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Nuevo enredo. Tappuah (manzana) era utilizado también como piropo.<br />
Equivalía a «dulce», «sabrosa», «<strong>de</strong>seable» (referido, naturalmente, a una<br />
mujer bella).<br />
-¿En qué quedamos? ¿Es o no tappuah?<br />
-Sí, pero...<br />
No pu<strong>de</strong> contenerme y rompí a reír, alertando al ensimismado «cocinero<br />
jefe».<br />
Jesús alzó la vista y Eliseo, mostrándole el corazón <strong>de</strong> la tappuah, insistió rojo<br />
como una amapola:<br />
-Yo no tengo novia, Señor... Hablaba <strong>de</strong>l corazón. ¿Lo rallo o no?<br />
Naturalmente, al <strong>de</strong>scubrir el equívoco, las carcajadas regresaron al mahaneh,<br />
contagiando a las primeras estrellas. Y las vi parpa<strong>de</strong>ar, <strong>de</strong>sconcertadas.<br />
Así era aquel maravilloso Hombre...<br />
La cena no se <strong>de</strong>moró.<br />
Ensalada «ma<strong>de</strong> in María», la <strong>de</strong> la «palomas». Una receta aprendida <strong>de</strong> su<br />
madre. Disfrutamos y repetimos:<br />
manzanas ralladas, palitos <strong>de</strong> una legumbre parecida al apio, nueces, pasas<br />
<strong>de</strong> Corinto (sin grano) y una suave y disgestiva salsa integrada por aceite, sal,<br />
miel, vinagre y un chorreón <strong>de</strong> vino.<br />
Después, tocino magro a la brasa y queso en abundancia.<br />
No pu<strong>de</strong> por menos <strong>de</strong> felicitarles. Y mi hermano, satisfecho y mordaz, tendió<br />
la mano, obligándome a besarla. Pero el <strong>de</strong> Nazaret, que no le iba a la zaga en<br />
el sentido <strong>de</strong>l humor, hizo otro tanto. Ese beso, sin embargo, fue distinto. Y<br />
me estremecí...<br />
La noche nos sorprendió. La temperatura <strong>de</strong>scendió ligeramente y el firmamento,<br />
atento, con una luz <strong>de</strong> lujo, se arremolinó sobre el Hermón, sabedor<br />
<strong>de</strong> a «quién» iluminaba y protegía. Hasta el cometa Halley, oportunísimo,<br />
asomó una breve cabellera por el oeste <strong>de</strong> la pulsante Procyon...<br />
No, las estrellas no se equivocaban. Aquélla, efectivamente, sería una noche<br />
histórica. Inolvidable. Al menos para nosotros...<br />
Allí, concluida la cena, al amor <strong>de</strong>l fuego, con el rítmico e incansable croar <strong>de</strong><br />
las ranas junto al nahal Hermón, tendría lugar la primera <strong>de</strong> una serie <strong>de</strong><br />
conversaciones con el Hijo <strong>de</strong>l Hombre. Unas conversaciones íntimas. Sinceras.<br />
Reveladoras...<br />
Prácticamente, excepción hecha <strong>de</strong> la última semana, cada jornada, a la<br />
misma hora, como algo minuciosamente «programado», el Maestro habló,<br />
abriendo mentes y corazones. Y así, suavemente, nos fue preparando...<br />
No ha sido fácil. A pesar <strong>de</strong> los muchos apuntes y notas, tomados siempre tras<br />
las animadas tertulias y en el silencio <strong>de</strong> la tienda, algunas <strong>de</strong> sus i<strong>de</strong>as y<br />
palabras, muy probablemente, se perdieron. Pero ha quedado lo fundamental.<br />
Las claves...<br />
Y entiendo que <strong>de</strong>bo ser honesto. No todo lo que dijo pue<strong>de</strong> ser recogido aquí<br />
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