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Darnton, John - Experimento

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Raymond. La empinada cuesta le hizo aflojar el paso, pero siguió corriendo, sin importarle<br />

ya el ruido que hacía, deseando únicamente llegar a su destino y reunirse con Raymond.<br />

Coronada ya la cuesta, encontró, a la izquierda, un sendero flanqueado por arbustos,<br />

como Raymond le había indicado. El sendero torcía primero y después seguía recto,<br />

hasta llegar a un pequeño cenador, con un banco. Raymond estaba sentado en él, entre<br />

las sombras.<br />

Jude sintió que el temor lo abandonaba para ser sustituido por una cálida sensación<br />

de alivio. Miró de nuevo. En vez del habitual traje de negocios, Raymond llevaba una<br />

cazadora de ante y un pañuelo al cuello o quizá un fular. Simulando no haber visto a<br />

Jude, el federal siguió en la misma posición.<br />

Jude se sentó a su lado, recuperó el aliento y estuvo a punto de hacer una referencia<br />

al hombre que acababa de ver. Y entonces advirtió que algo raro ocurría. Raymond no<br />

decía nada ni se movía. Le dio con el codo. Pareció agitarse, erguirse un poco y luego,<br />

como a cámara lenta, se desplomó hacia un lado y fue a caer sobre las piernas de Jude.<br />

No es un fular. ¡Es sangre! La garganta de Raymond estaba cubierta de líquido rojo y<br />

viscoso, y por un momento Jude quedó paralizado por la incredulidad. Alzó la cabeza de<br />

Raymond y enderezó el cuerpo. Al retirar la mano se dio cuenta de que estaba cubierta<br />

de sangre. Vio un cuchillo en el suelo.<br />

Raymond estaba muerto. ¡Lo han asesinado!<br />

Jude se puso en pie. El cuerpo de Raymond comenzó a desmoronarse de nuevo y<br />

volvió a enderezarlo. No quería que cayera al suelo. Deseaba que siguiera erguido, en<br />

posición sedente. Y entonces oyó un ruido entre las sombras. Alguien llegaba por el<br />

sendero. Jude echó a correr a través del bosque, entre los arbustos, uno de los cuales le<br />

desgarró una manga. Continuó a la carrera y, tras pasar un grupo de árboles y cruzar un<br />

nuevo sendero, comenzó a atravesar un claro y volvió la cabeza. Lo perseguían. Un<br />

hombre acababa de salir de ente los arbustos e iba tras él. La luz de un farol lo iluminó<br />

brevemente y Jude pudo verlo mejor. Lo que vio le congeló la sangre en las venas. ¡Un<br />

ordenanza! El odioso pelo blanco brillaba a la luz como una mancha de nieve.<br />

Jude cruzó el claro a tal velocidad que sus pies apenas tocaron el suelo. No se volvió<br />

a mirar, pero sabía que el hombre continuaba persiguiéndolo. El claro terminaba en un<br />

grupo de árboles, y tras éste Jude encontró otro sendero. Corría a tal velocidad que las<br />

plantas de sus pies golpeaban dolorosamente contra el pavimento. Le pareció oír las<br />

pisadas de su perseguidor como eco de las suyas. Se volvió. Efectivamente, el ordenanza<br />

seguía tras él. Pero no había ganado terreno. En todo caso, lo había perdido. Era más<br />

lento que Jude, y éste aceleró aún más su carrera.<br />

Llegó a un muro de piedra de poco más de un metro que marcaba el límite con la<br />

calle, lo saltó y aterrizó en los adoquines octogonales de la acera. Dos o tres peatones lo<br />

miraron sobresaltados. Tras correr un trecho por Central Park West, se metió por una<br />

calle lateral y, en el momento en que doblaba la esquina, echó una mirada hacia atrás. El<br />

ordenanza lo había visto y seguía tras él.<br />

Jude había pensado que fuera del parque se sentiría más seguro, que las aceras<br />

estarían llenas de peatones. Pero la calle lateral estaba sumida en las sombras y su<br />

aspecto era hostil e inquietante. Las pocas personas con que se cruzó parecieron<br />

asustarse al verlo, y se dio cuenta de que sería inútil pedir su ayuda. Estaba totalmente<br />

solo. Siguió corriendo y llegó a la avenida Columbus. En ésta el panorama era algo mejor,<br />

había algunas tiendas, más luces, aceras más amplias.<br />

Cruzó la calle en el momento en que el tráfico se ponía en movimiento e,<br />

instintivamente, alzó la mano como un agente de tráfico para detener la masa de<br />

vehículos. Llegó a la otra acera entre un coro de claxonazos. Se sentía totalmente<br />

exhausto. La puerta de una tienda de comestibles coreana estaba abierta y Jude se metió<br />

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