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Darnton, John - Experimento

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deprimido, así que al cabo de un rato cerró el sexto cajón y, dejando una docena larga sin<br />

abrir, salió del cuarto de archivos. El viejo le dirigió una inclinación de despedida. Jude<br />

abrió la puerta y salió a la calle. Sobre la cerca seguía el mismo lagarto de aspecto<br />

inescrutable, casi malévolo.<br />

Subió al coche e inició el regreso a Camp Verde.<br />

Para cuando Jude regresó, Skyler estaba más animado y tenía mejor aspecto.<br />

Permanecía sentado en la cama viendo reposiciones de viejas telecomedias. Tizzie<br />

paseaba de arriba abajo y no dejaba de quejarse de que se estaba volviendo loca de<br />

aburrimiento. Así que decidieron irse a pasar la noche en Phoenix para «tomarse un<br />

descanso», como dijo ella.<br />

Mientras iban por la Ruta 17 en dirección sur, en paralelo al barranco de Agua Fría y<br />

perdiendo altitud a tal rapidez que notaban el efecto de la presión en los oídos, Tizzie y<br />

Jude tuvieron una discusión. Empezó en el estacionamiento del Best Western, cuando<br />

Tizzie se ofreció a llevarlos en su coche.<br />

—¿Tu coche? —preguntó Jude—. ¿De qué coche hablas?<br />

—Del que alquilé. No creerías que iba a pasarme todo el día cruzada de brazos.<br />

—¿Y cómo pagaste?<br />

—Con tarjeta de crédito.<br />

—Pueden localizarnos por ella —le dijo furioso—. ¿Por qué crees que he tenido tan<br />

buen cuidado de pagar en todas partes con dinero en efectivo?<br />

—No creo que localizarnos sea tan fácil —respondió ella—. Y, aunque lo sea, para<br />

cuando lo hagan, nosotros ya no estaremos aquí.<br />

—Cometiste una estupidez. En Nueva York me estaban vigilando, y a Skyler y a mí<br />

deben de andar buscándonos por todas partes. Y tú, con tu imprudencia, probablemente<br />

les has indicado por dónde deben iniciar la búsqueda. Si van detrás de mí, también van<br />

detrás de ti, recuérdalo —le espetó mientras ella le escuchaba en silencio—. Ayer mismo<br />

te preocupaba que los ordenanzas nos siguieran. ¿Ya lo has olvidado?<br />

—No.<br />

Pasaron una rampa de frenado para camiones, un desvío que iba a parar a una larga<br />

cuesta arriba que parecía una pista para saltos de esquí. Luego llegaron al letrero que<br />

marcaba la desviación a la Ruta 260 que Jude había tomado anteriormente.<br />

—De todas maneras, ¿dónde demonios estuviste? —preguntó Tizzie—. Nos dejaste<br />

solos durante un montón de horas.<br />

Jude no prestó atención a la pregunta. Tenía que conseguir que a Tizzie se le<br />

metiera en la cabeza lo grave que era la situación. Le habló del e-mail de Hartman.<br />

—¿El FBI? —preguntó ella—. ¿Por qué iban a buscarnos los federales? ¿Qué<br />

motivo pueden tener para meterse en un asunto como éste?<br />

—Ojalá yo lo supiera, porque entonces también sabría en qué clase de lío estamos<br />

metidos. Lo único que tengo claro en estos momentos es que no podemos confiar en<br />

nadie. En nadie en absoluto. Y también sé que no debemos facilitar el trabajo a nuestros<br />

perseguidores dejando pistas por todas partes. Las tarjetas de crédito son lo primero que<br />

investigan.<br />

Tizzie se quedó en silencio y Jude creyó que la había convencido. Cuarenta minutos<br />

más tarde, tras cruzar el desierto, llegaron a Phoenix. La transición del desierto y los<br />

cactus a las autopistas y los centros comerciales resultó tan brusca que les dio la<br />

sensación de que faltaba una zona intermedia. Pasaron ante un Economy Inn, un Souper<br />

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