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Darnton, John - Experimento

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Tizzie, Henry, era su polo opuesto, la seriedad personificada. Apenas dirigía la palabra a<br />

su sobrina y ni siquiera parecía advertir su presencia. En las pocas ocasiones en las que<br />

Henry le habló, ella se sintió como si estuviera ante la directora de su colegio. Sin<br />

embargo, era un hombre importante en aquella casa y tuvo una gran influencia en la<br />

crianza de la niña. Cuando Henry iba a visitarlos, los padres de Tizzie siempre estaban<br />

pendientes de él y bebían sus palabras. La pequeña tenía muy claro que nunca debía<br />

mostrarse descortés con él.<br />

Como muchos hijos únicos, Tizzie estuvo muy mimada y protegida. La salud de la<br />

pequeña era la consideración preponderante. Le daban vitaminas y complejos dietéticos;<br />

su padre la examinaba cuando tenía el más mínimo síntoma y sus vacunas siempre<br />

estaban al día. Las rayas a lápiz en la pared que señalaban su crecimiento no eran una<br />

frivolidad, sino el indicador de un organismo saludable. Su padre le prometió regalarle un<br />

reloj de oro si cumplía los dieciocho sin haber encendido un solo cigarrillo, y amenazó con<br />

tenerla castigada un mes en caso contrario. Tizzie se ganó el reloj.<br />

No obstante, predecible y proverbialmente, la adolescencia de Tizzie fue<br />

tempestuosa. Comenzó a pelearse con sus padres —sobre todo con su madre, pero<br />

también con su padre— y a amenazar con irse de casa. Y un día lo hizo, tras haber<br />

ahorrado el dinero para el pasaje de autobús hasta San Francisco. Su sueño era unirse a<br />

los hippies, sólo que, naturalmente, llegó a la ciudad con quince años de retraso. North<br />

Beach se había convertido en un erial poblado por drogadictos y vagabundos. Una noche,<br />

hallándose Tizzie alojada en un hotelucho de mala muerte, dos hombres la asaltaron y le<br />

robaron. Al día siguiente la muchacha llamó a su familia y su padre le mandó dinero para<br />

volver a casa. Después de eso, ya no volvió a marcharse lejos hasta que tuvo que ir a la<br />

universidad. Y cuando se fue a Berkeley tuvo la desagradable sensación de que<br />

abandonaba a sus padres.<br />

Ahora que ya estaban achacosos, Tizzie deseaba hacer algo por ellos, darles lo que<br />

tanto necesitaban: una niñita a la que cuidar. Pero ya estaba muy crecida para eso, y lo<br />

único que podía hacer era demostrarles lo mucho que los quería y seguir los dictados de<br />

tío Henry que, como siempre, sabía exactamente qué se debía hacer.<br />

En esta ocasión, Tizzie iba dispuesta a hacerles a sus padres varias preguntas nada<br />

cómodas.<br />

El taxi se detuvo frente al domicilio familiar, una casa blanca de madera con postigos<br />

verdes, típica de Nueva Inglaterra. Pese a los desperfectos en la fachada y a la maleza<br />

que crecía entre las plantas del jardín, a Tizzie el edificio le seguía pareciendo imponente<br />

y majestuoso.<br />

Sus padres no bajaron a abrir cuando llamó al timbre, lo cual no era buen indicio.<br />

Abrió con su llave, dejó su bolsa de viaje en el recibidor, subió la escalera y encontró a<br />

sus padres descansando en el dormitorio. Le impresionó que ambos pareciesen mucho<br />

más débiles y frágiles que en su última visita, sólo unos cuantos días atrás.<br />

Jude y Skyler podrían haber reconocido la casa de Julián Hartman en <strong>John</strong>son<br />

Street por la camioneta roja oxidada que había aparcada delante y por el aspecto general<br />

de moderado abandono que tenía el edificio. Las ventanas de la parte delantera estaban<br />

abiertas de par en par y se oían las notas de Up on Cripple Creek, interpretada por The<br />

Band. La casa hacía juego con la personalidad del científico, un hombre que tenía<br />

ocupaciones más importantes que cortarse el cabello.<br />

Hartman les dio la más cordial de las bienvenidas y les presentó a su esposa,<br />

Jennifer, que era bioquímica. La mujer les estrechó la mano mientras un pequeño le tiraba<br />

de la falda y otros tres niños, en distintos grados de desnudez, corrían y brincaban por el<br />

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