26.10.2014 Views

Caballo de Troya 6 - IDU

Caballo de Troya 6 - IDU

Caballo de Troya 6 - IDU

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

forraje, en cambio, era otra cuestión. La vegetación que medio prosperaba en<br />

el lugar la formaba tan sólo los heroicos corros <strong>de</strong> cardos perennes (la ya<br />

mencionada Gun<strong>de</strong>lia <strong>de</strong> Toumefort).<br />

Así que, <strong>de</strong> mutuo acuerdo, opté por <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>r hasta la plantación situada al<br />

nor<strong>de</strong>ste <strong>de</strong>l Ravid, al pie <strong>de</strong>l camino que unía Migdal con Maghar. Entre los<br />

huertos, con un poco <strong>de</strong> suerte, podía encontrar lo que buscaba. Lo que no<br />

imaginé, naturalmente, es que el Destino -cómo no- también me aguardaba<br />

entre aquellos laboriosos felah...<br />

Eché mano <strong>de</strong> la «vara <strong>de</strong> Moisés» y <strong>de</strong> los últimos <strong>de</strong>narios y, con el sol en el<br />

cénit, tiré <strong>de</strong> las riendas <strong>de</strong>l hambriento Poseidón, cruzando la suave pendiente.<br />

Todo se hallaba en calma. Sujeté al paciente animal al frondoso<br />

manzano <strong>de</strong> Sodoma y, <strong>de</strong>spacio, extremando las precauciones, fui a asomarme<br />

a lo que <strong>de</strong>nominábamos la «zona muerta», la rampa <strong>de</strong> un seis por<br />

ciento <strong>de</strong> <strong>de</strong>snivel que moría en la pista <strong>de</strong> tierra negra y volcánica.<br />

El camino aparecía <strong>de</strong>spejado. A lo lejos, a la altura <strong>de</strong> la plantación, distinguí<br />

una reata <strong>de</strong> onagros, los duros y altivos asnos asiáticos <strong>de</strong> vientre blanco y<br />

gran<strong>de</strong>s orejas. Me tranquilicé. Trotaban rápidos hacia el yam.<br />

Aquél era el momento. Me hice <strong>de</strong> nuevo con el caballo y, sin pérdida <strong>de</strong><br />

tiempo, irrumpimos en la senda. Minutos <strong>de</strong>spués, sin saber hacia dón<strong>de</strong> tirar,<br />

me introduje <strong>de</strong>cidido en el laberinto <strong>de</strong> huertos y frutales. No tuve que<br />

caminar gran cosa. A la sombra <strong>de</strong> unos almendros en flor, una pareja <strong>de</strong><br />

felah (campesinos) se afanaba en la recogida <strong>de</strong> enormes y suculentos hatzir<br />

(los afamados puerros <strong>de</strong> la Galilea). Desconfiados, me obligaron a repetir la<br />

pregunta. Necesitaba adquirir cebada. A ser posible, cocida, y también algunos<br />

efa <strong>de</strong> buen heno, así como la pequeña y nutritiva pol (haba) que<br />

empezaba a recogerse en las riberas <strong>de</strong>l yam.<br />

Supongo que me entendieron pero, con <strong>de</strong>sgana, dándome casi la espalda, se<br />

limitaron a señalar hacia el oeste, mascullando algo sobre un tal Camar. No<br />

intenté aclarar el confuso término. Aquello no parecía arameo. Y no <strong>de</strong>seando<br />

crear problemas innecesarios di por buena la indicación, situándome <strong>de</strong> nuevo<br />

en el arranque <strong>de</strong> la plantación. Allí, al pie <strong>de</strong>l montículo que protegía el vergel<br />

por su flanco norte, medio oculta entre algarrobos, higueras, alfóncigos y<br />

palmeras datileras, distinguí una choza <strong>de</strong> adobe con techo <strong>de</strong> palma.<br />

Y avancé.<br />

A corta distancia <strong>de</strong> la casa, sentado sobre la hierba y recostado contra la<br />

negra pared <strong>de</strong> basalto <strong>de</strong> un pozo, me observaba un viejo. Decidí probar. Tiré<br />

<strong>de</strong>l animal y, al llegar a la altura <strong>de</strong>l individuo, empecé a compren<strong>de</strong>r.<br />

Respetuoso, respondió a mi saludo, pero en un arameo galilaico roto y<br />

<strong>de</strong>scompuesto. Se alzó, extendió su mano <strong>de</strong>recha y, tras entonar un «que<br />

Dios fortalezca tu barba», fue a colocar dicha mano sobre el corazón. Me<br />

hallaba, en efecto, ante un badawi (un beduino).<br />

El anciano, que podría rondar los sesenta años, vestía una cumplida túnica<br />

7

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!