Darnton, John - Experimento

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07.11.2014 Views

parecía Jude. Y a medida que éste lo iba interrogando y comentaba con él lo de la isla y la vida que en ella llevaban los jiminis, y aventuraba teorías acerca de los porqués de aquel misterio, Skyler comenzó a sentir algo totalmente imprevisto: camaradería, complicidad. Quizá esto se debía a lo solo y desesperado que se sentía. Si deseaba descubrir la verdad acerca del Laboratorio, necesitaba tener a Jude de su parte. Pero no era sólo por eso. Jude le inspiraba confianza. Parecía sincero. No daba la sensación de estar representando una comedia. Sin embargo, ahora Skyler ya no sabía qué pensar. La foto lo había cambiado todo. O tal vez no. Era imposible que en el mundo existiera otra Julia. Y sin embargo aquella persona —Tizzie, la había llamado Jude—, era su vivo retrato. Se parecía a Julia tanto como Jude a Skyler. Pero... ¿cómo podía ser eso posible? ¿Tanto abundarían en el mundo los dobles? ¿Estaría a fin de cuentas Jude representando una comedia? ¿Formaría parte de la misma conspiración que acabó con Julia? ¿Tendría Jude la intención de matarlo también a él? Skyler se dijo que tendría que mantenerse permanentemente en guardia. Se despojó del pijama y lo tiró en un rincón. Luego se metió en la bañera. Había otra cosa que no quería admitir cuando pensaba en la foto. La imagen le había sorprendido y entristecido, al traerle recuerdos de Julia. Pero también había hecho nacer en él una mínima esperanza. Por lo visto, existía alguien con el mismo aspecto. Quizá, por imposible que le resultara creerlo, la mujer también actuase como Julia... quizá incluso fuese como ella. En aquel momento Skyler oyó un ruido. En alguna parte sonaba agua cayendo sobre un suelo de baldosas. Jude estaba tumbado en su cama, con las manos enlazadas tras la cabeza, contemplando el techo. Hacía unos momentos había representado una pequeña comedia para levantarle el ánimo a Skyler. Había hecho ver que tenía un plan de acción. Pero lo cierto era que no tenía ni idea de qué podía hacer ni de a quién podía recurrir. Jamás se había visto en una situación tan endemoniada como aquella. Debía proceder paso a paso, tratar de resolver las incógnitas una a una. Aquella partida de ajedrez tendría que jugarla haciendo uso del instinto. Iría desplegando los peones con la esperanza de que tarde o temprano se le ocurriese alguna buena jugada. Lo primero y principal era poner a Skyler a buen recaudo. Probablemente, tendría que disfrazarse de algún modo. Se preguntó si, pareciéndose más a él, Skyler correría más o menos peligro. Tal vez conviniera buscar ayuda, hablar con alguien. Tarde o temprano, Tizzie tendría que enterarse de lo que ocurría. Siguiendo un súbito impulso, descolgó el teléfono y marcó su número, pero no estaba en casa. Seguía fuera de la ciudad, sabía Dios dónde. En el mensaje del contestador, su voz sonaba fría y formal. Jude se limitó a dejar su nombre. En el momento en que colgaba el teléfono, oyó algo: agua cayendo sobre el suelo. Cristo. Ese chico ni siquiera sabe bañarse sin ponerlo todo perdido de agua. Se levantó rápidamente, fue al baño y abrió la puerta. El agua de la bañera se estaba desbordando y Skyler trataba de cerrar los grifos. Cuando lo consiguió, volvió a estirarse en la bañera. Y ahora le tocó a Jude el turno de sorprenderse. Se fijó en un detalle del cuerpo de Skyler, una pequeña mancha azul que tenía en la parte interna del muslo derecho. —¿Qué demonios es esto? —le preguntó señalándola. 101

—Nuestra marca. Todos la tenemos. —¿Todos? —Sí, todos los jiminis. Jude miró la marca más de cerca. Era un poco mayor que una moneda de veinticinco centavos y su diseño era muy curioso. Parecían dos bebés, uno frente a otro, unidos por las manos. —Mierda —exclamó Jude asombrado—. Es un tatuaje. Alguien te hizo un tatuaje. — le dijo clavándole la mirada—. Y vuestro nombre no es jiminis. Es géminis. Jude estaba cruzando a gran velocidad el puente Tappan Zee. El coche iba tan deprisa que la luz del sol parpadeaba entre los soportes del puente como una vieja película en blanco y negro. Allá abajo, el Hudson fluía hacia el norte hasta perderse de vista. Sus aguas estaban salpicadas de velas que parecían comas blancas sobre la superficie azul. Estaba hecho un lío. Todo aquello era absurdo. La marca en el muslo de Skyler tenía que significar algo, y el hecho de que él y los otros miembros de su «grupo de edad» — sabía Dios lo que significaba el término— recibieran el nombre de géminis también tenía que significar algo. Pero... ¿qué? Jude no tenía ni la más remota idea. No obstante, al ver la marca había recordado algo. ¿Sería una coincidencia? ¿O tal vez el cadáver de Tylerville tenía una marca similar en el muslo hasta que su asesino se la arrancó? Pero... ¿por qué tuvo que arrancársela? El misterio no sólo se estaba haciendo cada vez más profundo, sino también cada vez más amplio. Al menos, ahora ya tenía algo que hacer, un punto de partida. Él era reportero y, como tal, especialista en desenterrar verdades que la gente trataba de mantener ocultas, así que lo único que necesitaba era eso, un punto de partida. Ahora que ya estaba sobre la pista, la seguiría como un sabueso, y se mantendría sobre ella hasta que alcanzase la solución del misterio o llegara a un callejón sin salida. De momento se dirigía a toda velocidad a New Paltz. Lo de encontrarle alojamiento a Skyler podía esperar, pues la visita a New Paltz era más importante. Una vez Skyler estuvo limpio y presentable, con unos vaqueros y una camiseta, lo primero que hizo Jude fue llamar por teléfono. Habló desde la cocina para que Skyler no lo oyese. No porque desconfiase de él, sino porque, simplemente, consideraba que, hasta que las cosas estuvieran un poco más claras, cuanto menos supiera Skyler, mejor. —Operaciones Especiales —respondió la secretaria. Jude dio su nombre. Esta vez pasó más de un minuto antes de que Raymond se pusiera al aparato. —Hola, chico, ¿qué tal te va? —Bien. ¿Y a ti? —Estupendamente. Jude se esforzó en hablar con voz normal, en no dejar traslucir el más mínimo nerviosismo, y le pareció que Raymond estaba haciendo lo mismo. —Te llamo porque aún sigo investigando el caso de asesinato de New Paltz, y quería saber si había surgido algo nuevo. ¿Se identificó por fin a la víctima? —Mierda, sí. La identificación llegó hace poco. Quería llamarte pero... Ya sabes. He estado ocupadísimo. Jude abrió su cuaderno de notas. 102

parecía Jude. Y a medida que éste lo iba interrogando y comentaba con él lo de la isla y<br />

la vida que en ella llevaban los jiminis, y aventuraba teorías acerca de los porqués de<br />

aquel misterio, Skyler comenzó a sentir algo totalmente imprevisto: camaradería,<br />

complicidad. Quizá esto se debía a lo solo y desesperado que se sentía. Si deseaba<br />

descubrir la verdad acerca del Laboratorio, necesitaba tener a Jude de su parte. Pero no<br />

era sólo por eso. Jude le inspiraba confianza. Parecía sincero. No daba la sensación de<br />

estar representando una comedia.<br />

Sin embargo, ahora Skyler ya no sabía qué pensar. La foto lo había cambiado todo.<br />

O tal vez no. Era imposible que en el mundo existiera otra Julia. Y sin embargo aquella<br />

persona —Tizzie, la había llamado Jude—, era su vivo retrato. Se parecía a Julia tanto<br />

como Jude a Skyler. Pero... ¿cómo podía ser eso posible? ¿Tanto abundarían en el<br />

mundo los dobles? ¿Estaría a fin de cuentas Jude representando una comedia?<br />

¿Formaría parte de la misma conspiración que acabó con Julia? ¿Tendría Jude la<br />

intención de matarlo también a él? Skyler se dijo que tendría que mantenerse<br />

permanentemente en guardia.<br />

Se despojó del pijama y lo tiró en un rincón. Luego se metió en la bañera. Había otra<br />

cosa que no quería admitir cuando pensaba en la foto. La imagen le había sorprendido y<br />

entristecido, al traerle recuerdos de Julia. Pero también había hecho nacer en él una<br />

mínima esperanza. Por lo visto, existía alguien con el mismo aspecto. Quizá, por<br />

imposible que le resultara creerlo, la mujer también actuase como Julia... quizá incluso<br />

fuese como ella.<br />

En aquel momento Skyler oyó un ruido. En alguna parte sonaba agua cayendo sobre<br />

un suelo de baldosas.<br />

Jude estaba tumbado en su cama, con las manos enlazadas tras la cabeza,<br />

contemplando el techo. Hacía unos momentos había representado una pequeña comedia<br />

para levantarle el ánimo a Skyler. Había hecho ver que tenía un plan de acción. Pero lo<br />

cierto era que no tenía ni idea de qué podía hacer ni de a quién podía recurrir. Jamás se<br />

había visto en una situación tan endemoniada como aquella.<br />

Debía proceder paso a paso, tratar de resolver las incógnitas una a una. Aquella<br />

partida de ajedrez tendría que jugarla haciendo uso del instinto. Iría desplegando los<br />

peones con la esperanza de que tarde o temprano se le ocurriese alguna buena jugada.<br />

Lo primero y principal era poner a Skyler a buen recaudo. Probablemente, tendría que<br />

disfrazarse de algún modo. Se preguntó si, pareciéndose más a él, Skyler correría más o<br />

menos peligro.<br />

Tal vez conviniera buscar ayuda, hablar con alguien. Tarde o temprano, Tizzie<br />

tendría que enterarse de lo que ocurría. Siguiendo un súbito impulso, descolgó el teléfono<br />

y marcó su número, pero no estaba en casa. Seguía fuera de la ciudad, sabía Dios<br />

dónde. En el mensaje del contestador, su voz sonaba fría y formal. Jude se limitó a dejar<br />

su nombre.<br />

En el momento en que colgaba el teléfono, oyó algo: agua cayendo sobre el suelo.<br />

Cristo. Ese chico ni siquiera sabe bañarse sin ponerlo todo perdido de agua.<br />

Se levantó rápidamente, fue al baño y abrió la puerta. El agua de la bañera se<br />

estaba desbordando y Skyler trataba de cerrar los grifos. Cuando lo consiguió, volvió a<br />

estirarse en la bañera.<br />

Y ahora le tocó a Jude el turno de sorprenderse. Se fijó en un detalle del cuerpo de<br />

Skyler, una pequeña mancha azul que tenía en la parte interna del muslo derecho.<br />

—¿Qué demonios es esto? —le preguntó señalándola.<br />

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