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Se apeó en su estación, compró unas cosas en la tienda de comestibles y llegó a su<br />
edificio. Cuando apenas había introducido la llave en el buzón, advirtió que un hombre se<br />
hallaba esperando en el vestíbulo. Era tío Henry, que cada vez ocupaba un lugar más<br />
dominante en su vida.<br />
Subieron a pie los dos tramos de escaleras y Tizzie, que iba delante, reparó en lo<br />
mucho que la ascensión fatigaba a su tío. Una vez en el apartamento, le ofreció una taza<br />
de té o café, que él no aceptó. El hombre fue directamente al grano.<br />
—Estamos muy contentos con tu informe —dijo—. Hemos decidido admitirte en<br />
nuestro laboratorio. Hay mucho por hacer y muy poco tiempo para hacerlo. Existen tres<br />
reglas que debes obedecer. Sigue las instrucciones. No hagas preguntas. Y nunca te<br />
muevas del lugar que te asignen. ¿Entendido?<br />
Tizzie asintió con la cabeza. Aunque se le ocurrían infinidad de preguntas, se dijo<br />
que aquél no era el momento adecuado para formularlas. Sin embargo, supuso que había<br />
algo que sí podía preguntar.<br />
—¿Cuándo empiezo?<br />
—Mañana.<br />
Jude y Skyler no fueron hacia la casa grande por el camino principal flanqueado de<br />
viejos robles, pues hacerlo les pareció excesivamente arriesgado. En vez de ello,<br />
avanzaron entre los árboles sin perder de vista las ventanas y la puerta del gran edificio,<br />
intentando detectar algún indicio de vida.<br />
Y no era que lo esperasen. La casa tenía todo el aspecto de hallarse abandonada.<br />
La mayoría de las ventanas estaban rotas, varias tuberías de desagüe se habían soltado<br />
y se agitaban a impulsos de la brisa, y un enorme árbol había caído sobre el tejado<br />
haciendo que toda una sección se derrumbase. Una de las columnas de la entrada se<br />
había desplomado hacia atrás, debido a lo cual la pequeña galería superior se hallaba<br />
inclinada y en precario equilibrio.<br />
El lugar parecía viejo, decrépito, encogido... No se parecía en nada a la majestuosa<br />
morada que Skyler había reconstruido en su imaginación.<br />
Cuando llegaron a la escalinata, Skyler se adelantó. Subió casi de puntillas los viejos<br />
peldaños de madera y trató de abrir la puerta principal. Estaba atascada. Cogió el tirador<br />
de latón con ambas manos y tiró con todas sus fuerzas. La puerta se abrió de golpe y<br />
pegó contra el muro exterior con tal fuerza que toda la casa pareció estremecerse.<br />
Jude y Skyler se miraron y permanecieron medio minuto en tensa inmovilidad.<br />
Transcurrido ese tiempo, se tranquilizaron. Si aquel estrépito no había provocado<br />
reacción alguna, lo más probable era que el lugar estuviera desierto. Entraron en el<br />
edificio, ya sin miedo de hacer ruido.<br />
En primer lugar se dirigieron a la sala principal del sótano, la misma en la que Julia y<br />
Skyler se habían metido a hurtadillas tantísimo tiempo atrás, cuando trataban de espiar a<br />
Rincón y de enterarse de lo que éste decía. Mientras bajaban por la escalera, Jude, que<br />
iba delante, se volvió a mirar a Skyler y advirtió su expresión de angustia y que su frente<br />
estaba perlada de gotas de sudor.<br />
Esto tiene que hacérsele muy duro, pensó Jude.<br />
Entraron en la sala de archivos, que estaba prácticamente vacía. Había dos<br />
archivadores a los que les faltaban los cajones. Una mesa había sido arrumbada a un<br />
rincón. Sobre el suelo había media docena de papeles. Jude los examinó. Estaban en<br />
blanco.<br />
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