Nº 31, Septiembre 2010 - Centro de Estudios Garrigues

COLABORACIONES
José Morejón Villanueva
Director regional RR.HH. Roche Centroamérica & Caribe. Antiguo Alumno Máster en Recursos Humano 1998-1999.
Mi empresa me manda al
extranjero. ¿Quién se beneficia
de todo esto?
Se suele asociar el término expatriación
con el de promoción, mejoras económicas
y beneficios atractivos para el
expatriado. Igualmente es sabido que
existen unos costes en los que incurre
la empresa al “exportar” a un empleado
y que la gestión de la vuelta es una
tema delicado e incierto… Entonces,
¿quién sale beneficiado de todo esto?
Aunque hasta hace años se reservaba
a unos pocos, en la actualidad
es normal tener conocidos en esas
circunstancias (¡que buena excusa
para ir a verlos!). Las organizaciones
entienden que es una ventaja competitiva
el ofrecer estas oportunidades a los
empleados, y son más los que aceptan
estos retos. Cierto es que la situación
económica que estamos atravesando y
sus previsiones invitan a hacer las maletas
a más de uno.
Sin lugar a dudas la expatriación
es un fenómeno creciente, tal y como
reflejan las cifras facilitadas por el Foro
Español de Expatriación (FEEX), ya que
el número de expatriados españoles
se ha incrementado en un 69 % en dos
años, pasando de 2.201 que se registraron
en el 2007 a los 3.208 reportados
en el 2009.
Parece que de algún modo la mentalidad
y las viejas barreras que los
españoles hemos tenido a residir en el
extranjero se están derribando. El mundo
global y cada vez más internacionalizado
en el que vivimos han propiciado
parte de este cambio. La facilidad para
viajar donde las distancias se relativizan,
el desarrollo tecnológico y de los
medios de comunicación, la mejora de
los idiomas y de la formación y el que
cada día las empresas tengan ámbitos
más globales hace que estas oportunidades
surjan con mayor frecuencia.
Como en toda relación de pareja, el
binomio empresa-empleado no podía
ser distinto.
El alineamiento y equilibrio de las
expectativas y necesidades de ambas
partes tienen que estar en sintonía,
pues de lo contrario la relación se deteriora
y se termina rompiendo.
La empresa tiene un punto de partida:
¿qué queremos conseguir con la
expatriación?, ¿qué resultados esperamos
que el expatriado consiga?, ¿qué
beneficio vamos a obtener con ello?, ¿a
qué coste?
Las compañías suelen ofrecer las
asignaciones internacionales a empleados
que cuentan con unos conocimientos
o experiencia necesaria para
el desarrollo organizativo en el país de
destino (consultores, ingenieros, perfiles
técnicos, etc.) o a empleados con
potencial de asumir mayores responsabilidades
a futuro como parte de su
plan de desarrollo.
Y es que la compensación económica
ya no lo es todo para algunos y
los movimientos internacionales, como
apuesta y oportunidad de aprender de
forma acelerada, se convierten en otra
herramienta retributiva. La gestión del
cambio, visión estratégica, multiculturalidad,
relaciones interpersonales son
algunas competencias que se pueden
trabajar en un aula pero, sin duda, la
mejor forma de desarrollarlas es salir
ahí fuera y enfrentarse a ellas en primera
persona.
Por otro lado, los costes económicos
asociados a una expatriación
suelen ser altos para las empresas y a
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