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Segunda: los gentiles y prosélitos.<br />
Como ha sido dicho, el Resucitado se presentó también ante un buen número<br />
<strong>de</strong> griegos, fenicios, y samaritanos, entre otros «no judíos». Según mis<br />
cálculos, ante 400 o 600. Es <strong>de</strong>cir, tirando <strong>de</strong> las estadísticas, alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> un<br />
33 por ciento <strong>de</strong>l total.<br />
Pues bien, he aquí otra <strong>de</strong> las posibles razones que provocó una inmisericor<strong>de</strong><br />
censura.<br />
Y volvemos a lo anteriormente expuesto. Eran judíos y la Tora lo <strong>de</strong>cía sin<br />
paliativos: los prosélitos constituían una casta <strong>de</strong> segundo or<strong>de</strong>n, marcada<br />
por el pecado. Estos individuos, paganos convertidos al judaísmo, veían limitados<br />
muchos <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>rechos cívicos, siendo aborrecidos por los sacerdotes<br />
y judíos más ortodoxos. La penosa situación -no comparable, por supuesto,<br />
a la <strong>de</strong> los bastardos- llegaba a extremos inconcebibles. Por ejemplo:<br />
las casas y propieda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> un ger («extranjero») eran impuras, según la Ley.<br />
Una impureza -idéntica a la <strong>de</strong> un cadáver- que impedía la entrada a los judíos<br />
más estrictos. Por ejemplo: apoyándose en el Deuteronomio (23, 4-9),<br />
muchos rabinos propugnaban que los prosélitos proce<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> Edom (al sur<br />
<strong>de</strong>l mar Muerto) y <strong>de</strong> Egipto no podían casarse con judíos o judías, inmediatamente<br />
<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su conversión. Por ejemplo: según el <strong>de</strong>recho judío, el<br />
pagano «no tenía padre legítimo». De ahí que los <strong>de</strong>scendientes <strong>de</strong> prosélitos<br />
fueran <strong>de</strong>signados con el nombre <strong>de</strong> la madre (ver Yeb, 98ª., y Pesiata rabbati,<br />
23-24, 122ª., 11, entre otros). Tan abominable principio jurídico -en ab I góy<br />
(es <strong>de</strong>cir, «el pagano no tiene padre»- creaba, entre los judíos, una atmósfera<br />
<strong>de</strong> rechazo hacia el ger (prosélito) y cuanto le concernía. Al menos, entre los<br />
círculos más cerrados y rigurosos. Semejante pesimismo se traducía, a<strong>de</strong>más,<br />
en una permanente duda sobre la capacidad moral <strong>de</strong> los gentiles. Así, por<br />
ejemplo, «toda pagana, incluso la casada, era sospechosa <strong>de</strong> haber practicado<br />
la prostitución». Otros, más duros, los comparaban con la lepra. Y ni qué<br />
<strong>de</strong>cir tiene que ninguna prosélita podía aspirar jamás a contraer matrimonio<br />
con un sacerdote. Así lo <strong>de</strong>cía el Levítico (21, 7). Mejor dicho, así interpretaban<br />
a Yavé los retorcidos doctores <strong>de</strong> la Ley... Unos «especialistas» a los<br />
que el Maestro se enfrentó valientemente. En cuestiones <strong>de</strong> herencias, por<br />
ejemplo, el ger no salía mejor librado. Perdidos y ofuscados en aquel laberinto<br />
<strong>de</strong> normas y leyes, los «guardianes <strong>de</strong> la Tora» llegaban a plantear preguntas<br />
como éstas: «¿Tiene el prosélito <strong>de</strong>recho a heredar <strong>de</strong> un padre pagano?<br />
¿Qué <strong>de</strong>recho tienen a la herencia los hijos <strong>de</strong>l prosélito, concebidos antes <strong>de</strong><br />
la conversión <strong>de</strong>l padre?» La verdad es que el retorcimiento <strong>de</strong> aquellas<br />
gentes justificaría muchos <strong>de</strong> los ataques y admoniciones <strong>de</strong> Jesús. Pues bien,<br />
respecto a la primera cuestión, los judíos sólo los autorizaban a quedarse con<br />
los dineros y bienes que no guardaban relación con los ídolos <strong>de</strong>l padre. En el<br />
segundo caso, los hijos salían peor parados. El inapelable principio jurídico ya<br />
citado -«el pagano no tiene padre»- los con<strong>de</strong>naba a la miseria, no pudiendo<br />
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