26.10.2014 Views

Caballo de Troya 6 - IDU

Caballo de Troya 6 - IDU

Caballo de Troya 6 - IDU

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

seguridad una osa- acababa <strong>de</strong> cruzar por el ventisquero. Se dirigía <strong>de</strong> este a<br />

oeste.<br />

Verifiqué el viento y, en cierto modo, me tranquilicé. La brisa procedía <strong>de</strong>l<br />

poniente, jugando a nuestro favor. Quizá no nos había <strong>de</strong>tectado...<br />

El resto <strong>de</strong> la mañana discurrió sin problemas. Jesús <strong>de</strong> Nazaret se movió<br />

resuelto y silencioso por el ventisquero, <strong>de</strong>teniéndose aquí y allá, siempre<br />

absorto y con el rostro levantado hacia los cielos.<br />

Alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> la hora «sexta» (mediodía) compartimos el frugal almuerzo:<br />

miel, queso y fruta.<br />

El Maestro, <strong>de</strong> un humor excelente, siguió hablándonos <strong>de</strong>l Padre y <strong>de</strong> su<br />

intensa comunicación con Él. Repitió una generosa ración <strong>de</strong> miel y se retiró<br />

<strong>de</strong> nuevo a cosa <strong>de</strong> cincuenta o sesenta metros. Nosotros continuamos observándolo.<br />

Pero, al poco, el viento arreció. Eliseo se alzó y, señalando la<br />

cercana lin<strong>de</strong> <strong>de</strong>l bosque, me animó a cambiar <strong>de</strong> lugar, buscando así una<br />

mejor protección contra el cada vez más <strong>de</strong>sagradable maa-rabit.<br />

Ahora, al rememorar el oportuno y provi<strong>de</strong>ncial gesto <strong>de</strong> mi compañero, me<br />

estremezco. ¿Qué habría sucedido si llegamos a permanecer junto a la lengua<br />

<strong>de</strong> nieve?<br />

El Destino, verda<strong>de</strong>ramente, es inexplicable...<br />

Unas dos horas más tar<strong>de</strong>, cercana ya la «nona», escuchamos un gruñido. Al<br />

principio apagado, lejano...<br />

Eliseo y yo, movidos por el mismo pensamiento, nos pusimos en pie, observando<br />

inquietos la línea <strong>de</strong> árboles que cerraba el ventisquero por el flanco<br />

oeste. Instintivamente busqué al rabí. Se había <strong>de</strong>splazado unos pasos. Ahora<br />

se encontraba a nuestra <strong>de</strong>recha, en pie sobre una laja <strong>de</strong> piedra <strong>de</strong> unos 40<br />

centímetros <strong>de</strong> altura, y a cosa <strong>de</strong> un centenar <strong>de</strong> metros <strong>de</strong>l saco <strong>de</strong> las<br />

provisiones. Presentaba las palmas <strong>de</strong> las manos abiertas hacia el cielo, y el<br />

rostro, como siempre, directamente encarado a lo alto. El viento, pertinaz,<br />

hacía on<strong>de</strong>ar la túnica como una ban<strong>de</strong>ra.<br />

¡Las provisiones!<br />

De pronto recordé. El petate, en un <strong>de</strong>scuido, quedó abierto. Y en el interior,<br />

los restos <strong>de</strong>l refrigerio: algunas manzanas, parte <strong>de</strong>l queso y el frasco <strong>de</strong><br />

vidrio con una buena ración <strong>de</strong> miel líquida. Y dudé. ¿Fue cerrado por Eliseo al<br />

terminar el almuerzo?<br />

No hubo tiempo para nuevas disquisiciones...<br />

Eliseo y yo, aterrados, vimos aparecer entre los cedros un formidable ejemplar<br />

<strong>de</strong> oso sirio, una subespecie <strong>de</strong>l Ursus atetas, el célebre y temido oso<br />

pardo. Podía tener dos metros <strong>de</strong> longitud, con un peso no inferior a los<br />

doscientos kilos.<br />

En un primer momento se <strong>de</strong>tuvo. Levantó la enorme cabeza y olfateó. El<br />

maarábit, el viento <strong>de</strong>l oeste, por fortuna, no le proporcionó pista alguna<br />

sobre los humanos que se hallaban frente a él. Sin embargo, receloso, per-<br />

292

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!