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aprendizaje y una EPJA de calidad. En dicho documento se establece que<br />
deberán promoverse programas de financiamiento trasnacional y nuevas<br />
fuentes de financiación priorizando la inversión en los más vulnerables,<br />
considerando, además, que el financiamiento es de gran utilidad para<br />
integrar a esta modalidad a otros sectores gubernamentales (UIL, 2009).<br />
El llamado a los países a incrementar el financiamiento ha sido difícil, ya<br />
que a pesar de los beneficios que produce la EPJA en la creación de<br />
sociedades más democráticas, pacíficas, inclusivas, productivas y<br />
saludables, muchas veces los resultados son intangibles y difíciles de<br />
medir. Algunos intentos se han hecho, como el estudio exploratorio sobre<br />
los costos del analfabetismo en América Latina y el Caribe (Martínez y<br />
Fernández, 2010) que refleja cómo niveles más altos de escolaridad se<br />
relacionan con un empleo mejor remunerado; o el programa HERproject,<br />
que reporta sobre los beneficios de los programas para el mejoramiento de<br />
la salud de las mujeres en China, Egipto, India, México, Pakistán y<br />
Vietnam (Yeager, 2010).<br />
Si bien el escaso financiamiento hacia la EPJA no es nuevo, se hizo<br />
evidente desde el año 2000, dado que las Metas de Desarrollo del Milenio<br />
(MDM) incluyen sólo dos de las metas de Educación para Todos (EPT):<br />
aquellas que promueven educación primaria universal y paridad de género<br />
en la escuela. Si bien ha habido, sobre todo en los primeros años del<br />
nuevo siglo, un progreso real en el tratamiento de estos dos objetivos de la<br />
EPT, el inesperado efecto fue el descuido del gasto en EPJA. En esta<br />
línea, una investigación realizada en los países de la región Asia y el<br />
Pacífico muestra que el costo agregado para alcanzar la parte de la meta<br />
4 de EPT relacionada con reducir el analfabetismo adulto a la mitad en<br />
2015 en esos países, es de aproximadamente 45 billones de dólares<br />
(Raya, 2012).<br />
La ya reconocida recomendación internacional de invertir al menos 6% del<br />
Producto Interno Bruto (PIB) en educación, suscrito en los documentos de<br />
CONFINTEA V y CONFINTEA VI, ha sido alcanzada tan sólo por cuatro<br />
países de América Latina y el Caribe. Si bien debe hacerse un gran<br />
esfuerzo en este sentido, dicha recomendación no considera la asignación<br />
de un monto específico a la EPJA, como lo plantea la Campaña Mundial<br />
por la Educación (CME, 2005), que propuso dedicar 3% del presupuesto<br />
nacional de educación a los programas de alfabetización de adultos, o la<br />
Declaración de Bonn sobre la Financiación de la Educación de Adultos<br />
para el Desarrollo (DVV Internacional, 2009), que hace un llamado a los<br />
gobiernos a asignar un mínimo de 6% de los recursos del sector<br />
educación a la educación de personas jóvenes y adultas, reservando la<br />
mitad para programas de alfabetización de adultos, allí donde sean<br />
necesarios. De acuerdo a los reportes nacionales de progreso enviados a<br />
la UNESCO-UIL para la elaboración del Informe Mundial de Aprendizaje y<br />
154 Aportes conceptuales de la educación de personas jóvenes y adultas