Tomo III. Luis Vitale C - Archivo Chile

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Por eso, la deuda externa venezolana debe ser analizada con un criterio diferente a la de los países no-petroleros. En ella incidió indudablemente el aumento de los precios de los bienes de capital y de los productos alimenticios importados, pero también la política económica de desaceleración implantada por el gobierno copeyano que hizo descender el nivel de crecimiento del PTB a casi cero. El presidente Herrera y sus consejeros económicos mantuvieron de manera forzada el valor del bolívar, mientras aumentaba la deuda externa, contradicción que tenía que estallar en algún momento, como ocurrió en febrero de 1983. La deuda externa aumentó por la acumulación de los intereses de las amortizaciones no pagadas, hecho insólito por cuanto Venezuela tuvo un ingreso de 100.000 mil millones de dólares entre los años 1975-83. Los administradores del segundo gobierno copeyano han argumentado que el gobierno de Herrera tuvo que sufrir la baja de los precios del petróleo en el último año de su gestión. Sin embargo, las cifras estadísticas, proporcionadas por el propio Banco Central, muestran que de 1979, año de la ascensión al poder de Herrera, hasta fines de 1982 entraron anualmente al país más de 16 mil millones de dólares por concepto de exportación no sólo de petróleo sino también de aluminio, hierro, metalmecánica y petroquímica. El gobierno copeyano pudo disponer de una mayor renta petrolera que el gobierno adeco anterior, porque esta materia prima fundamental, que mueve la energía del mundo, había sido nacionalizada por Carlos Andrés Pérez en 1975. Bajo la segunda experiencia copeyana que sufrió el pueblo venezolano se agravó la contradicción entre los extraordinarios ingresos del petróleo y una base industrial y agraria cada vez menos productiva, lo que condujo a que gran parte de la demanda fuera satisfecha con importaciones. La dependencia del petróleo, bajo el gobierno de Herrera se acentuó a tal punto que el 90% de las divisas provino de esa materia prima, como asimismo el 75% de los ingresos fiscales. La baja de los precios del petróleo en 1982 puso de manifiesto las febles bases en que descansaba la economía, obligando al gobierno de Herrera a imponer una devaluación disimulada y disfrazada de la moneda y a renegociar la deuda externa en condiciones desfavorable. Las promesas incumplidas del segundo gobierno copeyano desencadenaron rápidamente un proceso de lucha de las masas descontentas, que culminó en las movilizaciones de octubre de 1979 y de mediados de 1980 por aumento de salarios. El gobierno copeyano continuó la tendencia de los anteriores gobiernos de declarar ilegales más de 90% de las huelgas. Una de las actitudes antiobreras de la administración Herrera fue el visto bueno que dio la intervención del Sindicato SUTISS de la empresa SIDOR (Guayana), donde trabajaban cerca de 18.000 obreros. Poco antes de las elecciones presidenciales de 1983 -en las cuales el oficialismo copeyano logró imponer la candidatura de Caldera. Uno de los escasos logros del presidente Herrera fue haber impulsado algunas modificaciones de la reforma al Código Civil, que acogieron en parte ciertas reivindicaciones que durante décadas venían exigiendo las mujeres venezolanas. El máximo líder copeyano fue aplastantemente derrotado por el candidato de Acción Democrática, Jaime Lusinchi, quien obtuvo el 56.81% de los votos contra el 34,58% de Caldera en las elecciones del 4 de diciembre de 1983. LOS PARTIDOS SOCIALISTASError! Bookmark not defined. 98

La socialdemocracia latinoamericana desde 1930 hasta 1960 En este período, los PS tuvieron graves incompresiones ante los nuevos movimientos nacionalpopulistas, como el cardenismo, el varguismo, el peronismo e, inclusive, el Apra y Acción Democrática. El ejemplo más claro de esta incomprensión política fue el PS argentino que, en su fanatismo antiperonista, llegó a formar una alianza con el inperialismo y la oligarquía terrateniente. Esta posición provocó una nueva escisión del PS, saliendo de sus filas Angel Borlenghi, dirigente de los empleados de comercio, el exdiputado Dickman y otros militantes de base. La II Internacional, refundada en 1951 bajo el nombre de Internacional Socialista en la Conferencia Mundial de Frankfurt, no logró expandirse en América Latina a pesar de sus manifiestos deseos de formular una política para los países llamados subdesarrollados. Tampoco pudo prosperar su Secretariado Latinoamericano formado en 1955, con sede en Montevideo, ni el Comité Consultivo de este Secretariado creado en 1956. Su fracaso se hizo tan evidente que en 1962 se decretó su disolución, poco después del fallecimiento de Humberto Maiztegui 141 . La socialdemocracia desde la Revolución Cubana hasta 1976 La Revolución Cubana fue un test político no sólo para los partidos socialistas sino para todos los partidos de la izquierda marxista y nacionalista. Así como la Revolución Rusa de 1917 provocó la crisis de la socialdemocracia europea y la Revolución China aceleró la crisis de conducción burguesa de los movimientos nacionalistas del Asia, la Revolución Cubana provocó la crisis de todas las superestructuras políticas tradicionales de América Latina. Al iniciarse este proceso contra la dictadura de Batista, los partidos socialistas en su mayoría adhirieron a los postulados democráticos del Movimiento 26 de Julio, pero cuando la Revolución Cubana se fue profundizando, haciéndose no sólo antiimperialista sino anticapitalista, en un proceso de revolución permanente e ininterrumpida, los partidos socialistas le retiraron su apoyo. Sin embargo, algunos partidos que no pertenecían a la II Internacional, como el Partido Socialista de Chile y el Partido Socialista Revolucionario Ecuatoriano, se radicalizaron, especialmente el último bajo la conducción de Manuel Agustín Aguirre, que comprendió el carácter socialista de la Revolución. La formación de partidos revolucionarios de nuevo tipo, estimulados por el triunfo de la Revolución Cubana, redujo el espacio político de los partidos socialistas. Al mismo tiempo se reducía su espacio político en el centro por la competencia que comenzaba a hacerle una Democracia Cristiana pujante, con manifiestos deseos de convertirse en alternativa reformista, dispuesta a implementar la "Alianza para el Progreso" formulada por Kennedy, cuyo objetivo era mediatizar la etapa de ascenso revolucionario abierta con el triunfo de la Revolución Cubana. Al mismo tiempo, los partidos populistas que aparecían más cercanos a la II Internacional, como el APRA y Acción Democrática, se hicieron cada vez más anticomunistas. Ya no era el tradicional anticomunismo de la época de la guerra fría, sino un anticomunismo militante contra el primer Estado en transición al Socialismo en América Latina, como era Cuba. Betancourt, Haya de la Torre, José Figueres y otros fueron los nuevos jefes de esta cruzada continental contra el "castro-guevarismo-comunismo". El papel de la Socialdemocracia desde 1976 141 Karl-Ludwig Gunsche y Klaus Lantermann: Historia de la Internacional Socialista, Ed. Nueva Imagen, México, 1979. 99

Por eso, la deuda externa venezolana debe ser analizada con un criterio diferente a la de los países<br />

no-petroleros. En ella incidió indudablemente el aumento de los precios de los bienes de capital y de los<br />

productos alimenticios importados, pero también la política económica de desaceleración implantada por el<br />

gobierno copeyano que hizo descender el nivel de crecimiento del PTB a casi cero. El presidente Herrera y<br />

sus consejeros económicos mantuvieron de manera forzada el valor del bolívar, mientras aumentaba la deuda<br />

externa, contradicción que tenía que estallar en algún momento, como ocurrió en febrero de 1983. La deuda<br />

externa aumentó por la acumulación de los intereses de las amortizaciones no pagadas, hecho insólito por<br />

cuanto Venezuela tuvo un ingreso de 100.000 mil millones de dólares entre los años 1975-83.<br />

Los administradores del segundo gobierno copeyano han argumentado que el gobierno de Herrera<br />

tuvo que sufrir la baja de los precios del petróleo en el último año de su gestión. Sin embargo, las cifras<br />

estadísticas, proporcionadas por el propio Banco Central, muestran que de 1979, año de la ascensión al poder<br />

de Herrera, hasta fines de 1982 entraron anualmente al país más de 16 mil millones de dólares por concepto<br />

de exportación no sólo de petróleo sino también de aluminio, hierro, metalmecánica y petroquímica. El<br />

gobierno copeyano pudo disponer de una mayor renta petrolera que el gobierno adeco anterior, porque esta<br />

materia prima fundamental, que mueve la energía del mundo, había sido nacionalizada por Carlos Andrés<br />

Pérez en 1975.<br />

Bajo la segunda experiencia copeyana que sufrió el pueblo venezolano se agravó la contradicción<br />

entre los extraordinarios ingresos del petróleo y una base industrial y agraria cada vez menos productiva, lo<br />

que condujo a que gran parte de la demanda fuera satisfecha con importaciones. La dependencia del petróleo,<br />

bajo el gobierno de Herrera se acentuó a tal punto que el 90% de las divisas provino de esa materia prima,<br />

como asimismo el 75% de los ingresos fiscales.<br />

La baja de los precios del petróleo en 1982 puso de manifiesto las febles bases en que descansaba la<br />

economía, obligando al gobierno de Herrera a imponer una devaluación disimulada y disfrazada de la<br />

moneda y a renegociar la deuda externa en condiciones desfavorable.<br />

Las promesas incumplidas del segundo gobierno copeyano desencadenaron rápidamente un proceso<br />

de lucha de las masas descontentas, que culminó en las movilizaciones de octubre de 1979 y de mediados de<br />

1980 por aumento de salarios.<br />

El gobierno copeyano continuó la tendencia de los anteriores gobiernos de declarar ilegales más de<br />

90% de las huelgas. Una de las actitudes antiobreras de la administración Herrera fue el visto bueno que dio<br />

la intervención del Sindicato SUTISS de la empresa SIDOR (Guayana), donde trabajaban cerca de 18.000<br />

obreros.<br />

Poco antes de las elecciones presidenciales de 1983 -en las cuales el oficialismo copeyano logró<br />

imponer la candidatura de Caldera.<br />

Uno de los escasos logros del presidente Herrera fue haber impulsado algunas modificaciones de la<br />

reforma al Código Civil, que acogieron en parte ciertas reivindicaciones que durante décadas venían<br />

exigiendo las mujeres venezolanas.<br />

El máximo líder copeyano fue aplastantemente derrotado por el candidato de Acción Democrática,<br />

Jaime Lusinchi, quien obtuvo el 56.81% de los votos contra el 34,58% de Caldera en las elecciones del 4 de<br />

diciembre de 1983.<br />

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