You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
también al otro lado <strong>de</strong>l nahal Hermón, una pequeña e igualmente <strong>de</strong>sconocida<br />
al<strong>de</strong>a: Huda.<br />
Pasaría un tiempo antes <strong>de</strong> que pudiéramos visitar la mítica Dan o «tierra<br />
gran<strong>de</strong>», conocida <strong>de</strong>s<strong>de</strong> antiguo como Lais. También aquella rica y pacífica<br />
población sería escenario <strong>de</strong> la vida pública <strong>de</strong> Jesús. En realidad, como creo<br />
haber mencionado, todo aquel paisaje, salvaje y floreciente, lo recorrería en<br />
su momento el inquieto e infatigable Hijo <strong>de</strong>l Hombre. Unos viajes difíciles <strong>de</strong><br />
olvidar...<br />
¡El Hijo <strong>de</strong>l Hombre!<br />
Y mis ojos buscaron el Hermón, ahora blanco, azul y ver<strong>de</strong>.<br />
Ya estábamos cerca. Muy cerca...<br />
Consultamos el sol. En cuestión <strong>de</strong> tres horas -hacia las seis- oscurecería.<br />
Convenía proce<strong>de</strong>r con rapi<strong>de</strong>z. Lo previsto en el plan era intentar pernoctar<br />
en Bet Jenn. Pero antes, obviamente, temamos que localizarla.<br />
Y arrancamos.<br />
Puente «13». La ruta saltó sobre el nabal «Sion», un rebel<strong>de</strong> y escandaloso<br />
afluente <strong>de</strong>l río Hermón, Cota «197» y subiendo.<br />
Tres kilómetros y medio más allá avistamos el puente y el nabal «14», otro<br />
tributario <strong>de</strong>l Hermón -el «Saar»-, tan impetuoso e impaciente como el anterior.<br />
Cota 300 y subiendo.<br />
El miliario <strong>de</strong> turno avisó: Paneas a una milla romana.<br />
Nueva consulta al implacable sol. Hora «décima» (alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> las cuatro).<br />
El vergel, <strong>de</strong> pronto, flaqueó. Las continuas ondulaciones <strong>de</strong>l terreno lo hacían<br />
inviable.<br />
Decidimos preguntar. Según los mapas <strong>de</strong> «Santa Claus», la mo<strong>de</strong>sta Bet<br />
Jenn se escondía en algún punto al oriente <strong>de</strong> Paneas. Quizá a dos o tres<br />
kilómetros. No más. Penetrar en Cesárea <strong>de</strong> Filipo no entraba en nuestros<br />
cálculos. No en aquellos momentos. No lo veíamos necesario. Probablemente<br />
existía algún atajo que, ro<strong>de</strong>ando la ciudad, nos llevase al objetivo primordial.<br />
Los felah, solícitos, confirmaron la información <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>nador central. Poco<br />
más a<strong>de</strong>lante, por la <strong>de</strong>recha, arrancaba un nathiv, un sen<strong>de</strong>ro «pisado o<br />
batido».<br />
Siguiendo dicho camino, a cosa <strong>de</strong> seis estadios (unos 1 200 metros),<br />
<strong>de</strong>sembocaríamos en la importante calcada <strong>de</strong> Damasco, la que llegaba <strong>de</strong>l<br />
este. Pues bien, según nuestros informantes, todo era cuestión <strong>de</strong> cruzar la<br />
calzada. Allí mismo, al parecer, el mencionado nathiv proseguía en soledad<br />
hacia la mismísima Bet Jenn. ¿Distancia <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el cruce con la carretera <strong>de</strong><br />
Damasco hasta la al<strong>de</strong>a?, unas cuatro millas romanas (casi cinco kilómetros).<br />
Algo más <strong>de</strong> lo previsto.<br />
Y una advertencia. Mejor dicho, dos: en el referido nacimiento <strong>de</strong>l sen<strong>de</strong>rillo<br />
<strong>de</strong> cabras encontraríamos una patrulla romana. La senda que ahora se-<br />
193