You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
esurrección, fueron siempre más serias y profundas. El evangelista, en<br />
cambio, con una aparatosa «miopía», convierte el magnífico prodigio en un<br />
vulgar circo...<br />
Así las cosas, tampoco es <strong>de</strong> extrañar que los escritores sagrados (?) no<br />
hagan una sola mención <strong>de</strong> las interesantes y puntuales profecías formuladas<br />
por el Resucitado en varias <strong>de</strong> sus «presencias». ¿Es que el anuncio <strong>de</strong> las<br />
persecuciones y <strong>de</strong> las muertes violentas <strong>de</strong> su hermano en la carne (Santiago)<br />
y <strong>de</strong>l otro Santiago (el Zebe<strong>de</strong>o) no era importante? ¿Por qué lo ocultaron?<br />
¿Estimaron que una referencia así concedía más relevancia a éstos discípulos<br />
que al lí<strong>de</strong>r? Pue<strong>de</strong> que, incluso, en este punto, sea yo el equivocado. Quizá<br />
veo ya maquinaciones don<strong>de</strong> nunca las hubo. Pero, ¡es que vi tantas...!<br />
Y cerraré esta revisión con un «capítulo» que, personalmente, se me antoja<br />
como uno <strong>de</strong> los más hermosos y esperanzadores <strong>de</strong> cuantos contiene el<br />
amplio episodio <strong>de</strong> las apariciones. Un «capítulo» -cómo no- igualmente ignorado<br />
por los evangelistas...<br />
Si la memoria y mis notas no fallan, es en la primera «presencia», en la<br />
número once, en la trece y también en la dieciséis, cuando el Resucitado habla<br />
con claridad <strong>de</strong> «otras formas <strong>de</strong> vida, existentes <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la muerte».<br />
Tanto mi hermano como quien esto escribe lo repasamos y discutimos hasta<br />
la saciedad.<br />
En la primera, cuando la <strong>de</strong> Magdala trata <strong>de</strong> abrazar al rabí, éste la frena sin<br />
contemplaciones:<br />
«No soy el que has conocido en la carne.»<br />
Poco <strong>de</strong>spués, el domingo, 16 <strong>de</strong> abril, al presentarse en el cenáculo en medio<br />
<strong>de</strong> los once, Jesús, dirigiéndose al incrédulo Tomás, dice:<br />
«A pesar <strong>de</strong> que no veas ninguna señal <strong>de</strong> clavos, ya que ahora vivo bajo una<br />
forma que tú también tendrás cuando <strong>de</strong>jes este mundo...»<br />
Cinco días más tar<strong>de</strong>, en la playa <strong>de</strong> Saidan [«presencia» número trece], al<br />
conversar con los íntimos, es igualmente preciso:<br />
«Estaré poco tiempo en mi actual forma, antes <strong>de</strong> ir con el Padre... Cuando<br />
hayáis acabado en este mundo -Jesús levantó el rostro hacia el azul <strong>de</strong> cielotengo<br />
otros mejores, don<strong>de</strong> trabajaréis también para mí. En esta obra, en<br />
este y otros mundos, trabajaré con vosotros...»<br />
Por último, el 5 <strong>de</strong> mayo, <strong>de</strong> nuevo ante los íntimos y setenta seguidores, en<br />
la casa <strong>de</strong> Nico<strong>de</strong>mo, hace otro anuncio singular:<br />
«Ahora, aquí, estáis compartiendo la realidad <strong>de</strong> mi resurrección. Pero esto no<br />
tiene nada <strong>de</strong> extraño. Yo tengo el po<strong>de</strong>r para sacrificar mi vida..., y para<br />
recuperarla. Es el Padre quien me otorga ese po<strong>de</strong>r... Más que por eso,<br />
vuestros corazones <strong>de</strong>berían estremecerse por la realidad <strong>de</strong> esos muertos <strong>de</strong><br />
una época que han emprendido la ascensión eterna poco <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> que yo<br />
abandonara la tumba <strong>de</strong> José <strong>de</strong> Arimatea...»<br />
Quedamos sobrecogidos.<br />
57