Darnton, John - Experimento

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07.11.2014 Views

Cerró los ojos dispuesto a dormir. Skyler se quedó a su lado un rato, montando guardia. Jude y Skyler fueron cada uno por su lado a la oficina de Tizzie, y llegaron con cinco minutos de diferencia. A Tizzie no le costó justificar su presencia, ya que, a causa de sus investigaciones, los guardias estaban acostumbrados a que la visitaran parejas de gemelos. La joven abrió la puerta de su despacho. —Creo que ha llegado el momento de que pongamos las cartas sobre la mesa — dijo—. Hagamos recuento de todo lo que sabemos. Luego lo analizaremos, le daremos vueltas y, con un poco de suerte, se nos ocurrirá qué debemos hacer para salir con vida de este embrollo. Mientras Tizzie preparaba café, Jude, sentado en un sillón, contemplaba las tallas africanas. Y no pudo por menos de evocar el día en que se conocieron. El recuerdo tuvo algo de doloroso, fue como un eco de tiempos más felices. No le sorprendió sentir aquello. Tantas cosas que él consideraba imposibles habían ocurrido desde aquel día, tantas cosas habían cambiado... Aquellos lúgubres pensamientos le parecieron por un momento exagerados. Pero no, estaban plenamente justificados. Su vida había sufrido una inmensa mutación. Hasta hacía unas semanas, lo único que le preocupaba era su trabajo y sus amigos. Ahora su problema era la posibilidad de que lo cosieran a cuchilladas en la calle. Miró a Skyler y de nuevo le impresionó lo que el joven había madurado, lo mucho más asentado y dueño de sí que parecía. Skyler y Tizzie estaban sentados el uno al lado del otro en el sofá. Hacían buena pareja y Jude detectó entre ellos una nueva intimidad. Se preguntó si se habrían acostado juntos. Y también se preguntó si lo que él mismo estaba comenzando a sentir eran celos. Trató de analizar sus emociones, como quien tantea una muela con la punta de la lengua para tratar de localizar una caries. Pero lo malo de analizar emociones era que luego uno no sabía cómo interpretar los resultados de tal análisis. Sin embargo, la nueva situación, fuera cual fuera, creaba efectivamente una cierta tensión, una especie de incomodidad. De pronto le pareció que sus dos compañeros se mostraban excesivamente solícitos con él. Tizzie le sirvió el café y Skyler se lo llevó. Y Jude siguió fijándose en pequeños detalles, en cómo se miraban Skyler y Tizzie, en cómo parecían apoyarse el uno en el otro mientras hablaban sentados en el sofá... Puso freno a sus pensamientos. Desde lo de Raymond ando un poco desquiciado, se dijo. Como siga por este camino, terminaré espiando a través de las cerraduras. Fue Tizzie quien tomó la voz cantante. Se levantó del sofá, fue a sentarse tras su escritorio y le pidió a Jude que se lo explicase todo de principio a fin: el viaje a la isla, la conversación con Raymond junto a las vías, el hallazgo del cuerpo del federal en Central Park. Él lo contó todo, incluido el episodio del envejecido ordenanza que murió atropellado. Luego Tizzie les habló de sus informes a tío Henry, de su trabajo en el laboratorio de la Universidad Estatal de Nueva York y de su viaje en ferry con Alfred. —Dime una cosa —le pidió de pronto Skyler—. ¿Qué aspecto tiene ese tal Alfred? Ella arrugó el gesto. —Es un tipo repulsivo. 291

—¿Es un pelirrojo de nariz aguileña? Tizzie se quedó atónita. —¿Cómo lo sabes? El joven lanzó una breve carcajada. —Conocí a su otra mitad... Allá en la isla. Un géminis llamado Tyrone. También era insoportable. Y un chivato. —Cristo —exclamó Jude—. Tú deberías ser nuestro asesor en todo lo referente a esas personas. Tú creciste con ellas, así que sabes lo que van a hacer antes de que lo hagan. De pronto se le ocurrió que aquel comentario también era aplicable a Tizzie. Después del café, Tizzie se levantó muy seria y fue a sentarse frente a Skyler. —Ayer, cuando te pregunté por las inyecciones que os ponían en la isla, tú me dijiste que no siempre sabíais para qué eran. Explícame eso. Skyler se retrepó en el sillón y, tras un carraspeo, comenzó: —Bueno, en primer lugar estaban las inyecciones que nos ponían todas las semanas. Vitaminas, creo. Al menos, eso nos decían. A veces, gamma globulina u otros fortificantes. Además, nos inoculaban todo tipo de vacunas. »Pero en determinado momento, hace de esto muchos años, un grupo del que yo formaba parte comenzó a recibir un tratamiento especial. Nos ponían inyecciones una vez a la semana. La cosa duró bastante. Quizá un par de meses, no lo recuerdo con exactitud. Sin embargo, me acuerdo muy bien del tratamiento porque gracias a él no teníamos que participar en las actividades comunales. Pero yo detestaba las agujas, que eran enormes. Y, después del tratamiento, nos siguieron examinando con regularidad, haciéndonos todo tipo de análisis y pruebas. —¿Cuántos recibisteis el tratamiento especial? —Creo que éramos seis. En el grupo estaban Raisin, otros tres géminis, yo y... — Skyler bajó la vista incómodo y añadió—: Y Julia. Jude se volvió hacia Tizzie. —¿Adónde quieres ir a parar? —preguntó. Ella no respondió directamente. —Quiero que veáis algo —dijo con voz grave. Salieron del despacho y Tizzie los condujo por el corredor hasta un laboratorio. La habitación estaba dotada de una serie de estaciones de trabajo con repisas de fórmica provistas de ordenadores y de todo tipo de instrumental. Las luces del techo ya estaban encendidas. Tizzie había estado allí poco antes de que llegaran sus dos visitantes. La joven los llevó ante un microscopio situado en un rincón. Junto al aparato había una bandeja de portaobjetos. Tizzie cogió uno de ellos, lo colocó en el microscopio, conectó éste, hizo los ajustes necesarios y se apartó para que sus compañeros miraran. Jude y Skyler lo hicieron por turnos, y Tizzie procedió a poner otros cuatro portaobjetos en el microscopio al tiempo que iba explicando: —Esto son los cromosomas de una célula humana madura. Fijaos en los extremos. Esos pequeños topes que veis son los telómeros, que se acortan cada vez que la célula se divide... Aquí veis una célula vieja. Ya se ha dividido cincuenta veces y se aproxima a la senectud. Reparad en que los telómeros ya casi ni se ven... Esta otra es muy parecida. Los telómeros son cortos, la célula agoniza. La diferencia radica en que, en este caso, la 292

Cerró los ojos dispuesto a dormir. Skyler se quedó a su lado un rato, montando<br />

guardia.<br />

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La joven abrió la puerta de su despacho.<br />

—Creo que ha llegado el momento de que pongamos las cartas sobre la mesa —<br />

dijo—. Hagamos recuento de todo lo que sabemos. Luego lo analizaremos, le daremos<br />

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de este embrollo.<br />

Mientras Tizzie preparaba café, Jude, sentado en un sillón, contemplaba las tallas<br />

africanas. Y no pudo por menos de evocar el día en que se conocieron. El recuerdo tuvo<br />

algo de doloroso, fue como un eco de tiempos más felices. No le sorprendió sentir<br />

aquello. Tantas cosas que él consideraba imposibles habían ocurrido desde aquel día,<br />

tantas cosas habían cambiado...<br />

Aquellos lúgubres pensamientos le parecieron por un momento exagerados. Pero<br />

no, estaban plenamente justificados. Su vida había sufrido una inmensa mutación. Hasta<br />

hacía unas semanas, lo único que le preocupaba era su trabajo y sus amigos. Ahora su<br />

problema era la posibilidad de que lo cosieran a cuchilladas en la calle.<br />

Miró a Skyler y de nuevo le impresionó lo que el joven había madurado, lo mucho<br />

más asentado y dueño de sí que parecía.<br />

Skyler y Tizzie estaban sentados el uno al lado del otro en el sofá. Hacían buena<br />

pareja y Jude detectó entre ellos una nueva intimidad. Se preguntó si se habrían acostado<br />

juntos. Y también se preguntó si lo que él mismo estaba comenzando a sentir eran celos.<br />

Trató de analizar sus emociones, como quien tantea una muela con la punta de la lengua<br />

para tratar de localizar una caries. Pero lo malo de analizar emociones era que luego uno<br />

no sabía cómo interpretar los resultados de tal análisis.<br />

Sin embargo, la nueva situación, fuera cual fuera, creaba efectivamente una cierta<br />

tensión, una especie de incomodidad. De pronto le pareció que sus dos compañeros se<br />

mostraban excesivamente solícitos con él. Tizzie le sirvió el café y Skyler se lo llevó. Y<br />

Jude siguió fijándose en pequeños detalles, en cómo se miraban Skyler y Tizzie, en cómo<br />

parecían apoyarse el uno en el otro mientras hablaban sentados en el sofá...<br />

Puso freno a sus pensamientos. Desde lo de Raymond ando un poco desquiciado,<br />

se dijo. Como siga por este camino, terminaré espiando a través de las cerraduras.<br />

Fue Tizzie quien tomó la voz cantante. Se levantó del sofá, fue a sentarse tras su<br />

escritorio y le pidió a Jude que se lo explicase todo de principio a fin: el viaje a la isla, la<br />

conversación con Raymond junto a las vías, el hallazgo del cuerpo del federal en Central<br />

Park. Él lo contó todo, incluido el episodio del envejecido ordenanza que murió<br />

atropellado. Luego Tizzie les habló de sus informes a tío Henry, de su trabajo en el<br />

laboratorio de la Universidad Estatal de Nueva York y de su viaje en ferry con Alfred.<br />

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