Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
El Hijo <strong>de</strong>l Hombre, sencillamente, nos pidió que le siguiéramos.<br />
En esos momentos -lo confieso- no reparé en la sutileza <strong>de</strong> semejante ruego.<br />
Ahora creo enten<strong>de</strong>r el porqué...<br />
Pero vayamos por or<strong>de</strong>n.<br />
Un día antes <strong>de</strong> la primera excursión, el domingo, 2 <strong>de</strong> septiembre, a la hora<br />
<strong>de</strong>l cotidiano y relajante baño en las «cascadas», sucedió algo aparentemente<br />
sin mayor trascen<strong>de</strong>ncia. El pequeño inci<strong>de</strong>nte, sin embargo, me <strong>de</strong>jó pensativo.<br />
Días <strong>de</strong>spués, un suceso algo más grave y, en cierto modo <strong>de</strong> naturaleza<br />
similar, me animaría a romper el silencio y a plantear al Maestro otro no<br />
menos intrigante asunto: ¿qué ocurriría con la seguridad física <strong>de</strong> aquel<br />
Hombre-Dios? ¿Se hallaba in<strong>de</strong>fenso, al igual que el resto <strong>de</strong> los mortales?<br />
¿Podía ser herido? ¿Corno influía su naturaleza divina frente al normal <strong>de</strong>venir<br />
<strong>de</strong> enfermeda<strong>de</strong>s, acci<strong>de</strong>ntes, etc.?<br />
Esa tar<strong>de</strong> <strong>de</strong>l domingo, como digo, mientras Jesús <strong>de</strong> Nazaret nadaba y se<br />
divertía, surgió algo imprevisto.<br />
De pronto le oímos gemir. Se aferró a una <strong>de</strong> las rocas e intentó alcanzar la<br />
espalda con la mano izquierda. Eliseo y yo acudimos veloces. El rabí, con el<br />
rostro tenso, acusaba un intenso dolor. Sus <strong>de</strong>dos buscaban afanosamente el<br />
centro <strong>de</strong> la columna vertebral. Y al instante comprendí...<br />
Sobre las aguas, zumbando, se alejaba una mosca enorme, <strong>de</strong> unos 20 milímetros,<br />
<strong>de</strong> color amarillento arenoso, relativamente similar a las avispas.<br />
Era una mosca <strong>de</strong>predadora, las más gran<strong>de</strong>s <strong>de</strong> Palestina y que, <strong>de</strong>bido a su<br />
tamaño y ferocidad, eran conocidas como «Satanás» (las actuales Satanás<br />
gigas). Supongo que por casualidad (?) fue a topar con el cuerpo <strong>de</strong>l Galileo,<br />
anclándose a la piel con sus uñas curvas, po<strong>de</strong>rosas como garfios. Y con la<br />
pequeña y gruesa trompa le inyectó el veneno.<br />
Examiné el incipiente e<strong>de</strong>ma y entendí que, aunque dolorosa, la picadura no<br />
tenía por qué ser grave. En cuestión <strong>de</strong> horas, probablemente, <strong>de</strong>saparecería<br />
la hinchazón. Y así fue.<br />
El Maestro contuvo el dolor y, antes <strong>de</strong> zambullirse <strong>de</strong> nuevo en la «piscina»,<br />
exclamó con su incorregible sentido <strong>de</strong>l humor: y- ¡Vaya Dios más torpe!<br />
El percance, sin embargo, no fue olvidado por quien esto escribe. Pero ninguno<br />
<strong>de</strong> los tres volvimos a comentarlo... <strong>de</strong> momento.<br />
A la mañana siguiente, lunes, como venía diciendo, con las primeras clarida<strong>de</strong>s,<br />
el Galileo, feliz y sonriente, nos sacó prácticamente <strong>de</strong> la tienda. Y<br />
señalando las nieves <strong>de</strong>l Hermón anunció eufórico:<br />
-¡Acompañadme!... Los <strong>de</strong>talles también son importantes.<br />
Tomamos unas provisiones y, medio dormidos, nos dispusimos a seguirlo.<br />
Entonces, al hacerme con la «vara <strong>de</strong> Moisés», el rabí, autoritario, or<strong>de</strong>nó:<br />
-No, Jasón... No temas. Ab-bá vela.<br />
El ingeniero y yo, perplejos, nos miramos sin saber qué hacer. Sabíamos que<br />
sabía, pero, a veces, nos <strong>de</strong>sconcertaba..<br />
288