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Caballo de Troya 6 - IDU

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Poco antes <strong>de</strong>l crepúsculo, los barómetros <strong>de</strong>l módulo ascendieron. Fue una<br />

subida lenta, pero progresiva.<br />

Aquello, sin embargo, lejos <strong>de</strong> tranquilizarnos, disparó la ansiedad. Que recuer<strong>de</strong>,<br />

en ninguno <strong>de</strong> los lanzamientos pa<strong>de</strong>cimos un nerviosismo tan<br />

acusado. Quizá era lógico. La inminente inversión axial -la cuarta- era crucial.<br />

¿Crucial? Creo que soy muy benevolente. Si las neuronas se <strong>de</strong>splomaban en<br />

este retroceso, quién sabe lo que nos reservaba el Destino... Y la palabra<br />

«muerte» rondó <strong>de</strong> nuevo.<br />

No obstante, sujetando en corto los temores, cada cual procuró evitar el<br />

asunto lo mejor que pudo y supo. Paseamos. Oteamos los horizontes. Verificamos<br />

la meteorología. Hicimos proyectos. Conversamos y, sobre todo, nos<br />

refugiamos en nosotros mismos y en esa espléndida y enigmática «fuerza»<br />

que nos asistía...<br />

1 020 milibares.<br />

La noche, serena y estrellada, lo intentó. Quiso apaciguarnos. Fue inútil. No<br />

hubo forma <strong>de</strong> conciliar el sueño.<br />

El frente huyó y, una vez consolidada la meteorología, el or<strong>de</strong>nador central<br />

recomendó el <strong>de</strong>spegue para las 6 horas <strong>de</strong>l día siguiente, jueves, 7 <strong>de</strong> setiembre.<br />

El «salto» no <strong>de</strong>bía ser <strong>de</strong>morado. A partir <strong>de</strong>l mediodía, el molesto<br />

maarabit, el viento <strong>de</strong>l oeste, irrumpiría puntual en el yam. Convenía, pues,<br />

a<strong>de</strong>lantarse.<br />

1 030 mbar.<br />

Respiramos.<br />

La climatología se puso <strong>de</strong>finitivamente <strong>de</strong> nuestro lado.<br />

A eso <strong>de</strong> las tres <strong>de</strong> la madrugada, envarado como una lanza, mi hermano<br />

abandonó su litera. Se sentó frente a los controles y tecleó. Así permaneció<br />

durante una hora. Después, volviéndose hacia este explorador, mostró una<br />

hoja <strong>de</strong> papel. Sonrió y me invitó a leer.<br />

Al comprobar el contenido le respondí con otra sonrisa. Aquel joven brillante<br />

y entusiasta no tenía arreglo...<br />

Al medio centenar <strong>de</strong> preguntas ya dispuesto anteriormente -todas <strong>de</strong>stinadas<br />

a Jesús <strong>de</strong> Nazaret- sumaba ahora otras cincuenta, a cual más insólita<br />

y comprometedora. La verdad sea dicha, en esos críticos instantes no presté<br />

mayor atención a las inquietu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> Eliseo. Pero el piloto iba en serio. Muy en<br />

serio...<br />

En cuestión <strong>de</strong> días tendría la oportunidad <strong>de</strong> comprobarlo.<br />

5 horas.<br />

Me puse en pie. Y con una mirada, mi hermano me entendió.<br />

Había llegado el momento.<br />

El amanecer, previsto para 37 minutos más tar<strong>de</strong>, marcaría el comienzo <strong>de</strong> la<br />

cuenta atrás.<br />

Inspiré profundamente y sentí cómo aquella benéfica «fuerza» me empujaba<br />

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