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Caballo de Troya 6 - IDU

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alto <strong>de</strong> los berosh. Los misteriosos e hipnotizadores ojos amarillo-limón, así<br />

como los casi humanos silbidos, formaban parte también <strong>de</strong> la agitada colonia<br />

<strong>de</strong> lechuzas, mochuelos, autillos y otros inofensivos y vigilantes policías <strong>de</strong> la<br />

espesura. Las singulares apariciones y <strong>de</strong>sapariciones <strong>de</strong> los dos pares <strong>de</strong><br />

ojos se hallaban igualmente justificadas. En realidad no tenían nada <strong>de</strong> extraño.<br />

Como se sabe, la lechuza común, la Tyto alba, a diferencia <strong>de</strong>l resto <strong>de</strong><br />

las aves, tiene los ojos en la zona frontal <strong>de</strong> la cabeza. Esta «anormalidad» le<br />

proporciona una visión binocular, relativamente semejante a la <strong>de</strong>l hombre,<br />

con la posibilidad <strong>de</strong> un cálculo casi exacto <strong>de</strong> las distancias. El campo <strong>de</strong><br />

visión, sin embargo, queda restringido a 110 grados. Para corregir el «<strong>de</strong>fecto»,<br />

la óah (lechuza), como otras especies, ha sido dotada por la sabia<br />

Naturaleza <strong>de</strong> un sistema que le permite girar la cabeza 270 grados. Ésta, ni<br />

más ni menos, era la explicación a la referida y supuesta «aniquilación» <strong>de</strong> los<br />

penetrantes ojos.<br />

Y algo más relajados nos pusimos nuevamente en camino.<br />

El instinto, previsor, me impulsó a mantener las «crótalos». No se equivocó...<br />

Al poco, en la distancia, frente a nosotros, escuchamos algo. Prestamos<br />

atención. ¿Bandidos?<br />

Era extraño. Muy raro... -¿Estás oyendo lo mismo que yo? Esperé unos segundos<br />

y asentí, confirmando la impresión <strong>de</strong> Eliseo. -Pero...<br />

En efecto, el sonido que llegaba por la espesura era absurdo. Imposible en<br />

aquel «ahora»...<br />

-Sí -me a<strong>de</strong>lanté-, son carcajadas..., y «tirolesas». ¿Tirolesas? ¿El típico y<br />

tradicional canto <strong>de</strong> los campesinos suizos y austriacos? ¿Aquí, en la alta<br />

Galilea y en el año 25?<br />

-¡Dios santo! -clamó mi compañero <strong>de</strong>smoralizado-. ¡Estamos perdiendo el<br />

juicio!<br />

No supe qué <strong>de</strong>cir. Las carcajadas y el famoso jo<strong>de</strong>l tirolés seguían acercándose.<br />

¿Qué nos ocurría?<br />

Y por un instante tomé muy en serio las exclamaciones <strong>de</strong>l asustado ingeniero.<br />

¿Alucinábamos? ¿Éramos víctimas <strong>de</strong>l mal provocado por la inversión <strong>de</strong><br />

masa?<br />

Pero no. «Aquello» no era una alucinación audititva. «Aquello» era real.<br />

Instintivamente nos hicimos a un lado <strong>de</strong>l sen<strong>de</strong>rillo, ocultándonos entre los<br />

cipreses. ¡Increíble!<br />

Aunque sin <strong>de</strong>masiado acierto, los entrecortados «cánticos» pasaban <strong>de</strong> los<br />

sonidos <strong>de</strong> pecho a los agudos, y al revés. Y entre uno y otro, colmando la<br />

confusión, unas discretas carcajadas...<br />

-Jasón, ¿ves algo?<br />

Segundos <strong>de</strong>spués llegaría la respuesta.<br />

-¡No pue<strong>de</strong> ser...!<br />

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