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Material de Trabajo<br />

TP nº 2<br />

La permanencia del gesto<br />

María de los Ángeles de Rueda<br />

Mención Especial del Jurado<br />

María de los Ángles de Rueda es profesora y licenciada<br />

en Historia de las artes plásticas, Facultad de Bellas<br />

Artes, Universidad Nacional de La Plata. Ha completado<br />

los estudios de Magister en Teoría y estética del<br />

arte, y está realizando el doctorado en historia en la<br />

Universidad Nacional de La Plata.<br />

Se desempeña como profesora titular de Historia de los<br />

medios de comunicación y del arte contemporáneo, en<br />

la Facultad de Bellas Artes, de la Universidad Nacional<br />

de La Plata.<br />

Investigadora en arte, medios e historia.<br />

Ha recibido menciones: Premio Feinsilber, FIAAR y<br />

Fundación Klemm.<br />

Directora del Instituto de Historia del Arte Argentino y<br />

Americano de la FBA, UNLP.<br />

Frente al dominio de la imagen en sus diferentes modos<br />

de manifestarse, como un todo, a la vez que como una<br />

multiplicidad de fragmentos, es difícil situar la reflexión<br />

sobre el lugar de las artes visuales o su destino<br />

inmediato. Aun más extraño es pensar un para qué, si<br />

al proponerlo nos remitimos a la finalidad sin fin de arte,<br />

como al proceso de autonomía del campo artístico con<br />

relación al espacio social, manifestación emergente de<br />

la modernidad.<br />

Multiplicidad de medios, técnicas, soportes: irrupción<br />

y arrebato de las nuevas formas. Las imágenes de<br />

imponen provocando diferentes miradas, estableciendo<br />

una nueva imagen. ¿Y la obra de arte? Es evidente que<br />

aquello que en la historia de las sociedades ocupo el<br />

ámbito de lo artístico, del objeto artístico y su red de<br />

relaciones y sentidos, hoy está desmaterializado por<br />

una parte, o atraviesa un camino ambiguo como para<br />

definirlo, limitarlo, capturarlo.<br />

“Como riadas hacia e arte, las muertes del arte se<br />

suceden tras siglo, pero no se parecen. Hoy todo<br />

parece indicar que la última en fecha sea la más seria<br />

de esas escenas originarias. El historiador del arte sabe<br />

muy bien que el antiarte de nuestro siglo no fue una<br />

melancolía como tras, sino una decisión metódica,<br />

argumentada, inspirada. Los dadaístas, que hicieron<br />

del suicidio del arte su especialidad artística, actuaron<br />

deliberadamente, al fijarse en su condición primera: la<br />

operación material, la cosa misma, sea por medio del<br />

objeto indiferente, el ready made, sea por medio del<br />

azar erigido en principio, el happening.<br />

El Fénix, por primera vez, se desdice, escenifica<br />

su propia muerte y, en un nuevo alarde de artistería,<br />

convierte en obra su renuncia a la obra, cuasi objeto,<br />

pero, de exposición”. 1<br />

Nos queda así, una vaga sensación del objeto artístico,<br />

nos queda un resto: el proceso de la idea, sumergidos<br />

en la exhibición, se nos impone la ampliación de<br />

la experiencia artística a la experiencia estética<br />

de lo cotidiano. La creación como residuo de una<br />

cultura hipermediada. Una superficie de operaciones<br />

conceptuales simula la inmediatez de lo que fue en<br />

algún momento una pintura, un gesto de ruptura. Las<br />

artes definitivamente dejaron de ser un punto de llegada<br />

para convertirse desde hace tiempo en un torbellino<br />

de sentidos que dispara a la mirada que imprimimos<br />

sobre ese algo llamado obra, y que conecta todo un<br />

andamiaje de remisiones a la historia.<br />

Las artes visuales en este fin de milenio ejercitan<br />

en forma permanente la citación de paradigmas<br />

claves del arte, como la concomitancia a lenguajes o<br />

soportes. Géneros altos y bajos entran en un cruce<br />

de posibilidades productivas generando un juego<br />

tanto desacralizante como sacralizado, que impone la<br />

permanencia de valores como la suspensión, y entonces<br />

emerge la necesidad de formas plurales, de mensajes<br />

plurales. La ironía se torna en formula enunciativa de<br />

la época, como renacimiento de la subjetividad frente<br />

a la disolución de sujeto, frente al estallido mediático<br />

de lo real. El humor se instala, en un espacio, primero<br />

marginal, ahora neutralizado por el exceso intencional.<br />

Los para qué de las imágenes pueden ser muchos,<br />

los para qué de las expresiones artísticas también,<br />

tantos cuanto miradas existan sobre el tópico.<br />

Indiscutiblemente nos ceñimos a uno: lo humano,<br />

lo eternamente humano frente a un Apocalipsis<br />

resignificado en la globalización virtual. Ambigüedad<br />

entre el arte y lo real, entre la virtualidad y su<br />

génesis ilusionista. La máquina lo puede, la inflación<br />

informativa también. Residuos como estética. La<br />

imagen de alta definición poco tiene que ver con un<br />

1.Debray, R., Vida y muerte de la imagen, Paidós, Buenos Aires, 1994,<br />

p.204.<br />

Producción de Textos | Cátedra A - Prof. Alonso | Facultad de Bellas Artes | UNLP<br />

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