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Darnton, John - Experimento

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CAPÍTULO 18<br />

Jude y Skyler aguardaban sentados en un banco de la Unidad de Atención a los<br />

Animales de la Escuela de Agricultura de la Universidad de Wisconsin. El día antes<br />

habían llegado en coche a Chicago. Tizzie había ido a visitar de nuevo a sus padres, que<br />

vivían en Milwaukee, y ellos habían decidido entrevistarse con otro de los científicos<br />

recomendados por el encargado de la sección de Ciencia del periódico. Jude había<br />

llamado de antemano para concertar una cita so pretexto de hacer unas entrevistas para<br />

un trabajo periodístico.<br />

El campus, situado al borde del lago Mendota, era inmenso. La Escuela de<br />

Agricultura, situada en el 1675 de Observatory Drive, era una especie de pequeña granja,<br />

con un silo y un gran establo rojo conectado con los corrales para los animales. Sin<br />

embargo, constituía la vanguardia de los trabajos de investigación que estaban<br />

conduciendo la embriología hacia nuevos y brillantes horizontes.<br />

Por el corredor se acercaba un joven cuyo largo cabello le rozaba los hombros;<br />

vestía camisa a cuadros, pantalones negros y calzaba botas vaqueras. Hasta que el joven<br />

les ofreció la mano, no comprendieron que aquél era el hombre al que habían ido a visitar.<br />

El doctor Julián Hartman era un biólogo especializado en células eucariotas, y tenía tal<br />

pericia en transferir núcleos de una célula a otra que lo llamaban «el hombre de las<br />

manos de oro». También se decía de él que un día no muy lejano sería galardonado con<br />

el premio Nobel.<br />

Hartman debió de notar la expresión de sorpresa de los dos hombres.<br />

—Ya sé —dijo de buen humor—. Todo el mundo me imagina más viejo de lo que en<br />

realidad soy.<br />

El científico les mostró rápidamente el laboratorio, que era mucho menor de lo que<br />

esperaban y constaba únicamente de tres salas. Una albergaba un gran congelador con<br />

veinte pequeñas puertas dirigido por medio de un sistema computerizado de control de<br />

temperatura. Las otras dos salas estaban dedicadas a trabajos de laboratorio. Cada una<br />

de ellas tenía dos grandes microscopios invertidos de doble visión provistos de sistemas<br />

hidráulicos de manipulación.<br />

En una pared había un panel iluminado similar a los que usan los radiólogos, pero<br />

que, en vez de radiografías, mostraba fotos aumentadas de óvulos. La mayoría de éstos<br />

estaban adheridos por succión a un dispositivo de retención de punta roma. Otros<br />

estaban perforados por una pipeta de cristal fina como una aguja que se asemejaba al<br />

tubo de un aspirador. Y el núcleo que estaba extrayendo parecía una pequeña pelota que<br />

encajaba a la perfección en su interior.<br />

En pie ante las fotos, Hartman explicó paso a paso cómo se extraía el núcleo de un<br />

óvulo no fertilizado y se colocaba en su lugar otro núcleo al que luego se sometía a una<br />

pequeña descarga —1,25 kilovoltios durante 80 microsegundos— para completar la<br />

fusión y darle el impulso inicial al proceso de división celular.<br />

—Una descarga eléctrica para empezar. Cuando uno piensa en Frankenstein,<br />

resulta irónico, ¿no? Quizá, a fin de cuentas, Mary Shelley no iba desencaminada.<br />

No lejos de ellos colgaba un tablero lleno de fotos de animales. Había reses, ovejas,<br />

conejos e incluso ratones blancos. Muchos aparecían en grupos de dos, tres y cuatro.<br />

Jude los examinó de cerca y se dio cuenta de que todos los animales del mismo grupo<br />

tenían exactamente el mismo aspecto.<br />

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