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Se lo echó al bolsillo y luego se dirigió hacia la puerta.<br />
—Vamos a la casa grande —dijo.<br />
Mientras viajaba en el metro hacia su apartamento de la calle Ochenta y siete oeste,<br />
Tizzie no dejaba de pensar en que, no se enorgullecía de admitirlo, pero lo cierto era que<br />
había resultado ser una excelente espía. O, mejor dicho, una excelente espía doble, lo<br />
cual era dos veces más difícil, pues requería pensar permanentemente con dos cabezas.<br />
Tío Henry había quedado excelentemente impresionado por su «informe» del viaje a<br />
Arizona. Ella había incluido bastantes hechos verdaderos —la terrible visita a la mina, el<br />
derrumbe y la enfermedad de Skyler— para dar verosimilitud al escrito. Sin embargo, no<br />
había explicado nada que pudiera dar demasiadas pistas. Aquello era como hacer<br />
equilibrios en la cuerda floja.<br />
Por ejemplo: ¿debía incluir lo del coche que los persiguió al salir del bar de<br />
carretera? Eso dependía de quiénes, a juicio de ella misma, fueran los perseguidores. Si<br />
eran gente del Laboratorio y ella omitía el hecho —un suceso tan dramático—, entonces<br />
tío Henry se daría cuenta de que su sobrina hacía un doble juego y nunca volvería a<br />
confiar en ella. Pero si los villanos habían sido agentes renegados del FBI —y, felizmente,<br />
ella había tenido oportunidad de hablar con Jude después del abortado encuentro de éste<br />
con Raymond en el edificio Hoover—, entonces incluirlo en el informe supondría dar una<br />
valiosa pista a tío Henry. ¿Por qué tenía ella que estar al corriente de que el FBI andaba<br />
metido en el asunto? Y si tío Henry ya lo sabía, ¿por qué tenía que enterarse de que ellos<br />
también lo sabían? Dilemas y más dilemas.<br />
Al fin, decidió no incluir el incidente en el informe. Y tío Henry no pareció darse<br />
cuenta de nada. Esto, a su vez, significaba que tío Henry no sabía nada de la<br />
persecución, lo cual hacía que el dedo de la sospecha dejara de apuntar hacia el<br />
Laboratorio. De pequeños detalles como aquél sacaban sus conclusiones los espías<br />
dobles.<br />
Hubieron otras cosas que tampoco mencionó en el informe. Por ejemplo, no dijo<br />
nada del actual paradero de Jude y Skyler, ni de cuáles eran sus planes inmediatos. Le<br />
había explicado a tío Henry que los dos hombres temían que las líneas estuvieran<br />
intervenidas y evitaban hablar por teléfono de aquellos temas. De lo que tampoco dijo<br />
nada —pese a las peticiones en sentido contrario de tío Henry— fue de su vida afectiva.<br />
Tío Henry parecía sentir gran curiosidad por saber cuáles eran los sentimientos de su<br />
sobrina hacia Jude y Skyler. Y aquello era lo último que ella deseaba reflejar por escrito.<br />
Esta mala disposición se debía, en primer lugar, a que le desagradaba la idea de que un<br />
hombre metiera la nariz en sus sentimientos más íntimos; en segundo lugar, a que ella<br />
conocía a su tío lo suficiente como para temer el uso que pudiera hacer de la información;<br />
y en tercer lugar, ni ella misma sabía a ciencia cierta cuáles eran sus propios<br />
sentimientos.<br />
Ahora se proponía tomar la iniciativa. Tenía que pasar del departamento de<br />
información al frente de batalla. Tío Henry había hablado de unas investigaciones. Tizzie<br />
deseaba participar en ellas y no dejaba de pedírselo a su tío. Necesitaba averiguar el<br />
motivo de la muerte de su madre y cuál era la enfermedad que afligía a su padre. Si<br />
realmente intentaban encontrar una vacuna, Tizzie deseaba participar. Como el propio tío<br />
Henry había dicho, le sobraba capacidad profesional para hacerlo. Y, como cualquier<br />
científico sabía, era imposible encontrar una vacuna si antes no se conocía la<br />
enfermedad. Quizá así podría encontrar algunas respuestas. Y quizá tales respuestas<br />
servirían de ayuda a Skyler y a Jude.<br />
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