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Caballo de Troya 6 - IDU

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parásito <strong>de</strong> la encina, un insecto <strong>de</strong>nominado precisamente «púrpura». Pero<br />

la escasez <strong>de</strong>l mismo, y lo laborioso <strong>de</strong>l proceso, convertían dicha púrpura<br />

«<strong>de</strong>scafeinada» en un producto más caro, incluso, que la genuina.<br />

De los puertos <strong>de</strong> Tiro, Biblos, etc., llegaban también a esta «arteria» infinidad<br />

<strong>de</strong> convoyes o comerciantes solitarios, cargando un producto que nos<br />

maravilló: toda clase <strong>de</strong> esculturas -ídolos, animales y bellísimas representaciones<br />

<strong>de</strong> ciuda<strong>de</strong>s en miniatura- talladas en marfil, previamente<br />

adquirido en Asia, África y en las remotas costas <strong>de</strong> la Europa septentrional.<br />

Los había <strong>de</strong> elefante y <strong>de</strong> morsa.<br />

De estos talleres fenicios partía igualmente la más nutrida y artística colección<br />

<strong>de</strong> vasijas <strong>de</strong> oro, plata y bronce que se pueda imaginar. Con una <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za<br />

exquisita, los laboriosos alfareros <strong>de</strong> Sidón consiguieron vidriar la arcilla,<br />

obteniendo jarrones, platos y diminutos frascos <strong>de</strong> perfume que nada tenían<br />

que envidiar al vidrio auténtico.<br />

También la lejana Cartago formaba parte <strong>de</strong> esta intrincada red comercial,<br />

ofreciendo, sobre todo, «algo» que se puso <strong>de</strong> moda entre las amas <strong>de</strong> casa<br />

<strong>de</strong> la región: huevos <strong>de</strong> avestruz, previamente vaciados, y <strong>de</strong>corados con<br />

vivos colores. Algunos alcanzaban precios exorbitantes. Los judíos ortodoxos,<br />

sin embargo, los rechazaban, calificando a los compradores <strong>de</strong> idólatras. Y no<br />

fueron pocas las peleas y disputas que se suscitaron a raíz <strong>de</strong> esta «novedad».<br />

(Como se recordará, Yavé prohibía la representación <strong>de</strong> imágenes.)<br />

Por esta concurrida vía entraban, asimismo, los más sorpren<strong>de</strong>ntes productos:<br />

alcachofas, garum y pescado en salmuera <strong>de</strong> Iberia; armas, brazaletes y<br />

collares <strong>de</strong> Cirene; carne en adobo <strong>de</strong> la Galia; miel y queso <strong>de</strong> Sicilia; gansos<br />

<strong>de</strong> Bélgica; minerales <strong>de</strong> Germania, Gran Bretaña, Italia y África; lino y trigo<br />

<strong>de</strong> Egipto; vino <strong>de</strong> las campiñas griegas, chipriotas e italianas; marisco <strong>de</strong><br />

Córcega; cítricos <strong>de</strong> Numidia y, naturalmente, la producción <strong>de</strong> la propia<br />

Gaulanitis (papiro, cañas y aves <strong>de</strong> las lagunas <strong>de</strong>l Hule, la apreciada carne <strong>de</strong><br />

vacuno <strong>de</strong> sus siempre ver<strong>de</strong>s pastos norteños, trigo, cebada, miel, flores y<br />

pescado, entre otras especialida<strong>de</strong>s). Mercados <strong>de</strong>l este y <strong>de</strong>l sur.<br />

Si lo ya mencionado resultaba a todas luces abrumador, lo que viajaba <strong>de</strong> las<br />

misteriosas China e India y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Arabia, mar Rojo, Nubia, etc., no le iba a la<br />

zaga.<br />

Cuando las vistosas caravanas <strong>de</strong>sembocaban al fin en el alto Jordán, bien por<br />

la ruta <strong>de</strong> Damasco o por el sur <strong>de</strong>l yam, la congestión provocaba innumerables<br />

y endiablados atascos, ora divertidos, ora trágicos, con los consiguientes<br />

altercados, confusiones, peleas y abusos <strong>de</strong> todo tipo. Éste, insisto,<br />

era el paisaje habitual que contempló el Maestro y cuantos le acompañamos<br />

en sus frecuentes idas y venidas por la Gaulanitis.<br />

Proce<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> la anciana y mítica senda <strong>de</strong> la seda, hindúes y orientales, <strong>de</strong><br />

mil pelajes y condición, atravesaban Israel ofreciendo primorosas alfombras,<br />

pimienta, nardo, algodón, caballos, finísimos instrumentos musicales, rosas<br />

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