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Caballo de Troya 6 - IDU

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veía venir la también concurrida ruta proce<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> Damasco. Hacía un alto<br />

en Paneas y, acto seguido, tenaz y voluntariosa, burlaba el nahal Dan, el Senir<br />

y el lyyon, perdiéndose entre colinas y bosques, en dirección a la marítima<br />

Tiro.<br />

El joven sol, sin querer, alertó a la fauna <strong>de</strong> los pantanos. Y varias nubes <strong>de</strong><br />

aves acuáticas, blancas y escandalosas, escaparon <strong>de</strong> la «jungla», <strong>de</strong>sconcertando<br />

al paisaje. Era el primer cambio <strong>de</strong> guardia en las lagunas.<br />

Mi hermano señaló el Hermón e, intranquilo, planteó la gran pregunta:<br />

-Eso es inmenso... ¿Cómo lo encontraremos?<br />

No era mucho lo que teníamos, pero intenté calmarle.<br />

-Confía, muchacho... Daremos con Él.<br />

En realidad sólo disponíamos <strong>de</strong> dos pistas: una al<strong>de</strong>a ubicada, al parecer, en<br />

los pies <strong>de</strong>l gigante y el nombre <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> sus vecinos.<br />

Supongo que fue inevitable...<br />

Al inspeccionar <strong>de</strong> nuevo el silencioso Gebel-esh-Sheikh, una vieja duda me<br />

salió al paso.<br />

El Hermón no era únicamente la cima plateada por la nieve. En esos sesenta<br />

kilómetros se apretaban otras cumbres: Kahal, Ram, Kramim, Varda y<br />

Hermonit, entre otras.<br />

¿A cuál <strong>de</strong> ellas se refería mi confi<strong>de</strong>nte?<br />

En principio, si no recordaba mal, el jefe <strong>de</strong> los Zebe<strong>de</strong>o fue muy preciso: el<br />

Maestro, en aquel verano <strong>de</strong>l año 25, fue a refugiarse en la «montaña <strong>de</strong><br />

cabellos blancos». Eso, probablemente, significaba el gran Hermón.<br />

Pero también podía estar equivocado...<br />

Atormentarse no tenía sentido. Al menos allí, a una o dos jornadas <strong>de</strong>l gigante.<br />

Primero convenía localizar Bet Jenn, la pequeña población en la que, según mi<br />

informante, Jesús <strong>de</strong> Nazaret contrató los servicios <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> sus habitantes.<br />

Después, ya veríamos...<br />

Descendimos y procuré espantar los temores, refugiándome en la obligada<br />

toma <strong>de</strong> referencias geográficas, vitales, como ya he mencionado, para futuras<br />

incursiones por la zona.<br />

Por el oeste, como un faro blanco, aupada en riscos <strong>de</strong> caliza, perseguida muy<br />

<strong>de</strong> cerca por el bosque, creía i<strong>de</strong>ntificar la religiosa y ortodoxa Safed.<br />

Más al norte, a una hora <strong>de</strong> camino <strong>de</strong> la célebre ciudad <strong>de</strong> los rabinos,<br />

<strong>de</strong>spuntaba negro y afilado el Meroth, un pico <strong>de</strong> 1 208 metros, enlutado <strong>de</strong><br />

pies a cabeza por el olivar. En algún punto <strong>de</strong> aquella montaña se escondían<br />

las tumbas <strong>de</strong>l insigne Hillel, <strong>de</strong> sus treinta y seis alumnos, <strong>de</strong>l contrincante<br />

<strong>de</strong>l «Babilonio», Sammay, y <strong>de</strong> la esposa <strong>de</strong> éste.<br />

Quién sabe -me dije a mí mismo-. Quizá algún día pueda visitarlas y rendir un<br />

particular homenaje el ídolo <strong>de</strong> Sitio...<br />

Y, tal y como imaginaba, mis <strong>de</strong>seos se verían satisfechos..., «en su mo-<br />

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