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Alzó la vista hacia Skyler y vio que éste había desaparecido.<br />
Parpadeó y miró de nuevo. Frente a sí, el pantano concluía, y entre las siluetas de<br />
los árboles se veía el cielo azul perla. Habían llegado a la orilla.<br />
Jude se disponía a salir del bosque cuando de pronto vio a Skyler corriendo hacia él.<br />
—¡Atrás! —gritó—. ¡El pesquero! ¡Ha vuelto!<br />
Jude giró sobre sus talones y ambos volvieron a correr por el pantano.<br />
—Creo que me han visto —dijo Skyler sin aliento—. Yo ni siquiera me he dado<br />
cuenta de que estaban allí hasta que casi me doy de bruces con ellos.<br />
Continuaron a la carrera, chapoteando, sin importarles ya hacer ruido, y sólo se<br />
detuvieron al llegar a una orilla sólida. Subieron a tierra firme y permanecieron inmóviles y<br />
en silencio, con el agua chorreándoles de los pantalones. Aguzaron el oído. A lo lejos,<br />
delante, entre los árboles, se oía un murmullo de voces de timbre metálico. Alguien<br />
hablaba por una radio, probablemente por un walkie-talkie. Estaban rodeados.<br />
—Tenemos que encontrar un escondite —dijo Skyler—. Ésa es nuestra única<br />
esperanza... y no es gran cosa.<br />
Miraron en torno y los dos lo vieron a la vez: el gran cráter que habían dejado las<br />
raíces de un enorme árbol derribado por el huracán. El hueco estaba parcialmente<br />
cubierto de ramas y hojas y ellos echaron más. Luego saltaron al fondo, se cubrieron<br />
totalmente de vegetación muerta y quedaron a la espera. Aguardaron durante largo rato.<br />
Al principio, sólo se oían los sonidos naturales del bosque. Después comenzaron a<br />
sonar los walkie-talkies, a través de los cuales llegaban voces y órdenes. Resultaba<br />
imposible saber a qué distancia se encontraban los que producían tales ruidos, ni de qué<br />
dirección procedían éstos. Poco a poco, los sonidos se fueron alejando hasta que al fin<br />
desaparecieron por completo. Pero entonces otro ruido tomó su lugar. El de unos pasos<br />
que se aproximaban entre la vegetación, firmes, seguros de su camino. Iban derechos<br />
hacia el escondite de Skyler y Jude. Los pasos sonaron cada vez más fuertes hasta que<br />
al fin se detuvieron junto al cráter.<br />
Jude y Skyler contuvieron el aliento. Jude permanecía petrificado, con un enorme<br />
nudo en el estómago. Skyler trató de mirar entre las hojas. Le pareció ver las punteras de<br />
dos viejos zapatos. Percibió junto a su cabeza el murmullo de las hojas del suelo al<br />
moverse, y de pronto notó en el costado el doloroso aguijonazo de la punta de un bastón.<br />
Cogido por sorpresa, lanzó un grito.<br />
Se puso en pie de un salto, agarró el extremo del bastón y comenzó a tirar de él con<br />
todas sus fuerzas. De pronto vio quién sostenía el otro extremo y se quedó inmóvil y<br />
boquiabierto. Jude, en el fondo del cráter, no tenía ni idea de lo que estaba sucediendo.<br />
—¡Dios mío! —exclamó el atónito Skyler—. ¿Realmente eres tú?<br />
—¿Y quién esperabas que fuese? —respondió una voz que a Skyler le resultó muy<br />
familiar.<br />
Jude se puso de pie y las hojas se desprendieron de su cuerpo como si fueran<br />
escamas. Allá arriba había un viejo negro que empuñaba un largo bastón.<br />
El negro lo miraba sorprendido.<br />
—¿Y tú quién eres? —preguntó.<br />
Skyler lanzó una larga y sentida risa de alivio.<br />
—Jude —dijo—. Te presento a Kuta. Kuta, te presento a Jude.<br />
Jude salió del agujero, le dio la mano al viejo y quedó sorprendido por el vigor del<br />
apretón del otro. Kuta retrocedió un paso y lo miró de arriba abajo negando ligeramente<br />
con la cabeza.<br />
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