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CAPÍTULO 14<br />
Tizzie llegó al apartamento de Jude y abrió con su propia llave, haciendo equilibrios<br />
con el bolso en una mano y con un paquete envuelto para regalo en la otra. Sabía que no<br />
había nadie en casa. Desde la calle había visto que muchas de las ventanas del edificio<br />
estaban iluminadas, pero no las de aquel piso.<br />
La joven había oído el mensaje de Jude en el contestador, aunque en realidad él no<br />
dejó mensaje, sino simplemente su nombre. Ella había decidido que lo mejor sería ir a<br />
verlo, aunque se sentía fatigada tras el viaje y habría preferido irse derecha a la cama de<br />
no ser porque sentía remordimientos. Últimamente, se había mostrado fría y distante<br />
hacia Jude, y no había sido ésa su intención. Estaba recibiendo de Jude mensajes<br />
contradictorios. Parecía que él deseaba una mayor intimidad, pero cada vez que ella<br />
avanzaba un paso en su dirección, era como si Jude retrocediese otro paso. Y Tizzie,<br />
pese a lo mucho que le gustaba Jude, también se sentía incómoda con él, y no<br />
comprendía por qué. Era eso lo que la hacía sentir remordimientos. Fueron precisamente<br />
esos remordimientos los que le hicieron comprarle un bonito jersey de punto en una<br />
pequeña tienda de White Fish Bay.<br />
Dejó el paquete en una mesita del vestíbulo, entró en la cocina y encendió la luz.<br />
Estudió el desorden reinante. Sobre una repisa había una botella vacía de whisky, y la<br />
pila estaba llena de cacharros sucios, entre ellos dos platos con manchas de huevo. Jude<br />
había tenido visita, eso estaba claro, se pasaron la noche bebiendo y después<br />
desayunaron. Pero... ¿qué demonios hacía allí aquel trapo de cocina lleno de pelos<br />
cortados? ¿Qué estaba sucediendo?<br />
Pasó a la sala y pudo darse cuenta de que alguien había dormido en el sofá, lo cual<br />
la tranquilizó relativamente. Al menos Jude no le había sido infiel. O eso, o su rival<br />
roncaba muy fuerte, se dijo a sí misma en broma. Se golpeó la rodilla con el borde de la<br />
mesita del sofá y masculló una imprecación.<br />
En cuanto entró en el dormitorio y oyó el sonido de una respiración acompasada,<br />
comprendió que Jude estaba allí, dormido. Cosa que no dejaba de ser extraña, pues ¿a<br />
qué venía estar durmiendo al anochecer? Se acercó al lado izquierdo de la cama y miró a<br />
Jude en la penumbra. La suave mejilla, las largas pestañas, el cabello castaño... Parecía<br />
tranquilo e indefenso, casi como un muchacho, y verlo así hizo que Tizzie experimentara<br />
una complicada amalgama de pasión de mujer y sentimientos maternales.<br />
Se dijo que tampoco a ella le vendría mal echarse una siesta, ya que el viaje de<br />
regreso a Nueva York la había dejado exhausta. Rodeó la cama, se sentó en una silla, se<br />
quitó los zapatos y los dejó a un lado. Se puso en pie, se bajó la cremallera del vestido,<br />
dejó que éste resbalara hasta el suelo, se inclinó a recogerlo y lo dejó sobre el respaldo<br />
de la silla. Después se quitó los pantis y el sujetador y los colocó sobre el vestido. Advirtió<br />
que la respiración de Jude cambiaba, como si el durmiente hubiera pasado a una fase de<br />
sueño distinta.<br />
Fue hasta el lado derecho de la cama, se metió dentro de ella y se cubrió con la<br />
sábana hasta la barbilla. Notó el fresco tacto del algodón sobre la piel. Estiró las piernas y<br />
miró al hombre que dormía a su lado en la penumbra. Estaba vuelto hacia el otro lado, por<br />
lo que sólo podía verle la espalda. Incluso en reposo, los músculos de aquella espalda<br />
parecían fuertes, viriles. Tizzie se arrimó a Jude, le puso un brazo en torno al cuerpo, los<br />
pechos contra la espalda y las piernas entre las de él. Quedaron como dos cucharas en el<br />
interior del cajón de los cubiertos.<br />
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