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Darnton, John - Experimento

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Entró en una destartalada y polvorienta tienda. Mientras caminaba sobre las<br />

crujientes tablas vio, en la penumbra, hileras de cubos de madera vacíos y largas filas de<br />

estantes no más llenos. En un rincón descansaba una vieja caja registradora de<br />

complicados adornos. El polvo lo cubría todo y en su superficie se advertían los surcos<br />

que a su paso habían dejado los lagartos. Jude salió a la calle.<br />

El local contiguo era un bar. Junto a la puerta, un viejo letrero anunciaba que el<br />

propietario del local había sido Thomas J. O'Toole. En el interior, la capa de polvo tenía<br />

dos dedos de grosor. La barra medía siete metros de largo y llegaba hasta la altura del<br />

pecho. Sobre ella, un gran espejo, típico de las tabernas del Oeste. En una mesa de<br />

madera había una botella sin destapar cuyo contenido parecía haberse solidificado.<br />

Dos puertas más allá había una casa de tablas cuya pintura verde casi había<br />

desaparecido. Los ventanales delanteros estaban cubiertos con una lámina de hojalata<br />

oxidada sujeta a la pared por medio de unos alambres. Jude empujó la puerta. El<br />

recibidor estaba vacío, y se veían pisadas en el polvo que cubría los peldaños de la<br />

escalera. Entró en una salita, de cuyas ventanas aún pendían los restos de unos<br />

amarillentos visillos de encaje. En un rincón había una máquina de coser Singer de pedal<br />

y, junto a ella, una silla de madera. Bajo la silla, un par de viejos zapatos.<br />

En la parte de atrás encontró un porche de madera salpicado de piedras y matojos;<br />

parecía en tan mal estado que Jude decidió no poner a prueba su resistencia. Volvió al<br />

recibidor y subió la escalera levantando pequeñas nubes de polvo. En el piso superior, el<br />

techo era bajo y el pasillo angosto y oscuro. Miró en el primer dormitorio, que estaba vacío<br />

salvo por una mecedora y una estantería que contenía una docena de libros viejos;<br />

empujó la mecedora y los balancines dejaron alargados surcos en la alfombra de polvo<br />

que cubría el suelo. De pronto le pareció oír un sonido en la planta baja y permaneció<br />

inmóvil durante casi un minuto. No volvió a oír nada. En el segundo dormitorio vio una<br />

escoba que alguien había utilizado para limpiar a la perfección uno de los rincones, donde<br />

habían dejado un colchón manchado y un plato con una vela. En el suelo había un morral,<br />

y sobre él un ejemplar abierto de la revista Penthouse. La fecha era de hacía tres meses.<br />

De pronto, Jude respingó. Se oía un estruendo, una especie de rugido lejano que<br />

parecía hacer vibrar incluso las paredes de la habitación. El sonido se hizo más y más<br />

fuerte. Al principio pensó que se trataba de un corrimiento de tierra que iba a sepultarlo<br />

vivo, pero luego se dio cuenta de que era el ruido de unos motores. Corrió al dormitorio<br />

principal y se asomó a la ventana cuando el rugido alcanzaba ya niveles ensordecedores.<br />

Un grupo de motoristas estaba atravesando el pueblo entre una nube de polvo. Los<br />

motoristas eran cinco o seis, hombres corpulentos cuyos protuberantes abdómenes<br />

reposaban sobre los depósitos de gasolina. El grupo desapareció camino adelante tan<br />

rápidamente como había aparecido.<br />

Mientras los seguía con la mirada, Jude reparó en el camino que seguía<br />

ascendiendo hacia la montaña. Y, súbitamente, supo que tenía que seguir por allí. Le era<br />

imposible explicar cómo lo sabía; pero lo sabía. Bajó la escalera, salió a la calle y miró en<br />

torno. Y se dio cuenta de que, desde su llegada a esos parajes, algo lo tenía<br />

desconcertado o, mejor dicho, lo que lo tenía desconcertado era la ausencia de algo; la<br />

ausencia de aquella inefable sensación de familiaridad que experimentó la primera vez<br />

que enfiló la Ruta 260. Si había crecido en aquella zona y había pasado allí su infancia,<br />

¿por qué no recordaba nada de todo aquello? ¿Y por qué de pronto sabía con toda<br />

certeza que el lugar al que deseaba llegar se encontraba siguiendo el camino de<br />

montaña?<br />

Fue hasta su coche y vio que un poco más abajo se hallaba estacionado otro<br />

vehículo, un Cámaro azul. ¿Sería el coche que había visto por el retrovisor? Le echó un<br />

buen vistazo: matrícula de Arizona, nada fuera de lo normal. Y ni rastro de su propietario.<br />

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