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Darnton, John - Experimento

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clones. No se tratará de autómatas. Serán capaces de sentir las emociones más<br />

extremas, buenas y malas, como el resto de los mortales. Y en cuanto a los Einstein y a<br />

los Hitler, en el futuro también los tendremos, pero no porque los cultivemos, sino<br />

simplemente porque las variables inherentes a la herencia y al ambiente son tan<br />

inmensas que es inevitable que sigan naciendo seres excepcionales para lo bueno y para<br />

lo malo.<br />

—No te olvides del ADN mitocondrial —dijo Ellen.<br />

—¿Qué es eso? —preguntó un hombre de cierta edad cuyo nombre se le había<br />

escapado a Jude.<br />

—Es un ADN que procede únicamente de la madre. Se encuentra en el citoplasma<br />

de la célula, no en el interior del núcleo. Eso significa que la transferencia nuclear no lo<br />

afecta. No estamos hablando de muchos genes, sino de unos sesenta entre cien mil; pero<br />

desempeñan un papel en la producción de enzimoproteínas, que son importantes para el<br />

desarrollo del feto. De modo que los gemelos idénticos tendrían el mismo ADN<br />

mitocondrial, pero los clones no. Pensándolo bien, lo que de veras constituye una<br />

aberración de la naturaleza son los gemelos idénticos. Si los gemelos no existieran y los<br />

científicos los hubiéramos producido, un populacho armado de antorchas nos habría<br />

expulsado de la ciudad, como en las películas de Frankenstein.<br />

En aquel momento avisaron de que la cena estaba lista. El grupo se desplazó al<br />

interior de la casa y todos se sentaron en torno a una alargada mesa de roble sobre la<br />

que había fuentes con patatas, ensalada y otros acompañamientos. Hartman comenzó a<br />

cortar grandes pedazos de carne.<br />

El hombre que se sentaba a la derecha de Skyler, Harry Schwartzbaum, aún no<br />

había dicho ni palabra, y Jennifer Hartman se volvió hacia él.<br />

—Está usted muy callado, profesor —le dijo.<br />

Todos eran profesores, pero ella parecía llamar a Schwartzbaum por tal título en<br />

deferencia a su especialidad, la filosofía, que lo elevaba al rango de los graves y<br />

profundos pensadores.<br />

—Pensaba en un libro que leí hace dos semanas —contestó Schwartzbaum—, el<br />

diario de un conde español del siglo XVI, don José Antonio Martínez de Solar. Martínez<br />

escribió acerca de absolutamente todo lo que interesaba en su mundo, que era el de la<br />

Sevilla del año 1501. Escribió incisivos comentarios acerca de la moda en el vestir, la alta<br />

sociedad y la iglesia española.<br />

»Pero sobre lo que no escribió, y es a eso a lo que voy, es sobre un suceso que<br />

ocurrió apenas diez años atrás. Colón zarpó de un puerto próximo a Sevilla y descubrió el<br />

Nuevo Mundo. Ése fue un viaje que dobló la extensión del mundo conocido, pero<br />

Martínez ni siquiera lo mencionó porque no alcanzó a ver su importancia. Creo que los<br />

hombres podemos vivir sucesos y descubrimientos trascendentales sin darnos cuenta de<br />

su importancia.<br />

»De igual modo, creo que la clonación, y al decir clonación incluyo todo lo que va<br />

desde el proyecto Genoma Humano hasta la ingeniería genética, es el avance científico<br />

más trascendental de la era moderna. Sobrepasa con mucho el descubrimiento de la<br />

física atómica. El átomo nos permitió manipular el mundo externo. Al concentrarnos en los<br />

isótopos, fuimos capaces de obtener la fisión nuclear y alterar ciertos compuestos<br />

inestables. Los genes nos permiten manipular el mundo interno, a nosotros mismos, y es<br />

imposible calcular a qué nos puede llevar eso.<br />

Varios de los presentes manifestaron su conformidad asintiendo con la cabeza.<br />

—Imaginad, por ejemplo, el salto cualitativo que supondría conseguir cuadruplicar la<br />

inteligencia humana. Sabemos que sólo utilizamos una ínfima parte de nuestro cerebro.<br />

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