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Jesús <strong>de</strong> Nazaret jamás mintió. Nunca inventó. Cuanto dijo se cumplió..., o<br />
está por cumplir. ¿Por qué íbamos a dudar <strong>de</strong> unas palabras que garantizan<br />
otra forma <strong>de</strong> vida <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la muerte? Teníamos, a<strong>de</strong>más, ciertas pruebas.<br />
Amén <strong>de</strong> haber visto y tocado aquel «cuerpo glorioso» -la <strong>de</strong>finición me<br />
parece excelente-, nuestros sistemas lo analizaron..., hasta don<strong>de</strong> fue posible.<br />
Era físico, sí, aunque <strong>de</strong> una naturaleza <strong>de</strong>sconocida.<br />
«...ahora vivo bajo una forma que tú también tendrás cuando <strong>de</strong>jes este<br />
mundo...»<br />
Ésa era la clave. En esas palabras a Tomás está contenido el gran chorro <strong>de</strong><br />
oxígeno. La categórica afirmación no <strong>de</strong>ja lugar a dudas: <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la<br />
muerte hay vida.<br />
En mi opinión, he aquí uno <strong>de</strong> los mensajes más extraordinarios y gratificantes<br />
que haya podido recibir el siempre temeroso ser humano. Y hoy,<br />
mientras pongo en or<strong>de</strong>n estos recuerdos, nada pue<strong>de</strong> convencerme <strong>de</strong> lo<br />
contrario. Al morir, un «cuerpo» similar al que vimos y estudiamos nos<br />
aguarda a todos. ¡A todos!<br />
Naturalmente, le dimos muchas vueltas. Y llegamos a conclusiones. Pobres, lo<br />
sé, pero conclusiones...<br />
Por ejemplo:<br />
A la vista <strong>de</strong> lo ocurrido en las tres primeras «presencias», en las que la<br />
«forma física» <strong>de</strong>l Resucitado presentaba «anomalías», cabe la posibilidad <strong>de</strong><br />
que ese recién estrenado «soporte corporal» (?) (las palabras me entorpecen)<br />
<strong>de</strong>ba experimentar una serie <strong>de</strong> sucesivos y necesarios cambios en su formación<br />
(?). ¿Explicaría esto la advertencia <strong>de</strong> Jesús a la Magdalena? ¿Qué habría<br />
sucedido si la mujer lo hubiera tocado?<br />
Las siguientes, en las que el Maestro aparecía ya con un «cuerpo» aparentemente<br />
normal (?), vendrían quizá a confirmar este supuesto. El misterioso<br />
«cuerpo» -la «forma» <strong>de</strong> la que habló el rabí- se hallaría entonces <strong>de</strong>finitivamente<br />
constituido. Un «cuerpo» capaz <strong>de</strong> atravesar (?) muros, que no<br />
precisa <strong>de</strong> aparatos circulatorio, respiratorio y digestivo y que tiene la facultad<br />
<strong>de</strong> materializarse y <strong>de</strong>smaterializarse a voluntad.<br />
Un sueño, sí. Algo difícil <strong>de</strong> aceptar por un científico...<br />
Pero Él lo dijo..., y lo hizo.<br />
Eliseo llegaría también a otra supuesta (?) conclusión.<br />
Ajustándose a lo anunciado por Jesús -«cuando hayáis acabado en este<br />
mundo tengo otros mejores, don<strong>de</strong> trabajaréis también para mí»-, audaz e<br />
imaginativo, esgrimió lo siguiente:<br />
-Es posible que, tras la muerte, provistos <strong>de</strong> esa «nueva forma corporal» (?),<br />
seamos transportados y ubicados en «otros mundos mejores que el nuestro»,<br />
en los que <strong>de</strong>bamos seguir actuando y aprendiendo.<br />
Y entusiasmado -el término más exacto sería «esperanzado»-, formuló una<br />
hipótesis que me encanta:<br />
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