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que también pueden ser punto de partida otras<br />

disciplinas, que van de la filosofía hasta el cine. “Para mí<br />

–apunta Pacheco– la carrera de curaduría sólo genera<br />

buenos operadores culturales capaces de colgar una<br />

muestra, pero de ahí a la curaduría hay un largo camino”.<br />

Es que para Pacheco la curaduría no tiene que ver con<br />

la idea de conocimiento como búsqueda de la verdad o<br />

con un absoluto, sino como un lugar de preguntas. La<br />

curaduría no está relacionada con una sola disciplina,<br />

sino que es un cruce de disciplinas, vinculado con un<br />

formato narrativo (la exposición) que se produce en el<br />

campo de la práctica.<br />

Los especialistas coinciden: en nuestro país se<br />

confunde curaduría, montaje y colgada de obras.<br />

“Justamente como el curador se transformó en la<br />

figura más importante, con más poder, más reconocida<br />

y mejor paga, muchos se travistieron en curadores”,<br />

señala Pacheco, quien confiesa que normalmente en<br />

Buenos Aires. se ven malas exposiciones: no hay un<br />

desarrollo curatorial interesante. “Cada vez que se<br />

inaugura una exposición o se cuelgan dos obras, en<br />

la invitación aparece alguien como curador: todo está<br />

cada vez más enfermo”, sostiene.<br />

¿No es tan válida la mirada, la selección y el criterio<br />

del propio artista como lo es la del escritor con sus<br />

producciones, por dar un ejemplo? ¿Siempre es<br />

necesario un curador? Pacheco afirma que cuando<br />

un artista está exponiendo su propia obra no necesita<br />

un curador: “Sería absurdo, a lo sumo llamás a un<br />

iluminador. Pero artistas y curadores han sido cómplices<br />

en generar esta dependencia: los artistas llaman a los<br />

curadores porque les viene bien, y éstos hacen clin caja<br />

y ponen lo que encontraron en el taller”.<br />

Si se trata de la muestra del propio artista, Battistozzi<br />

reconoce que no es necesario un curador, aunque<br />

considera que siempre es importante que el artista<br />

tenga un interlocutor para hacer una buena selección y<br />

tomar distancia de su obra. “Hay muestras en las que<br />

los artistas han hecho pedazos su propia obra porque<br />

no pueden desprenderse de nada”, dice.<br />

Curadores y artistas: ¿cabeza a cabeza?<br />

Para los especialistas consultados, la figura del curador<br />

no compite con la del artista. Seleccionar obras o artistas,<br />

y articularlos en una construcción narrativa, ya sea en<br />

muestras históricas, monográficas o retrospectivas,<br />

siempre ha sido tarea de los curadores. Requiere, sin<br />

duda, un conocimiento profundo para reunir e hilvanar<br />

obras impensadas. La curaduría –explican– es una<br />

tarea vinculada a la edición y a la narración. Una puesta<br />

en circulación de sentido edificada con un ejercicio<br />

de preguntas: “Tiene que ver con ir interrogando y<br />

generando respuestas, y sobre las propias respuestas<br />

volver a preguntar. Siempre yendo en relación con la<br />

producción artística que se está curando: eso permite<br />

elaborar la hipótesis alrededor del tema que se está<br />

trabajando”, dice Pacheco, quien busca dejar puntos<br />

suspensivos para que el espectador pueda deslizarse a<br />

través de las obras, y desatar otras lecturas. “No se trata<br />

de colgar cuadros ni de elegir un tema o un artista o de<br />

hacer una investigación al estilo universitario”. Es una<br />

posible interpretación que no obtura otras potenciales<br />

lecturas. “Las obras pueden vincularse en una dirección<br />

o en otra porque el arte es polisémico”, dice Battistozzi,<br />

y destaca “la necesidad de que los curadores trabajen<br />

en diálogo con los artistas para que la construcción de<br />

sentido no sea un invento o una ficción”.<br />

Braga Menéndez admira a los curadores con<br />

producción propia, y reconoce que, en su caso, piensa<br />

la muestra a partir de la obra terminada como un<br />

ejercicio de talento sobre el talento ajeno, apuntando<br />

a potenciar la subjetividad pura del artista: “Si no<br />

hay alguien interesante del otro lado, no me interesa<br />

hacer nada. Pero lo cierto es que muchos curadores<br />

terminan completando las obras de los artistas, en una<br />

dirección que consiste en volver traducible, no a las<br />

masas sino a los grandes capitales, un concepto de un<br />

protoenunciado filosófico”. Además, “la curaduría que<br />

generaron las instituciones, desde los años cincuenta<br />

hasta hoy es apriorística. Hay muchos curadores que<br />

sienten que tienen una excelente idea, pero en general<br />

son ideas publicitarias o pretendidamente profundas<br />

(nombran lo complejo en una constelación de palabras<br />

que no llega a constituir un enunciado). La pretensión<br />

de polisemia que implica poner estas palabras sueltas<br />

en el espacio, y que el artista las cargue de sentido, crea<br />

un universo muy burdo, de esnobismo y perversión:<br />

transforma al artista en mero ilustrador”.<br />

Producción de Textos | Cátedra A - Prof. Alonso | Facultad de Bellas Artes | UNLP<br />

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