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fenicios gustaban bautizar a los ríos con los nombres <strong>de</strong> sus divinida<strong>de</strong>s. El<br />
menguado cauce, como tendríamos ocasión <strong>de</strong> verificar días más tar<strong>de</strong>, nacía<br />
en los ventisqueros <strong>de</strong>l Hermón. De ahí también su atributo: «cabalgador <strong>de</strong><br />
las nubes».<br />
El puente sobre el nabal era otra excelente referencia. Y calculé el tiempo<br />
invertido <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Bet Jenn. Si no me equivocaba, hacía unas dos horas que<br />
caminábamos. Distancia recorrida: unos tres kilómetros. Restaban, pues,<br />
otros dos, con un tiempo estimado <strong>de</strong> una hora, aproximadamente.<br />
Y me sentí feliz.<br />
Si todo discurría con normalidad, hacia el mediodía (hora «quinta») estaríamos<br />
en presencia <strong>de</strong>l Maestro...<br />
¿Con normalidad? ¡Pobre ingenuo!<br />
El Destino, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> alguna parte, <strong>de</strong>bió sonreír con benevolencia...<br />
Al otro lado <strong>de</strong>l nahal Hermón, al filo <strong>de</strong>l bosque, entre un atrevido y oloroso<br />
maquis formado por arbustos <strong>de</strong> menta, cisto, salvia amarilla y tomillo, se<br />
alzaba una novedad: cinco piedras cónicas, toscamente labradas, <strong>de</strong> metro y<br />
medio <strong>de</strong> altura, y perfectamente alineadas <strong>de</strong> este a oeste.<br />
Tiglat <strong>de</strong>smontó. Se aproximó reverencioso a la hilera <strong>de</strong> basalto negro y,<br />
durante unos minutos, permaneció en silencio, con la cabeza baja. Después,<br />
volviéndose, nos invitó a <strong>de</strong>scansar. A partir <strong>de</strong> allí, según sus palabras,<br />
empezaba lo más duro. El sen<strong>de</strong>rillo, paralelo a la margen <strong>de</strong>recha <strong>de</strong>l río,<br />
trepaba arduo y <strong>de</strong>sequilibrado, saltando <strong>de</strong> la cota «1 700» a la «2000» en<br />
cuestión <strong>de</strong> 1 500 metros. Poco antes <strong>de</strong> dicha cota «2000», a unos tres estadios<br />
(algo más <strong>de</strong> medio kilómetro), finalizaba el viaje. Para ser exactos, el <strong>de</strong><br />
Tiglat. Allí -explicó-, <strong>de</strong> acuerdo a lo convenido con el «extraño galileo»,<br />
<strong>de</strong>positaría las provisiones. Acto seguido regresaría.<br />
El muchacho <strong>de</strong>jó libre al onagro y, sentándose al pie <strong>de</strong> una <strong>de</strong> las rocas,<br />
abrió el zurrón que colgaba en bandolera. Extrajo pan y una oscura porción <strong>de</strong><br />
cecina <strong>de</strong> jabalí y se dispuso a dar buena cuenta <strong>de</strong>l refrigerio. Oí, atento, se<br />
plantó frente al dueño, aguardando su parte.<br />
Mi hermano, imitando al guía, buscó apoyo en la piedra contigua. Yo, por mi<br />
parte, intrigado, <strong>de</strong>diqué unos minutos a la exploración <strong>de</strong>l monumento sagrado.<br />
Porque ésa, en <strong>de</strong>finitiva, era la intencionalidad <strong>de</strong> las puntiagudas<br />
rocas. Tiglat, más tar<strong>de</strong>, lo confirmaría.<br />
Estábamos, efectivamente ante un asherat, una formación megalítica, muy<br />
frecuente en Fenicia y, sobre todo, en las montañas. Aunque nos encontrábamos<br />
en territorio <strong>de</strong> la Gaulanitis -es <strong>de</strong>cir, en Palestina-, estos centros <strong>de</strong><br />
culto pagano eran relativamente habituales. A veces, en lugar <strong>de</strong> piedra, los<br />
montañeses utilizaban altos y robustos troncos <strong>de</strong> cedro, bien en círculo o<br />
también en línea recta. Los judíos, en especial los amantes <strong>de</strong> la paz, hacían<br />
la vista gorda, ignorando tales construcciones. Yavé, en el Deuteronomio (16,<br />
21), era especialmente rígido con estos símbolos idolátricos.<br />
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