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Darnton, John - Experimento

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parecerle más pequeño, frágil, con motas de gris en el cabello y patas de gallo en torno a<br />

los ojos. Incluso parecía —¿sería posible?— ligeramente ridículo.<br />

Skyler estiró el cuello para ver a Raisin. Y pudo darse cuenta —por su postura,<br />

encogido, como ocultándose— de que su amigo estaba pasando por una epifanía similar.<br />

Sus ojos se encontraron y Skyler pudo ver en los de Raisin un brillo de desafío. En aquel<br />

momento, entre los dos se cruzó un mudo e inmencionable secreto: la apostasía.<br />

Al año siguiente, la inquietud se agravó. Las preguntas no desaparecieron y<br />

siguieron produciéndose extraños sucesos. Una muchacha llamada Jenny estuvo seis<br />

días en el pabellón quirúrgico, y cuando regresó les dijeron que, debido a una enfermedad<br />

en su ojo izquierdo, habían tenido que extirpárselo, y en su lugar Jenny llevaba uno de<br />

cristal. Un muchacho fue llamado a mitad de la mañana, lo tuvieron dos días en el<br />

pabellón y luego, del mismo modo misterioso, lo dejaron salir. El médico que lo atendió<br />

dijo que habían logrado tratar con éxito su enfermedad.<br />

Raisin, alto y desgarbado, con el cabello siempre de punta, como el pelaje de un<br />

animal, estaba sufriendo un extraño cambio. Siempre había sido distinto. Por un lado, era<br />

epiléptico y sufría ataques súbitos. Aunque los médicos mayores nunca lo dijeron<br />

claramente, tanto él como Skyler sabían que la enfermedad les molestaba: cualquier cosa<br />

que no fuera la salud perfecta era considerada un fallo.<br />

Por otro lado, Raisin había dejado de tragarse la píldora que todas las noches tenían<br />

que tomar los jiminis con la cena. Aseguraba que la píldora le quitaba energías. A Skyler<br />

le demostró con orgullo cómo la ocultaba bajo la lengua cuando el ordenanza las repartía,<br />

para luego guardarla con el resto en una lata bajo la cama. Allá donde fuera, llevaba<br />

siempre escondido un juguete infantil, un soldado de madera de diez centímetros de<br />

largo, tan viejo y manido que gran parte de la pintura azul y roja había saltado. Lo llevaba<br />

en el bolsillo incluso cuando hacían marchas forzadas en torno al campus. A veces, por la<br />

noche, cuando los demás dormían, sacaba el soldado de madera y jugaba con él; Skyler<br />

era el único al que le había enseñado el juguete.<br />

Raisin estaba cada vez más al borde de la franca rebelión. Se había convertido en el<br />

blanco de las críticas durante las sesiones de autorreprobación que tenían lugar en el<br />

Laboratorio. Los ordenanzas lo habían denunciado por distintas infracciones, y el<br />

muchacho había pasado horas y horas con el médico psicólogo. En tres ocasiones lo<br />

castigaron por desobediencia, y se vio obligado a pasar la noche solo y hambriento,<br />

encerrado en «la Caja», un viejo gallinero situado junto a los pinos de diez o quince<br />

metros de altura, asustado por el sonido de los animales que se movían en las sombras.<br />

A la mañana siguiente recibió una cálida bienvenida al grupo y le ofrecieron un opíparo<br />

desayuno. Durante unos cuantos días después de eso, Raisin guardó buen<br />

comportamiento, pero esta actitud no duró mucho.<br />

El único suceso afortunado fue que Skyler y Raisin y muchos de los otros jiminis<br />

habían cumplido ya los quince años, con lo cual los estudios concluyeron, y en su lugar<br />

les fueron asignadas tareas cotidianas. Skyler era cabrero. Todos los días sacaba del<br />

establo a un grupo de escuálidas cabras, lo conducía hasta lejanos pastos y volvía a<br />

encerrarlo a última hora de la tarde, cuando el sol ya estaba bajo en el cielo. Aquel trabajo<br />

le producía una cierta sensación de libertad.<br />

A Raisin siempre le encomendaban las peores tareas, pero en una de ellas había<br />

una ventaja oculta. Una vez a la semana lo enviaban a recoger miel de las colmenas de<br />

los bosques —un trabajo que pocos tenían valor para realizar—, y tales ocasiones se<br />

convertían en motivo de fiesta. Raisin abandonaba sus tarros de miel e iba a reunirse con<br />

Skyler. Lejos del Laboratorio, los dos amigos podían hacer lo que se les antojase.<br />

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