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<strong>de</strong>startalados, más lúgubres, si cabe, que las posadas públicas, sin muebles y<br />
con unas condiciones higiénicas prácticamente nulas. En los kanes terminaban<br />
refugiándose, amén <strong>de</strong> lisiados, enfermos crónicos, ancianos o niños<br />
<strong>de</strong>samparados, la flor y nata <strong>de</strong> la picaresca, <strong>de</strong> los huidos <strong>de</strong> la justicia y <strong>de</strong>l<br />
bandolerismo. Unos lugares, en efecto, muy poco recomendables. El Génesis<br />
[42, 27] los menciona y también Jeremías [41, 17].)<br />
Allí, en <strong>de</strong>finitiva, creció «Denario», al amparo <strong>de</strong>l gobernante <strong>de</strong>l kan, un tal<br />
Assi, «auxiliador» <strong>de</strong> gran bondad y notable reputación como médico o sanador.<br />
Al escuchar a Sitio, la memoria se agitó.<br />
¿Assi?<br />
Indagué y, efectivamente, surgió limpio y transparente el recuerdo <strong>de</strong> otro<br />
viejo conocido. Alguien con quien coincidiría en el año 30, en la casa <strong>de</strong> los<br />
Zebe<strong>de</strong>o, en Saidan.<br />
¡Increíble Destino!<br />
Assi, con seguridad, era el esenio que cuidaba al patriarca <strong>de</strong> los Zebe<strong>de</strong>o<br />
cuando este explorador alivió al anciano <strong>de</strong> un pequeño problema en uno <strong>de</strong><br />
los oídos.<br />
No podía creerlo...<br />
El egipcio, <strong>de</strong>stacado, al parecer, por la comunidad <strong>de</strong> Qumran a la lejana<br />
Gaulanitis, se hallaba, justamente, muy cerca <strong>de</strong>l camino que nos conduciría<br />
en las siguientes jornadas hasta la base <strong>de</strong>l Hermón.<br />
¿Casualidad?<br />
Lo certero <strong>de</strong> mis insinuaciones pusieron en guardia a la intuitiva «mujer». No<br />
le faltaba razón. ¿Cómo era posible que aquel griego, supuestamente <strong>de</strong> paso,<br />
conociera al «auxiliador» <strong>de</strong>l lago Hule?<br />
Esquivé el asunto, centrándome <strong>de</strong> nuevo en el pelirrojo.<br />
El niño, tal y como suponía, era sordo <strong>de</strong> nacimiento y, en consecuencia,<br />
mudo. Nadie, obviamente, sabía la causa. Sencillamente, nació así. Y gracias<br />
a los cuidados <strong>de</strong> Assi pudo salir a<strong>de</strong>lante, librándose, en parte, <strong>de</strong> la maldición<br />
que suponía en aquel tiempo una patología <strong>de</strong> esta naturaleza.<br />
«Denario» -así lo llamaríamos entre nosotros-, a juzgar por las informaciones<br />
proporcionadas por Sitio, era un muchacho «especial». A pesar <strong>de</strong> su terrible<br />
limitación disfrutaba <strong>de</strong> una inteligencia sobresaliente. Se le veía con frecuencia<br />
por la ruta, robando a caravanas y caminantes y entregando el fruto<br />
<strong>de</strong> las rapiñas a su padre adoptivo. Éste, por lo visto, no se hallaba al tanto <strong>de</strong><br />
las andanzas <strong>de</strong>l jovencito.<br />
Naturalmente, me hice el firme propósito <strong>de</strong> ingresar en el kan e intentar<br />
ubicar a ambos. A la mañana siguiente, si todo discurría con normalidad,<br />
pasaríamos muy cerca <strong>de</strong>l lugar. Lo que no imaginé en esos instantes fue la<br />
trascen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> dicha visita...<br />
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