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-¡Lo ha hecho!... ¡Lo ha hecho!<br />
Sin querer, la posa<strong>de</strong>ra y quien esto escribe cruzamos una mirada. Y, <strong>de</strong>cidida,<br />
se inmiscuyó, preguntando la razón <strong>de</strong> semejante alarma.<br />
Tuvo más suerte que yo. Al punto, Eliseo, <strong>de</strong>rrotado, le manifestó que el niño<br />
que nos acompañaba había <strong>de</strong>saparecido.<br />
¿Otra vez?<br />
Mi hermano <strong>de</strong>talló la estéril búsqueda en el exterior. Consultó, incluso, a los<br />
pequeños que se bañaban en el río. Negativo. Ninguno le dio razón. Tampoco<br />
pudo localizarlo entre los ven<strong>de</strong>dores. Recorrió parte <strong>de</strong> la senda que llevaba<br />
al norte, pero resultó igualmente infructuoso. Y asustado y perplejo optó por<br />
regresar.<br />
Sitio, fría y racional, se interesó por las características <strong>de</strong>l <strong>de</strong>saparecido.<br />
Me a<strong>de</strong>lanté, dibujando el perfil y agregando «algo» que mantenía en secreto.<br />
Y el Destino, atento, intervino...<br />
La alusión a la posible dolencia <strong>de</strong>l ladronzuelo fue <strong>de</strong>terminante.<br />
-Pelirrojo..., mudo...<br />
La anfitriona meditó unos segundos. Y, segura, exclamó:<br />
-Ése sólo pue<strong>de</strong> ser el hijo <strong>de</strong> Assi...<br />
Eliseo, confuso, no daba crédito a lo que escuchaba. Ni a las palabras <strong>de</strong> Sitio,<br />
ni a las mías.<br />
-¿Mudo?... ¿«Denario» es mudo?<br />
-Sordo -maticé-. Casi con seguridad, sordo... Y ya ves que tiene familia. No<br />
<strong>de</strong>bemos preocuparnos. Es lógico que haya vuelto con los suyos.<br />
El ingeniero, verda<strong>de</strong>ramente, le había tomado cariño.<br />
Tuvo que esforzarse para aceptar la realidad. Finalmente, más sosegado, al<br />
amor <strong>de</strong> la suculenta sopa <strong>de</strong> verduras, prosiguió el interrogatorio. Sitio,<br />
solícita, comprendiendo la <strong>de</strong>sazón <strong>de</strong> mi compañero, le dio toda clase <strong>de</strong><br />
<strong>de</strong>talles. Al parecer, conocía bien a los naturales <strong>de</strong> la zona.<br />
Así fue como nos enteramos <strong>de</strong>l oscuro origen <strong>de</strong>l niño, <strong>de</strong> su lugar <strong>de</strong> resi<strong>de</strong>ncia<br />
y <strong>de</strong> la persona que lo cuidaba.<br />
Según la posa<strong>de</strong>ra, «Denario», cuyo nombre era «Examinado», cargaba con<br />
una doble <strong>de</strong>sgracia. A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> sordomudo era mamzer (bastardo). La<br />
madre, una fenicia <strong>de</strong> Sidón <strong>de</strong>dicada a la prostitución, lo parió en la ciudad <strong>de</strong><br />
Paneas, don<strong>de</strong> trabajaba. Días más tar<strong>de</strong> lo entregó en un kan existente al sur<br />
<strong>de</strong>l lago Hule. (El kan era una antiquísima institución que se ocupaba <strong>de</strong><br />
acoger a todos aquellos -judíos o gentiles- que carecían <strong>de</strong> medios para sobrevivir.<br />
En ocasiones eran utilizados también como albergues <strong>de</strong> paso.<br />
Generalmente consistían en casonas o chozas, estratégicamente ubicadas,<br />
siempre abiertas, y a cargo <strong>de</strong> no judíos que se responsabilizaban <strong>de</strong>l alojamiento,<br />
comida y cuidado <strong>de</strong> resi<strong>de</strong>ntes o transeúntes. El sostenimiento<br />
corría por cuenta <strong>de</strong> los tetrarcas, <strong>de</strong> ricos saduceos o <strong>de</strong> almas caritativas. En<br />
ocasiones, los «clientes» aportaban lo que buenamente podían. Eran lugares<br />
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