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-Obviamente...<br />
-¡Lástima! -lamentó el ingeniero-... Lo <strong>de</strong> «Barbas» me gustaba... El Maestro<br />
negó con la cabeza. Y corrigió a Eliseo.<br />
-No, mi querido ángel. Eso está bien. ¿Por qué crees que utilizo la palabra<br />
«Padre»?<br />
No esperó respuesta.<br />
-Porque lo es. El Jefe, como tú lo llamas, y muy acertadamente, por cierto, no<br />
tiene un cuerpo físico y material... Pero es una persona. Es un Ab-bá, en el<br />
sentido literal <strong>de</strong> la expresión. Él es el principio, el generador, la fuente, el que<br />
sostiene la Creación... Podéis imaginarlo como queráis. Podéis <strong>de</strong>finirlo como<br />
gustéis. Y yo os digo que siempre os quedaréis cortos...<br />
-¿Una persona? -intervine-. No entiendo... Una persona sin cuerpo... El<br />
Maestro parecía estar esperando aquella duda.<br />
-Es lógico que te lo preguntes. Mis pequeñas y humil<strong>de</strong>s criaturas <strong>de</strong>l tiempo<br />
y <strong>de</strong>l espacio, las más limitadas, tienen dificultad para imaginar una personalidad<br />
que carezca <strong>de</strong> soporte físico visible. Pero yo te digo que la personalidad,<br />
incluso en vuestro caso, es in<strong>de</strong>pendiente <strong>de</strong> la materia don<strong>de</strong> habita.<br />
Más a<strong>de</strong>lante, cuando sigáis ascendiendo hacia el Padre, tu personalidad,<br />
Jasón, continuará viva. Más viva que nunca, a pesar <strong>de</strong> haber perdido el<br />
cuerpo que ahora tienes. Serán tu mente y espíritu quienes forjarán y sujetarán<br />
esa personalidad. Así, <strong>de</strong> hecho, ocurre ahora mismo.<br />
Sonrió levemente y nos hizo otra revelación.<br />
-Es pronto para que lo entendáis con plenitud, pero en verdad os digo que la<br />
personalidad humana no es otra cosa que la sombra <strong>de</strong>l Padre, proyectada en<br />
los universos. El problema, insisto, está en vuestra finitud. Estudiando esa<br />
«sombra» jamás llegaréis a <strong>de</strong>scubrir al «propietario» y causante <strong>de</strong> la<br />
misma.<br />
Quedamos en silencio, pensativos. Tenía razón. Si alguien pretendiera estudiar<br />
a un ser humano a través <strong>de</strong> su sombra, sencillamente, per<strong>de</strong>ría el<br />
tiempo...<br />
-Pero no os <strong>de</strong>saniméis. Todo en su momento. Llegará el día en que estaréis<br />
en la presencia <strong>de</strong> Ab-bá. Entonces, sólo entonces, empezaréis a compren<strong>de</strong>r<br />
y a compren<strong>de</strong>rle. Si Él careciese <strong>de</strong> esa personalidad, el gran objetivo <strong>de</strong><br />
todos los seres vivientes sería estéril. Es su personalidad, a pesar <strong>de</strong> la infinitud,<br />
lo que hace el «milagro»...<br />
Y recalcó, <strong>de</strong>seoso <strong>de</strong> que entendiéramos.<br />
-Al igual que un padre y un hijo se aman y compren<strong>de</strong>n, así suce<strong>de</strong> con el gran<br />
Padre y todos sus hijos... Él es persona. Vosotros sois personas. Pero, como<br />
os digo, <strong>de</strong>jad que se cumplan los <strong>de</strong>signios <strong>de</strong> Ab-bá...<br />
-¿Sus <strong>de</strong>signios? -clamó Eliseo contrariado-. ¿Y por qué no habla con más<br />
claridad? ¿Qué quiere? "<br />
-En primer lugar -replicó el Maestro al instante-, que sepas que existe. Para<br />
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