You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
estaba siendo apaleado.<br />
En efecto, sólo Dios sabe por qué, estos exploradores fueron a tropezar <strong>de</strong><br />
nuevo con el inevitable «Denario»...<br />
Palpé los pequeños hinchazones <strong>de</strong> líquido seroalbuminoso y, como suponía,<br />
el dolor reactivó al inconsciente ladronzuelo, <strong>de</strong>spabilándolo.<br />
Abrió los atractivos ojos ver<strong>de</strong>s y, confuso, nos miró <strong>de</strong> hito en hito.<br />
Imaginé que, una vez más, trataría <strong>de</strong> escapar. Me equivoqué.<br />
Al reparar en Eliseo, súbitamente, sin mediar palabra, se lanzó hacia él,<br />
abrazándose con fuerza al pecho <strong>de</strong>l explorador. Y ante la sorpresa general se<br />
<strong>de</strong>shizo en un amargo y ruidoso llanto.<br />
Mi hermano me miró. Le sonreí y me encogí <strong>de</strong> hombros. Y tierno, gratamente<br />
sorprendido, muy <strong>de</strong>spacio, dudando, fue a ro<strong>de</strong>arlo con sus po<strong>de</strong>rosos<br />
brazos, correspondiendo al entrañable gesto <strong>de</strong> la criatura.<br />
Por lo que pu<strong>de</strong> apreciar, el jovencito sólo presentaba contusiones <strong>de</strong> primer<br />
grado. Nada <strong>de</strong> importancia.<br />
Al observar la recuperación <strong>de</strong>l atropellado, los inmóviles ven<strong>de</strong>dores se<br />
agitaron nerviosos.<br />
Me alcé y, dispuesto a actuar <strong>de</strong> inmediato, me interpuse entre los dos bandos.<br />
No fue necesario. Los galileos, temerosos, retrocedieron hasta los ten<strong>de</strong>retes.<br />
Y a una señal, sin pérdida <strong>de</strong> tiempo, mi compañero cargó sobre los hombros<br />
a «Denario». De momento convenía poner tierra <strong>de</strong> por medio...<br />
Y así fue.<br />
El gigante, reconfortado ante el insospechado final, reaccionó con idéntica<br />
diligencia, restableciendo el or<strong>de</strong>n en la caravana y reemprendiendo la<br />
marcha sin <strong>de</strong>mora.<br />
Al per<strong>de</strong>r <strong>de</strong> vista el cruce nos <strong>de</strong>tuvimos. El niño había cesado en su llanto y,<br />
dócil y complacido, continuó sobre los hombros <strong>de</strong> mi amigo.<br />
Por pru<strong>de</strong>ncia preferí esperar la reata, uniéndonos a los negros <strong>de</strong> las túnicas<br />
granates. El viaje, en compañía, resultaba más agradable y seguro.<br />
El conductor y jefe, más calmado, nos acogió con los brazos abiertos, bendiciendo<br />
la hora en la que aquellos griegos se cruzaron en su camino.<br />
Y el individuo amenizó la marcha, contándonos su azarosa existencia. Así<br />
supimos que se llamaba Azzam, que en árabe significa «buen hombre». Era,<br />
en efecto, un beduino, nacido en el <strong>de</strong>sierto <strong>de</strong>l Neguev, al sur <strong>de</strong> Israel.<br />
Durante los años <strong>de</strong> su juventud fue un gazou, un bravo guerrero, siempre<br />
empeñado en razzias o refriegas con otras tribus. Un día lo <strong>de</strong>jó todo y se<br />
<strong>de</strong>dicó al tráfico <strong>de</strong> esclavos. Vivió en Egipto y Nubia. Finalmente formó una<br />
compañía, especializándose en la elaboración y venta <strong>de</strong>l «vino <strong>de</strong> enebro».<br />
Éste, justamente, era el cargamento que transportaba a lomos <strong>de</strong> los singulares<br />
jumentos nubios, una especie hoy <strong>de</strong>saparecida.<br />
Su intención era llegar a Damasco y ven<strong>de</strong>r allí la preciada carga.<br />
Dos horas más tar<strong>de</strong>, frente a la piedra miliar que advertía <strong>de</strong> la siguiente<br />
145