Nº 31, Septiembre 2010 - Centro de Estudios Garrigues

COLABORACION EXTRAORDINARIA
me había dejado olvidado mi ordenador
enchufado al lado de la puerta de
embarque. Por disciplina profesional,
mi ordenador no contenía información
confidencial. Además, un buen samaritano
lo entregó a la oficina de objetos
perdidos del aeropuerto, de forma que
lo pude recuperar.
Otros profesores o empleados de
la Universidad de Georgetown no tomaron
las mismas precauciones. En
cuatro ocasiones distintas han perdido
datos de alumnos, empleados o antiguos
alumnos. En estas cuatro ocasiones,
de conformidad con las leyes de
protección de datos del Distrito de Columbia,
hemos tenido que notificar a las
personas afectadas, establecer teléfonos
de atención al cliente para atenderles
y suscribir servicios de protección
crediticia. Todo ello con grandes costes
económicos y un desgaste significativo
de nuestra reputación institucional.
Si un ordenador portátil, un pen drive
o un teléfono móvil ha de contener
información confidencial es imperativo
que esa información esté encriptada.
No basta con establecer una contraseña
general para el ordenador o para
un documento porque un programa de
software para eliminar o cambiar esas
contraseñas está disponible en Internet
por menos de 40 dólares.
Las Redes Sociales
El fenómeno de las redes sociales,
como Facebook y LinkedIn, todavía sorprende
a los sociólogos y a los expertos
en tecnologías. Facebook, por ejemplo,
tiene una población mundial de 500
millones de habitantes virtuales. Estas
redes permiten acercar a quienes tenemos
lejos y alejar a quienes tenemos
cerca. Al mismo tiempo, contribuyen
a diluir aún más la separación entre la
vida personal y la profesional. Cuando
colegas, supervisores y supervisados,
clientes y abogados se relacionan en las
redes sociales, las cosas pueden complicarse.
El presidente de una de las asociaciones
de estudiantes de Georgetown
University tuvo muchas dificultades para
encontrar trabajo en el 2006. A pesar de
tener un currículo brillante, no conseguía
que los despachos de abogados
se interesaran por su candidatura. En
el transcurso de una comida informal,
le comenté que tal vez se debiera a que
una búsqueda de su nombre en Facebook
mostraba unas fotos suyas en una
fiesta estudiantil con una etiqueta de cerveza
pegada a la frente. Según las leyes
de privacidad de Estados Unidos, está
prohibido tomar decisiones laborales
basándose en información no contrastada
de las redes sociales. Lo cierto, sin
embargo, es que muchos despachos,
además de socios de negocio y clientes,
utilizan Google y Facebook para
conocer mejor a aquellos con quienes
trabajan o van a trabajar.
Todo el mundo que participa en
redes sociales, y sobre todo aquellos
profesionales que representan a las organizaciones
para las cuales trabajan en
todo momento, deben elegir y mantener
cuidadosamente las opciones de privacidad
de las redes sociales y de otras
fuentes de información en Internet.
Los peligros y ataques informaticos
No, nadie en Nigeria quiere entregar
un millón de dólares por Internet a un extraño.
No, no hace falta devolver 90,000
dólares al nuevo cliente que dice haberse
equivocado mandando un cheque de
100,000 dólares en lugar de un cheque
de 10,000 como depósito. No, no hay
que cambiar la contraseña y el nombre
de usuario en la página web del correo
electrónico que nos acaba de mandar el
Banco Bilbao Vizcaya. No, no hay que
pinchar en el enlace que muestra fotos
de George Clooney de vacaciones en
la playa con Penélope Cruz. No, no hay
que facilitar el número de cuenta al amable
operario de Telefónica MoviStar con
un acento ruso tan simpático que nos
acaba de llamar.
El fraude electrónico, la usurpación
de la identidad y el espionaje industrial
son cada vez más frecuentes porque
cada vez hay más personas conectadas
a Internet y cada vez hay más criminales
dispuestos a engañar a esas personas.
Los abogados tienen obligaciones fiduciarias
adicionales, en representación
de sus clientes y actuando como agentes
de sus despachos, para evitar ser
víctimas de estos engaños.
Las políticas de retención de datos
son fundamentales en la práctica del
Derecho. Si hay una, hay que conocerla
y respetarla, no solo para documentos
sino también para correos electrónicos,
registros de llamadas y otros datos
como los mensajes de texto. Si no existen
estas políticas, la organización debe
crear una lo antes posible.
Además de una política de retención
de datos, los abogados y los despachos
han de establecer un proceso de control
de contenidos adicional para aquellos
documentos que circulan electrónicamente
o se entregan mediante una página
web. Muchos de los juzgados de
Estados Unidos aceptan el envío de documentos
por vía telemática pero exigen
una certificación de los abogados que
los entregan indicando que los documentos
no contienen virus informáticos.
Sin saberlo, muchos abogados y otros
trabajadores del conocimiento envían
documentos electrónicamente que contienen
meta data, esto es, información
oculta que ayuda a los destinatarios a
descubrir cómo se creó el documento
y el texto de los borradores antes de la
versión final. El Colegio de Abogados
del Distrito de Columbia no establece
ninguna penalización profesional por
consultar estos datos ocultos como consecuencia
de la incompetencia de otro
abogado.
Por la evolución tecnológica y las
presiones del mercado, un uso eficiente
y responsable de las tecnologías de la
información es una característica más
de las que definen a un gran profesional
del Derecho.
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