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Raymond se irguió y miró hacia la parte de proa.<br />
—Escucha. No disponemos de mucho tiempo. Esto es lo que debes hacer.<br />
Cuéntame dónde está ese tal Skyler, y tal vez al menos podamos protegerlo.<br />
—No, eso no te lo puedo decir.<br />
Raymond lo miró mal.<br />
—O sea que desconfías. Con todo el tiempo que llevamos conociéndonos y con<br />
todas las cosas que hemos pasado juntos, y tú recelas de mí.<br />
—No es eso, Raymond. Lo hago por él. Cuanto menos sepa la gente de Skyler,<br />
mejor.<br />
Jude se dio cuenta de que el otro no creía en sus palabras. Raymond no dejó la<br />
menor duda al respecto.<br />
—No me vengas con cuentos —dijo.<br />
—Lo siento. Estoy haciendo lo que honradamente considero mejor.<br />
Raymond volvió a mirar por encima del hombro.<br />
—Bueno, ya hemos llegado —dijo en tono algo desabrido, como si creyese que Jude<br />
estaba cometiendo un gravísimo error—. Tengo que largarme.<br />
Dio media vuelta dispuesto a alejarse, pero Jude lo agarró por un brazo.<br />
—Vamos, Raymond, por favor. Lo que está en juego es mi propia vida. Necesito<br />
información, ayuda.<br />
Raymond se sacudió la mano de Jude.<br />
—No puedo hacer nada por ti ni darte información —le dijo en voz baja—. Pero estás<br />
con la mierda hasta el cuello. Has agarrado a un monstruo por la cola. No sabes de qué<br />
clase de monstruo se trata, ni sabes lo peligroso ni lo grande que es, ni lo afilados que<br />
tiene los dientes. Ándate con ojo, con muchísimo ojo. Actúa con sensatez. Piensa bien<br />
todo lo que hagas. Y no te fíes de nadie. Absolutamente de nadie, pese a lo próximo que<br />
pueda estar a ti.<br />
Raymond bajó a la cubierta de vehículos y Jude se quedó observando cómo los<br />
coches desembarcaban en Staten Island. Después tuvo que esperar quince minutos a<br />
que se iniciara el viaje de regreso a Manhattan. Mientras el ferry cruzaba la bahía,<br />
permaneció apoyado en la barandilla, mecido por el barco. Pensó en todo lo que le había<br />
dicho Raymond y volvió a sentirse dominado por la exasperación.<br />
Llamó al encargado de la sección de Local para decirle que no iría por el periódico<br />
en un par de días, quizá más. El hombre le preguntó qué le pasaba y, cuando Jude<br />
contestó que estaba resfriado y que quizá tenía la gripe, lo hizo con plena conciencia de<br />
que su voz no sonaba como la de un enfermo. Colgó convencido de que el «Que te<br />
repongas» de su compañero había sido inequívocamente sarcástico. Al demonio. Tenía<br />
cosas más importantes de las que preocuparse.<br />
Hizo rápidamente el equipaje para él y para Skyler. Tras meter un par de camisas y<br />
un par de pantalones en una bolsa, fue en el coche hasta el domicilio de Tizzie, donde su<br />
clon había optado por quedarse, pues no deseaba volver a la habitación de Astor Place.<br />
Tizzie y Skyler lo estaban esperando en la escalinata de entrada, tomando el sol como si<br />
no tuvieran una sola preocupación en este mundo. Qué imagen tan incongruente, se dijo<br />
Jude mientras estacionaba. Tizzie lo saludó moviendo los brazos, se puso en pie como de<br />
mala gana y se desperezó echando hacia atrás la espalda. La joven llevaba unos<br />
pantalones cortos color caqui y una camisa azul anudada por encima del ombligo. Jude<br />
pensó que estaba guapísima. Se apeó y le tiró las llaves del coche. Ella abrió el maletero,<br />
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