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hombres...<br />
»De esto, habla tan sólo a José y a Isabel, tu pariente, a quien también he<br />
aparecido y que pronto dará a luz un niño cuyo nombre será Juan. Isabel<br />
prepara el camino para el mensaje <strong>de</strong> liberación que tu hijo proclamará con<br />
fuerza y profunda convicción a los hombres. No du<strong>de</strong>s <strong>de</strong> mi palabra, María,<br />
ya que esta casa ha sido escogida como morada terrestre <strong>de</strong> este niño <strong>de</strong>l<br />
Destino...<br />
»Ten mi bendición. El po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l Más Alto te sostendrá...<br />
»El Señor <strong>de</strong> toda la Tierra exten<strong>de</strong>rá sobre ti su protección.»<br />
El mensaje es transparente.<br />
«Concepción or<strong>de</strong>nada por el cielo...»<br />
Eso no significaba que Dios fuera a modificar las naturales leyes <strong>de</strong> la herencia,<br />
haciendo concebir a María sin la participación <strong>de</strong> su esposo. Siempre he creído<br />
que ese magnífico y po<strong>de</strong>roso Padre tiene la facultad para lograr que alguien<br />
engendre al estilo <strong>de</strong> lo apuntado por los evangelistas. Pero también sé que,<br />
por encima <strong>de</strong> todo, es un Dios sensato y respetuoso con sus propias leyes. Si<br />
el Maestro <strong>de</strong>seaba ser un hombre -en todo el sentido <strong>de</strong> la palabra-, ¿por qué<br />
empezar con una alteración tan singular? No es lógico, a no ser que fueran los<br />
propios hombres quienes, en su afán por enaltecer a Jesús, cambiaran la<br />
realidad. Como siempre, somos nosotros quienes hacemos a Dios a nuestra<br />
imagen y semejanza...<br />
«E inaugurará el reino <strong>de</strong> los cielos sobre la Tierra y entre los hombres.»<br />
¿Cuándo, el ángel, hace alusión al trono <strong>de</strong> David o a la casa <strong>de</strong> Jacob?<br />
¿No es más espléndido que el Hijo <strong>de</strong>l Hombre viniera a abrir los ojos <strong>de</strong> toda<br />
la Humanidad, en lugar <strong>de</strong> tomar posesión <strong>de</strong>l «gobierno» <strong>de</strong> una nación?<br />
Los primeros cristianos, en efecto, arrinconaron muy pronto las advertencias<br />
<strong>de</strong>l Resucitado. Y como buenos judíos no <strong>de</strong>saprovecharon la oportunidad,<br />
i<strong>de</strong>ntificando al Maestro con el Mesías prometido...<br />
Y <strong>de</strong> nuevo creo que olvido algo importante. Lo he mencionado <strong>de</strong> pasada,<br />
pero entiendo que conviene profundizar en ello. Dije que la Señora estaba<br />
convencida <strong>de</strong> la concepción «no humana» <strong>de</strong> su Hijo. Pues bien, ¿cómo era<br />
esto posible? ¿Cuál fue su razonamiento? Si María, cuando se quedó encinta,<br />
se hallaba legalmente casada, manteniendo las lógicas relaciones sexuales<br />
con José, ¿por qué afirmaba que Jesús fue engendrado <strong>de</strong> forma sobrenatural?<br />
La clave, en mi opinión, era Isabel, su prima lejana. Fue, simplemente, una<br />
<strong>de</strong>ducción. Si la madre <strong>de</strong> Juan, el Bautista, estaba incapacitada para tener<br />
hijos y, sin embargo, alumbró al Anunciador, eso quería <strong>de</strong>cir que dicho<br />
embarazo fue cosa <strong>de</strong>l Altísimo. Y si ambos niños -Juan y Jesús- tenían<br />
prácticamente la misma misión (así lo a<strong>de</strong>lantó el ángel), ¿por qué la concepción<br />
<strong>de</strong> su Hijo iba a ser diferente? El argumento tenía cierta lógica. Y la<br />
Señora, como digo, lo hizo suyo. En <strong>de</strong>finitiva, esta pretensión pudo más que<br />
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