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Caballo de Troya 6 - IDU

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epresentante <strong>de</strong> Luzbel y el propio príncipe <strong>de</strong>l mundo seleccionado por el<br />

Hijo divino- acudieron a su presencia. Y lo hicieron en aquellos días <strong>de</strong> septiembre<br />

y en aquel lugar. Ésta, probablemente, fue la razón <strong>de</strong>l súbito ensombrecimiento<br />

<strong>de</strong>l Hijo <strong>de</strong>l Hombre cuando se alejó <strong>de</strong>l mahaneh. Él sabía lo<br />

que le aguardaba en la soledad <strong>de</strong> los ventisqueros. Sabía que estaba a punto<br />

<strong>de</strong> ofrecer una nueva oportunidad a sus hijos <strong>de</strong>scarriados.<br />

Y se sometió, dócil, a los interrogatorios y proposiciones.<br />

Pero, como <strong>de</strong>cía el «cuento», sólo se sometió a la voluntad <strong>de</strong> su Padre.<br />

Por último, estos seres no materiales -creados por el propio Hijo divino en luz<br />

y perfección- se retiraron <strong>de</strong>rrotados.<br />

Y el universo <strong>de</strong> Jesús <strong>de</strong> Nazaret -según sus palabras- asistió perplejo y<br />

conmovido a la «batalla dialéctica».<br />

En esos momentos -y sigo transmitiendo sus explicaciones-, el Hijo <strong>de</strong>l<br />

Hombre, por expresa voluntad <strong>de</strong> Ab-bá, fue investido como Príncipe <strong>de</strong> este<br />

mundo. Un título especialmente importante, según Él.<br />

A partir <strong>de</strong> ese suceso -afirmó-, la rebelión quedó «lista para sentencia». Al<br />

rechazar, una vez más, su misericordia, la suerte <strong>de</strong> todos ellos <strong>de</strong>pen<strong>de</strong><br />

ahora <strong>de</strong> «otras instancias». Y así sigue.<br />

Esto, ni más ni menos, fue lo acaecido en el Hermón en aquellos días. Unas<br />

jornadas trascen<strong>de</strong>ntales en las que, no obstante, no llegamos a percibir nada<br />

extraño, salvo la ya referida y grave actitud <strong>de</strong>l Maestro. La explicación era<br />

simple: esa «batalla» no se <strong>de</strong>sarrolló a nivel físico. En otras palabras:<br />

aunque lo hubiéramos acompañado a los ventisqueros, nada habríamos visto,<br />

ni tampoco oído...<br />

Como <strong>de</strong>cía, no fue fácil asimilar tan intrincadas y misteriosas explicaciones.<br />

Lentamente, sin embargo, iríamos divisando una «luz» que centraría el espinoso<br />

problema y, sobre todo, que <strong>de</strong>spejaría otras no menos interesantes<br />

incógnitas.<br />

Por ejemplo, según el Maestro, una <strong>de</strong> las razones <strong>de</strong> la violencia y primitivismo<br />

<strong>de</strong> la Herra hay que buscarla, justamente, en las consecuencias <strong>de</strong> esa<br />

<strong>de</strong>sgraciada rebelión. Al traicionar las leyes divinas, nuestro mundo, como el<br />

resto <strong>de</strong> los planetas que se levantó contra Ab-bá, quedó automáticamente<br />

incomunicado y sumido en la oscuridad y la barbarie. Y, «técnicamente», así<br />

continúa. Sólo cuando la «cuarentena» sea levantada, la humanidad -esta<br />

infeliz humanidad- recuperará la normalidad.<br />

Naturalmente, le preguntamos: ¿cuándo llegará ese venturoso día? La respuesta<br />

fue rotunda:<br />

-Cuando los rebel<strong>de</strong>s sean juzgados... Pero eso no está en mis manos.<br />

Lo que sí estaba al alcance <strong>de</strong>l Hijo <strong>de</strong>l Hombre era consolar e iluminar a las<br />

criaturas que pa<strong>de</strong>cen -y pa<strong>de</strong>cerán- este aislamiento. Y escogió uno <strong>de</strong> esos<br />

mundos en rebelión, sembrando la semilla <strong>de</strong> la esperanza: Ab-bá existe.<br />

Ab-bá espera. Ab-bá os ama...<br />

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