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Caballo de Troya 6 - IDU

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¿«Tableteo»?<br />

Sí y, a<strong>de</strong>más, toses, silbidos, ronquidos y un agudo y no menos <strong>de</strong>sconcertante<br />

ruido. Algo así como un «je-je-je-je»...<br />

Eliseo y yo nos miramos. Y poco faltó para que le diera con la vara en la<br />

cabeza...<br />

-¿Alucinados...? ¡Tú sí que estás loco!<br />

-Pero, ¿qué son?<br />

No supe respon<strong>de</strong>r. La verdad es que nunca los había visto. Más tar<strong>de</strong>, al<br />

retornar al Ravid y consultar a «Santa Claus», recibimos puntual información.<br />

Los responsables <strong>de</strong> los «disparos», silbidos, etc., eran en realidad una pacífica<br />

«tribu» <strong>de</strong> damanes <strong>de</strong> las rocas, asentada en los peñascos que<br />

emergían en la «piscina» y entre los saltos <strong>de</strong> agua. Unos simpáticos y muy<br />

sociables animalitos, relativamente similares a las liebres y conejos, con un<br />

rostro «casi humano», en continuo ejercicio sobre las piedras. Algo así como<br />

bolas <strong>de</strong> pelo, marrones, negras y naranjas, agilísimas, casi al margen <strong>de</strong> la<br />

ley <strong>de</strong> la gravedad. En otras oportunida<strong>de</strong>s, al cruzar las montañas <strong>de</strong> Neftalí,<br />

al oeste <strong>de</strong>l Hule, volvimos a encontrarlos en las orillas <strong>de</strong>l nahal Ke<strong>de</strong>sh,<br />

entre las peñas <strong>de</strong> yeso cenozoico. Los judíos los llamaban tafna, en arameo,<br />

o safan, en hebreo, por su costumbre <strong>de</strong> vivir casi ocultos (safan: estar escondidos).<br />

A <strong>de</strong>cir verdad pasamos muy buenos raros observándolos. Jesús el<br />

primero. Y allí, frente a los cuarenta o cincuenta damanes, fuimos a <strong>de</strong>scubrir<br />

otra peculiar costumbre <strong>de</strong>l Maestro. Llevado <strong>de</strong> su inagotable sentido <strong>de</strong>l<br />

humor terminaba siempre por colgar un apodo a cosas, animales o personas.<br />

Así, por ejemplo, <strong>de</strong>pendiendo <strong>de</strong> los rasgos o actitu<strong>de</strong>s, algunos <strong>de</strong> los tafna<br />

fueron «bautizados» por Jesús como malku (rey), behilu (prisa), hasok<br />

(oscuridad) o gemir (perfecto), entre otros.<br />

En cuanto a la explicación <strong>de</strong> los intensos «tiroteos», al mirar a lo alto<br />

comprendimos. Una rapaz -posiblemente la misma águila perdicera <strong>de</strong>l día<br />

anterior -planeaba <strong>de</strong> nuevo sobre la familia. Se hallaba alta, a unos quinientos<br />

metros, y, sin embargo, fue rápidamente <strong>de</strong>tectada por los damanes<br />

«vigías». La vista <strong>de</strong> nuestros «vecinos» era portentosa. Y al instante sonó la<br />

alarma, en forma <strong>de</strong> gritos cortos, secos y estri<strong>de</strong>ntes, idénticos a disparos.<br />

Algunos <strong>de</strong> los machos se unieron presurosos a los «centinelas» e, incorporándose<br />

sobre las patas traseras, buscaron la silueta <strong>de</strong>l águila, acompañando<br />

las «ráfagas» con silbidos, ronquidos y aquel inconfundible y <strong>de</strong>sconcertante<br />

«je-je-je-je». Las hembras, con la numerosa prole, <strong>de</strong>saparecieron <strong>de</strong> inmediato<br />

entre las fisuras <strong>de</strong>l roqueo. Y allí quedaron los inquietos y <strong>de</strong>sconfiados<br />

tafna, pendientes <strong>de</strong> las evoluciones <strong>de</strong> la perdicera. Minutos <strong>de</strong>spués,<br />

al <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>r y sobrevolar la «piscina», el «tiroteo» se intensificó. Y, al punto,<br />

la colonia entera se esfumó. La rapaz, burlona, se dirigió entonces hacia el<br />

bosquecillo <strong>de</strong> robles, buscando un almuerzo menos esquivo. La enorme y<br />

silenciosa sombra «peinó» el ramaje y una <strong>de</strong>scompuesta escuadrilla <strong>de</strong> ce-<br />

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