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Jude empuñó el mango del hacha y Tizzie, el cuchillo, y apretados el uno contra el<br />
otro atacaron a la vez el muro que tenían ante sí. Ya no les preocupaba causar nuevos<br />
derrumbes. Aquél no era momento de cautelas, sino de intentar desesperadamente salvar<br />
sus vidas. Cavaban y echaban la tierra hacia atrás, trabajando febrilmente, tratando cada<br />
uno de superar al otro, sudando, jadeando...<br />
Jude tocó algo duro con el mango del hacha. Apartó con las manos la tierra por<br />
encima y por debajo del obstáculo y vio lo que ocurría.<br />
—Es la viga —exclamó—. Recuerda. Tuvimos que entrar reptando. Quizá podamos<br />
salir del mismo modo.<br />
—A no ser que el derrumbe también haya obstruido la otra parte del pasadizo.<br />
—De ser así, estamos listos.<br />
Comenzó a cavar bajo la viga. La tierra estaba tan suelta que le era posible sacarla a<br />
puñados. Metió la mano tan adentro como le fue posible y luego tanteó... No encontró<br />
nada: sólo aire, vacío. Apuntó hacia adelante el haz de la linterna y éste no se reflejó en<br />
nada. Jude acercó la cara al hueco y le pareció que le resultaba más fácil respirar. Amplió<br />
el agujero e hizo una seña a Tizzie.<br />
—Tú primero.<br />
—No, pasa tú delante.<br />
Él se tumbó de bruces y comenzó a reptar. Metió la cabeza en el agujero e,<br />
impulsándose con los pies en el suelo y moviendo las caderas, no tardó en tener la mitad<br />
del cuerpo dentro de la fisura. Notaba la fría tierra bajo él y la madera por encima<br />
presionándolo. El pasadizo era mucho más angosto ahora que antes, al entrar. Le<br />
resultaba imposible henchir totalmente los pulmones. El maldito pánico volvía a<br />
apoderarse de él: le parecía que el resquicio se iba haciendo más y más angosto, y que<br />
terminaría atascado, atrapado. Y justo en aquel momento se dio cuenta de que había<br />
dejado de avanzar. Algo lo detenía. Trató de seguir adelante y sintió cómo un minúsculo<br />
reguero de tierra le caía sobre el rostro. Quedó inmóvil. Comprendió lo que ocurría: el<br />
cinturón se había enganchado en un fragmento de la madera de la viga. Retrocedió unos<br />
centímetros, sacó el aire de sus pulmones, contrajo todos los músculos y deslizó la mano<br />
por debajo de su estómago. Se desabrochó la hebilla trabajosamente y, poco a poco, fue<br />
sacando el cinturón de las trabillas de los pantalones. Luego, aplastándose contra la roca,<br />
siguió su avance. Un centímetro, otro más... Lo consiguió. ¡Estaba libre! Minutos más<br />
tarde se hallaba en pie en el pasadizo, al otro lado del angosto resquicio que quedaba<br />
bajo la viga, más allá del derrumbe.<br />
Se arrodilló para dirigir el haz de la linterna hacia el interior, y la luz pegó en la<br />
coronilla de Tizzie. Ésta ya estaba reptando para salir y Jude oyó los gruñidos y bufidos<br />
de la joven, que trataba de pasar el cuerpo a través del angosto resquicio. El espacio era<br />
tan reducido que a Jude le parecía imposible que su cuerpo hubiera pasado por allí. De<br />
no ser porque la alternativa era una muerte horrible, ni siquiera se habría atrevido a<br />
intentarlo.<br />
—Adelante, ya casi lo has conseguido —animó a su compañera.<br />
Momentos más tarde, la cabeza de Tizzie asomaba ya por el hueco. La joven alargó<br />
los brazos y Jude tiró de ellos con tal fuerza que la sacó del resquicio casi de golpe. La<br />
abrazó fuertemente y ella correspondió con igual vehemencia. Luego Jude se separó un<br />
poco de ella y la miró a los ojos.<br />
—No sé tú, pero yo no veo la hora de largarme de aquí.<br />
Dicho esto, echó a andar hacia la salida.<br />
Los esperaba una sorpresa final: otro derrumbe bloqueaba la salida del túnel<br />
principal. Pero Tizzie dijo conocer un desvío. Se metió por un pequeño pasadizo<br />
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