Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Una hora <strong>de</strong>spués, el imprevisible Jesús volvió a sorpren<strong>de</strong>rnos. En esta<br />
ocasión, sin embargo, el suceso nos llenó <strong>de</strong> sonrojo...<br />
Fue un fallo, sí. Pero aprendimos la lección.<br />
Al vestirnos, cuando nos disponíamos a retornar al mahaneh, el Galileo,<br />
siempre discreto y <strong>de</strong>licado, rogó que me a<strong>de</strong>lantara. Entendí. Por alguna<br />
razón <strong>de</strong>seaba hablar a solas con mi compañero.<br />
Minutos <strong>de</strong>spués, mientras avivaba el fuego, los vi aparecer en la explanada.<br />
Caminaban <strong>de</strong>spacio. Al llegar a la altura <strong>de</strong>l dolmen se <strong>de</strong>tuvieron. El Maestro<br />
era el único que hablaba. Eliseo, con la cabeza baja, se limitaba a escuchar,<br />
asintiendo una y otra vez.<br />
Intuí algo. La actitud <strong>de</strong> mi hermano no era normal. ¿Qué sucedía?<br />
Por último, Jesús lo abrazó.<br />
Avanzaron y, al reunirse con este intrigado explorador, cada uno tiró hacia<br />
sus respectivas tiendas. Eliseo ni se miró. Estaba pálido. Poco faltó para que<br />
saliera tras él, pero me contuve. El asunto, evi<strong>de</strong>ntemente, no era <strong>de</strong> mi<br />
incumbencia. ¿O sí?<br />
-¿Qué <strong>de</strong>monios pasaba?<br />
Al poco, Eliseo regresó. Traía una escudilla en las manos. La reconocí al<br />
instante. Era el cuenco <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra en el que el rabí había escrito el breve<br />
mensaje:<br />
«Estoy con el "Barbas". Regresaré al atar<strong>de</strong>cer.»<br />
Y seguí hecho un lío...<br />
La verdad es que, tras la lectura <strong>de</strong>l «aviso», no presté mayor atención a la<br />
dichosa escudilla. Sencillamente, la perdí <strong>de</strong> vista. Y un súbito pensamiento<br />
me <strong>de</strong>sconcertó todavía más: ¿Por qué Eliseo la guardó en nuestra tienda? El<br />
ingeniero continuó mudo, esquivando mi mirada. Lo noté hundido. Desmoralizado.<br />
Y me asusté.<br />
Algo grave, sin duda, acababa <strong>de</strong> ocurrir...<br />
Jesús se situó frente al hogar. Presentaba un rostro sereno y relajado, como<br />
si nada hubiera sucedido. Aquella actitud, francamente, terminó confundiéndome<br />
<strong>de</strong>l todo. No entendía nada <strong>de</strong> nada...<br />
Y al punto, entregándole el pequeño cuenco <strong>de</strong> sopa, Eliseo, con la voz<br />
quebrada, se excusó:<br />
-Te pido perdón, Señor... No volverá a repetirse...<br />
El Maestro tomó la escudilla y, aludiendo a lo escrito en el interior, quitó hierro<br />
al asunto, tratando <strong>de</strong> animar al <strong>de</strong>caído ingeniero:<br />
-Comprén<strong>de</strong>lo, mi queridísimo hijo... Vosotros tenéis unas normas. Mi Padre y<br />
yo, otras...<br />
Entonces, aproximándose al muchacho, fue a posar las manos sobre sus<br />
hombros y, agitándolo cariñosamente, gritó:<br />
-¡Despierta!... ¡Tampoco es para tanto!<br />
Eliseo, remontando con dificultad, movió la cabeza afirmativamente y replicó<br />
257