Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
hambriento.<br />
¿Y Eliseo? ¿Por qué no regresaba?<br />
«¿Quién es honrado?... Aquel que honra a otros.»<br />
«Anillo <strong>de</strong> oro en jeta <strong>de</strong> puerco es la bella mujer sin seso.»<br />
«Ve con los sabios y te harás sabio. Al que a necios se acerca le llega la<br />
<strong>de</strong>sdicha.»<br />
Sitio procedió a preparar la mesa. Me observó <strong>de</strong> reojo, pero no dijo nada.<br />
Ambos, creo, estábamos <strong>de</strong> acuerdo: la lectura era más importante.<br />
«Don<strong>de</strong> no hay hombres, esfuérzate por serlo.»<br />
«Cuanta más carne, más gusanos. Cuanta más riqueza, más preocupaciones.<br />
Cuantas más mujeres, más sortilegios. Cuantas más criadas, más incontinencia.<br />
Cuantos más esclavos, más robo. Cuanto más estudio <strong>de</strong> la Ley, más<br />
vida. Cuanta más escuela, más sabiduría. Cuanto más consejo, más inteligencia.<br />
Cuanta más justicia, más paz.»<br />
La patrona había subrayado «mujeres» y «sortilegios». Normal en su «caso»...<br />
«El contenido es más importante que el recipiente.»<br />
«Todo te ha sido dado como préstamo y una red se extien<strong>de</strong> sobre ti.»<br />
«No juzgues en solitario. Como mucho, júzgate a ti mismo.»<br />
Creí reconocer en algunas <strong>de</strong> las sentencias los ecos <strong>de</strong>l libro <strong>de</strong> los Proverbios<br />
y <strong>de</strong>l Eclesiastés. Pero, ¿cómo podía ser? Sitio, supuestamente, era pagana.<br />
«Es mejor el pacífico que el fuerte. El que domina su espíritu que el que<br />
conquista una ciudad.»<br />
«No <strong>de</strong>sprecies a nadie, ni rechaces ninguna cosa como imposible, porque no<br />
hay hombre que no tenga su honra, ni cosa que no tenga su lugar.»<br />
«Sé humildísimo, ya que lo que te espera es la muerte.»<br />
En la inminente y provi<strong>de</strong>ncial cena, la «mujer» nos aclararía el porqué <strong>de</strong> la<br />
singular «<strong>de</strong>coración». Y reconozco que, tanto mi compañero como yo, tuvimos<br />
que inclinarnos ante su poco común y, al mismo tiempo, ardiente <strong>de</strong>seo.<br />
Y surgiría otra interesante «sorpresa». Mejor dicho, varias «sorpresas»...<br />
«Todo aquel que profana en secreto el nombre <strong>de</strong> Dios será públicamente<br />
castigado.»<br />
«Que tu amor no <strong>de</strong>penda <strong>de</strong> las cosas, ni <strong>de</strong> lo que tienes, sino <strong>de</strong> lo que<br />
eres.»<br />
No hubo tiempo para más. De pronto, por el arco, irrumpió Eliseo. Le salí al<br />
encuentro. Y, furioso, exclamó:<br />
-¡Lo ha hecho otra vez!<br />
Intenté calmarlo. Su rostro aparecía sudoroso.<br />
-¿Lo ha hecho? Pero, ¿qué?..., ¿quién?<br />
Sitio, al <strong>de</strong>positar en la mesa una humeante olla <strong>de</strong> barro, nos miró intrigada.<br />
Mi hermano, visiblemente agotado, fue a tomar asiento y, moviendo la cabeza<br />
negativamente, repitió una y otra vez:<br />
158