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de original, bello, noble, armónico, y sus verosímiles<br />
temáticos o iconográficos. El arte, según Benjamin, 6<br />
con la reproducción técnica perdió su aura (presencia<br />
de una ausencia, el aquí y ahora), y su valor cultural.<br />
La obra de arte única e irrepetible creció en Occidente<br />
junto a valores que correspondieron, como lo bello<br />
armónico; como cierto repertorio iconográfico ante el<br />
espejo donde sólo las Venus posaron (eso habilita otra<br />
lectura, sobre la que no me extenderé en este recorrido,<br />
pero se nos plantea la relación Venus-Narciso, desnudo<br />
femenino-masculino, y las sustituciones posteriores<br />
del autor de la corporeidad femenina por la masculina,<br />
aludiendo a la homosexualidad).<br />
La modernidad produjo el primer quiebre de estos<br />
axiomas. Y el arte contemporáneo, en una operación<br />
irreverente disolvió las oposiciones; original/copia,<br />
auténtico/kitsch, sublime/banal, bello/feo, invirtiendo<br />
en algunos casos aquellos rasgos de fondo o<br />
latentes. La parodia extendida del arte es una marca<br />
contemporánea, actualizada en este fin de milenio, y en<br />
particular de la cultura latinoamericana, dentro de una<br />
dialéctica centro-periferia.<br />
“En el siglo XX, con mayores posibilidades para la<br />
heterodoxia, la parodia surge con gran brío, pero ya<br />
asumida, es decir como sistema procesal, y, por lo<br />
mismo, como tributo pagado a la modernidad…. No es<br />
de extrañar entonces que, por la vía de la vanguardia<br />
en América Latina, cuya relación con las europeas es<br />
notoria, la parodia rebrote casi desligada de su propia<br />
historia local. Sin embargo, tenemos interés en que la<br />
historia, como fundamento, no desaparezca totalmente<br />
y provea de cierta explicación” 7<br />
Parodia y kitsch, también grotesco. La parodia, o el<br />
gesto paródico, tiene como fundamento productivo la<br />
imitación o transformación intertextual. Partiendo del<br />
acto imitativo, de un elemento textual, el Narciso, llega<br />
a otra parte, en este caso supone una decisión.<br />
“Disfraza” y “desenmascara” verosímiles (respecto del<br />
arte), suspende un modo de lectura. La frecuentación<br />
del kitsch forma parte de este gesto operatorio, de esta<br />
decisión. “Haciéndose kitsch el arte halaga el desorden<br />
que reina en el gusto del observador…” 8<br />
Representación – copia – simulación (de materiales,<br />
de texturas, en este caso) simulación como un nuevo<br />
verosímil, destinada a lo reconocible, a una elaboración<br />
de artificios del objeto remitido a su semiosis, ya no<br />
para verificar su existencia, sino para establecer una<br />
cadena de renvíos a partir de las huellas percibidas<br />
en la superficie textual. De esta manera se lee las<br />
apelaciones al universo kitsch (tanto en simulación,<br />
copia, como mal gusto) y las exageraciones grotescas<br />
como gesto paralelo a las asignaciones de valores<br />
asentadas en lo social. Hombre-objeto: encuentro con<br />
el kitsch (“el arte de la felicidad” de los “infelices”, la<br />
cosidad, el artificio). Cuando se convoca elementos<br />
o valoraciones kitsch se establece ese otro nivel de<br />
connotación: lo grotesco. El humor desencadenado no<br />
es necesariamente comicidad plena, es también burla,<br />
bajo el ápice del dolor o la tragedia. La habilitación<br />
grotesca se establece tanto en el plano de la expresión:<br />
caricaturización del rostro, <strong>color</strong>, vellosidad, es decir<br />
la afirmación de lo orgánico (en el mundo grotesco<br />
el cuerpo se representa por sus partes pudendas,<br />
inarmónicas, exceso de realismo, que aquí lleva a la<br />
simulación más kitsch), como en la estructura actancial:<br />
el hombre solo frente al espejo (mira permanentemente<br />
su rostro reproducido). Como en el grotesco de<br />
Pirandello o Discépolo, el héroe grotesco sólo<br />
encuentra en el espejo el lugar para recomponerse, y<br />
al mirarse no se halla, sólo encuentra su máscara. El<br />
espectador, para ver el rostro de Narciso, debe situarse<br />
detrás de él, la imagen que recibe es aquella más su<br />
doble. Extrañamiento. Liisa Roberts 9 comenta en el<br />
catálogo de la muestra de Suárez en la Bienal de Sao<br />
Paulo que “las historias que el autor pinta no sólo<br />
representan sino que crean la vida diaria de sus vecinos<br />
de Mataderos. El espíritu de los trabajadores yace en<br />
el humor, siendo éste el que incide en la realidad… El<br />
único modo que resta de ser uno mismo es a través de<br />
la representación: verse a uno mismo a través de una<br />
oposición de la expresión del deseo o la pérdida del<br />
mismo… Narciso remite a los modelos eróticos de su<br />
infancia, a las pinturas grotescas de Mataderos, pero<br />
también aluden a la progresiva alienación que sufre el<br />
hombre consigo mismo bajo regímenes represivos del<br />
gobierno. El hombre se mira al espejo y ve un rostro<br />
exagerado”. Allí también apunta el gesto creador,<br />
poniendo en juego la búsqueda del deseo, del cual<br />
Narciso es prisionero, del cual el arte también lo es, del<br />
cual el hombre alienado no puede salir, más que con el<br />
6.Benjamín, W., “La obra de arte en la época de su reproducción técnica”,<br />
en Discursos interrumpidos I, Buenos Aires, Taurus, 1992.<br />
7.Jitrik, N., Rehabilitación de la parodia, p.291 l.h., Fac. F. y L. UBA,<br />
1994.<br />
8.Lyotard, J. F. La posmodernidad explicada a los niños, Madrid, Gedisa,<br />
1987, p. 15.<br />
9.Roberts, Liisa, Catálogo Argentina XXI, Bienal de Sao Paulo, 1994<br />
s/p.<br />
10.Baudrillard, J., El crimen perfecto, Barcelona, Anagrama, 1996, pp.<br />
11.<br />
Producción de Textos | Cátedra A - Prof. Alonso | Facultad de Bellas Artes | UNLP<br />
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