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Darnton, John - Experimento

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Raymond se irguió y miró hacia la parte de proa.<br />

—Escucha. No disponemos de mucho tiempo. Esto es lo que debes hacer.<br />

Cuéntame dónde está ese tal Skyler, y tal vez al menos podamos protegerlo.<br />

—No, eso no te lo puedo decir.<br />

Raymond lo miró mal.<br />

—O sea que desconfías. Con todo el tiempo que llevamos conociéndonos y con<br />

todas las cosas que hemos pasado juntos, y tú recelas de mí.<br />

—No es eso, Raymond. Lo hago por él. Cuanto menos sepa la gente de Skyler,<br />

mejor.<br />

Jude se dio cuenta de que el otro no creía en sus palabras. Raymond no dejó la<br />

menor duda al respecto.<br />

—No me vengas con cuentos —dijo.<br />

—Lo siento. Estoy haciendo lo que honradamente considero mejor.<br />

Raymond volvió a mirar por encima del hombro.<br />

—Bueno, ya hemos llegado —dijo en tono algo desabrido, como si creyese que Jude<br />

estaba cometiendo un gravísimo error—. Tengo que largarme.<br />

Dio media vuelta dispuesto a alejarse, pero Jude lo agarró por un brazo.<br />

—Vamos, Raymond, por favor. Lo que está en juego es mi propia vida. Necesito<br />

información, ayuda.<br />

Raymond se sacudió la mano de Jude.<br />

—No puedo hacer nada por ti ni darte información —le dijo en voz baja—. Pero estás<br />

con la mierda hasta el cuello. Has agarrado a un monstruo por la cola. No sabes de qué<br />

clase de monstruo se trata, ni sabes lo peligroso ni lo grande que es, ni lo afilados que<br />

tiene los dientes. Ándate con ojo, con muchísimo ojo. Actúa con sensatez. Piensa bien<br />

todo lo que hagas. Y no te fíes de nadie. Absolutamente de nadie, pese a lo próximo que<br />

pueda estar a ti.<br />

Raymond bajó a la cubierta de vehículos y Jude se quedó observando cómo los<br />

coches desembarcaban en Staten Island. Después tuvo que esperar quince minutos a<br />

que se iniciara el viaje de regreso a Manhattan. Mientras el ferry cruzaba la bahía,<br />

permaneció apoyado en la barandilla, mecido por el barco. Pensó en todo lo que le había<br />

dicho Raymond y volvió a sentirse dominado por la exasperación.<br />

Llamó al encargado de la sección de Local para decirle que no iría por el periódico<br />

en un par de días, quizá más. El hombre le preguntó qué le pasaba y, cuando Jude<br />

contestó que estaba resfriado y que quizá tenía la gripe, lo hizo con plena conciencia de<br />

que su voz no sonaba como la de un enfermo. Colgó convencido de que el «Que te<br />

repongas» de su compañero había sido inequívocamente sarcástico. Al demonio. Tenía<br />

cosas más importantes de las que preocuparse.<br />

Hizo rápidamente el equipaje para él y para Skyler. Tras meter un par de camisas y<br />

un par de pantalones en una bolsa, fue en el coche hasta el domicilio de Tizzie, donde su<br />

clon había optado por quedarse, pues no deseaba volver a la habitación de Astor Place.<br />

Tizzie y Skyler lo estaban esperando en la escalinata de entrada, tomando el sol como si<br />

no tuvieran una sola preocupación en este mundo. Qué imagen tan incongruente, se dijo<br />

Jude mientras estacionaba. Tizzie lo saludó moviendo los brazos, se puso en pie como de<br />

mala gana y se desperezó echando hacia atrás la espalda. La joven llevaba unos<br />

pantalones cortos color caqui y una camisa azul anudada por encima del ombligo. Jude<br />

pensó que estaba guapísima. Se apeó y le tiró las llaves del coche. Ella abrió el maletero,<br />

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