You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
<strong>de</strong>spacio, midiendo cada paso, me asomé a la boca <strong>de</strong> la gruta.<br />
La espesa oscuridad, alimentada por la luna nueva, multiplicó la zozobra. La<br />
visión IR no <strong>de</strong>tectaba ningún ser vivo. Pero el clamor estaba allí, en alguna<br />
parte. Maldije mi inconsciencia. Podía haber abandonado el cementerio nada<br />
más extraer los dientes <strong>de</strong> José...<br />
Me aferré al cayado. Si era menester me <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>ría. Las muestras seguirían<br />
conmigo. Nada ni nadie me las arrebataría.<br />
¿Risas?<br />
Eso fue lo que percibí a renglón seguido. Parecían proce<strong>de</strong>r <strong>de</strong> la zona norte.<br />
Quizá <strong>de</strong>l caminillo que conducía a la cima <strong>de</strong>l Nebi.<br />
El corazón, imparable, continuó bombeando hasta hacerme daño.<br />
Sí, risas, voces, gritos...<br />
Alguien se aproximaba por mi <strong>de</strong>recha, por el citado sen<strong>de</strong>rillo.<br />
Creo que empecé a dudar.<br />
La duda y el miedo, a partes iguales, me anclaron al suelo <strong>de</strong> la cripta funeraria.<br />
¿Qué hacía? ¿Saltaba como un gamo a la búsqueda <strong>de</strong>l olivar? ¿Olvidaba el<br />
osario? ¿Cerraba la cueva? ¿Seguía allí?<br />
Si optaba por lo primero, quizá pudiera cruzar el cementerio y <strong>de</strong>saparecer<br />
antes <strong>de</strong> la llegada <strong>de</strong> los todavía invisibles individuos.<br />
¿Y si no era así? ¿Qué ocurriría si me <strong>de</strong>tectaban a medio camino? Ni siquiera<br />
sabía cuántos eran...<br />
Traté <strong>de</strong> pensar. Imposible. El miedo no me lo permitió.<br />
De pronto, las «crótalos» pusieron ante este <strong>de</strong>scompuesto explorador dos<br />
figuras rojizas, abrazadas y tambaleantes.<br />
Necesité unos segundos para cerciorarme..., y compren<strong>de</strong>r.<br />
¡Maldita sea!<br />
No cabía la menor duda. Las risas y el vocerío lo confirmaron. El enterrador y<br />
la plañi<strong>de</strong>ra regresaban <strong>de</strong> Nazaret..., borrachos como cubas.<br />
Al entrar en el camposanto, ciegos por el vino, fueron a topar con una <strong>de</strong> las<br />
estelas, cayendo entre las tumbas. Más risas. Más gritos. Más confusión...<br />
El Destino, lo sé, tuvo piedad <strong>de</strong> mí.<br />
Esperé. En un principio, la situación no parecía tan crítica como había supuesto.<br />
Y el <strong>de</strong>scompuesto ánimo, lenta y gradualmente, recobró el temple.<br />
La pareja, auxiliándose mutuamente, tropezando aquí y allá, consiguió a<br />
duras penas su propósito, alcanzando la choza. Nunca comprendí cómo<br />
<strong>de</strong>monios cruzaron el Nebi.<br />
Al poco, el alboroto fue extinguiéndose, <strong>de</strong>jando paso a unos maravillosos y<br />
tranquilizadores ronquidos.<br />
Encajé susto y lección y, sin per<strong>de</strong>r un minuto, restablecí el or<strong>de</strong>n en la cripta,<br />
clausurando la entrada.<br />
Dos horas más tar<strong>de</strong>, con el alba, aquello era historia...<br />
72