la sensación de haber establecido contacto visual con su amigo.<br />
Skyler gateó un poco más y miró por otra grieta. Vio una habitación en la que no<br />
había nadie. Tenía puertas batientes a ambos lados, un banco de monitores de<br />
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