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Caballo de Troya 6 - IDU

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Sólo recuerdo que, sin po<strong>de</strong>r contenerme, rompí a llorar. Y me abracé a Él,<br />

con más fuerza si cabe...<br />

¡Al fin!<br />

-¡Querido amigo!... ¡Querido amigo!<br />

A continuación, al estrechar a Eliseo entre los musculosos brazos, siguió<br />

pronunciando la misma frase.<br />

-Yaqqir oheb!...<br />

¡Dios bendito!<br />

De un plumazo, <strong>de</strong> la forma más simple y natural, todos mis temores y recelos<br />

se extinguieron.<br />

¡Nos reconoció! ¿Nos reconoció?... No, fue mucho más que eso. Pero, ¿cómo<br />

pudo?, ¿cómo sabía?, ¿cómo era posible?...<br />

¡Pobre idiota! Nunca apren<strong>de</strong>ré...<br />

Nos contempló unos segundos y, acogiéndonos con una radiante e interminable<br />

sonrisa, exclamó:<br />

-¡Gracias!... ¡Gracias por vuestra <strong>de</strong>cisión y sacrificios!...<br />

Aquella sonrisa... ¡Era la misma!...<br />

-Sé que estáis aquí por la voluntad <strong>de</strong> mi Padre...<br />

Eliseo y yo, mudos, perplejos, con un nudo en el estómago, flotábamos en<br />

una nube. Aquello no era real. ¿Estaba soñando <strong>de</strong> nuevo? ¿Gracias por<br />

nuestra <strong>de</strong>cisión? Pero, ¿cómo podía saber?<br />

La respuesta aparecería «en un momento». Y lo haría <strong>de</strong>licadamente. Sin<br />

brusqueda<strong>de</strong>s. «Como lo más natural <strong>de</strong>l mundo» (!).<br />

-Como habrás visto, querido Jasón, el «hasta muy pronto» se ha cumplido...<br />

Y guiñando un ojo me electrizó.<br />

Claro que recordaba aquellas palabras. Pero, ¡Dios santo!, las pronunció en la<br />

mañana <strong>de</strong>l jueves, 18 <strong>de</strong> mayo... ¡<strong>de</strong>l año 30! Fue su <strong>de</strong>spedida en el monte<br />

<strong>de</strong> los Olivos...<br />

-Bien -concluyó, <strong>de</strong>spabilándonos-, prosigamos. Hay mucho por hacer...<br />

Creo que le seguimos como autómatas. Ni el ingeniero ni quien esto escribe<br />

fuimos capaces <strong>de</strong> pronunciar un «sí» o un «no». Sencillamente, parecíamos<br />

hipnotizados.<br />

Cargamos las provisiones y la tienda y marchamos tras Él...<br />

Y, <strong>de</strong> pronto, mal que bien, rememoré la reciente escena.<br />

¡Él estaba allí, frente a estos dormidos exploradores! Lo vi plácidamente,<br />

sentado, observándonos...<br />

¡Dios!<br />

¿Cuánto tiempo estuvo pendiente <strong>de</strong> nosotros?<br />

A los pocos pasos, mi hermano, emparejándose con este explorador, habló al<br />

fin. Y repitió mis propios pensamientos:<br />

-¿Cómo es posible?... ¡Nos ha reconocido!...<br />

Entonces, pillándonos <strong>de</strong> nuevo por sorpresa, el Maestro fue a <strong>de</strong>tenerse. Giró<br />

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