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fines y medios, así como establecer como tarea central para la educación<br />

la definición de objetivos operacionales, sujetos a medición. Para<br />

comprender el sentido del currículo se ha incorporado la categoría de<br />

currículo oculto (Torres, 2003), que nombra la parte invisible, desde<br />

relaciones hasta valores, tensiones y contextos. Varios autores enfatizan<br />

la diferencia entre el currículo como una propuesta teórica, un discurso y la<br />

práctica del currículo, que se diferencia del anterior. En este sentido, se<br />

debe considerar esta transformación del currículo en los espacios locales.<br />

Desde los años noventa, el currículo ha ido transitando, cada vez en<br />

mayor medida, por los principios transversales de equidad, calidad y<br />

género, entre otros. Diferentes enfoques pedagógicos, incluso<br />

antagónicos, se han hecho presentes en el currículo, desde el tecnológico<br />

hasta el academicista o el constructivista. Además, las reformas de los<br />

noventa consagraron la diferenciación entre “objetivos curriculares<br />

mínimos” (también denominados “comunes” a nivel nacional) y un<br />

currículo variable a ser definido desde el nivel local, ya sea a cargo de las<br />

instancias intermedias (provincias, estados) o directamente de las<br />

escuelas. Esta estructura ha generado fragmentaciones severas en el<br />

sistema educativo.<br />

El currículo, como puede verse, ha sido un campo de disputa. Y al igual<br />

que en el caso de las políticas públicas, existe algo así como “lo<br />

políticamente correcto” en el campo del currículo, cambiante de acuerdo<br />

con los contextos. Autores como Gimeno (2002) hacen referencia al hecho<br />

de que las políticas neoliberales han reducido el currículo a un objeto<br />

gestionable, medible y observable. En el mismo sentido, la formación de<br />

los docentes se ha limitado en muchos casos a prepararlos como<br />

administradores del currículo, en particular de estrategias y materiales<br />

educativos.<br />

Así las cosas, el currículo constituye un dispositivo de control, pero<br />

también implica un resquicio para una práctica emancipadora. Varios<br />

autores (Gimeno, 2002) diferencian entre el currículo prescripto o<br />

normativo y el currículo en acción, en diferentes niveles de la práctica. La<br />

congruencia entre los niveles, sin incurrir en propuestas autoritarias, sigue<br />

siendo una tarea pendiente para los sistemas educativos.<br />

Finalmente, el currículo da cuenta tanto de lo “enseñable” en la escuela<br />

como en programas educativos no formales. El gran reto ha sido generar<br />

estructuras curriculares que se liberen de la división del conocimiento por<br />

disciplinas y asignaturas y que estén relacionados con la experiencia de<br />

los sujetos, de manera que propicien la recuperación de sus saberes y<br />

funjan como vehículo de aprendizaje para la vida cotidiana.<br />

Aportes conceptuales de la educación de personas jóvenes y adultas 175

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