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parte se pega sobre la tapa interior de los cartones de<br />
la encuadernación y la otra sobre la superficie de las<br />
guardas blancas.<br />
• Las páginas de cortesía: son las primeras páginas de<br />
un libro, que se dejan en blanco. Se llaman así porque<br />
sirven para escribir una dedicatoria manuscrita, o bien<br />
el nombre o el sello del propietario del libro. Las librerías<br />
también las utilizan para consignar el precio del ejemplar<br />
o poner la etiqueta del negocio.<br />
• La anteportada: es la hoja que antecede a la portada,<br />
y en la que sólo se pone el título de la obra.<br />
• La portada: también se llama portada interior o página<br />
de título. Es la página en la que figuran el título completo<br />
del libro, el nombre del autor o autores, y el lugar y año<br />
de la impresión, la editorial y su logotipo.<br />
• La contraportada: también se llama página legal o de<br />
derechos. Es el reverso de la portada, donde se anotan<br />
(de ahí su nombre) los derechos de la obra: el número de<br />
la edición y el año, número de reimpresión, el nombre del<br />
traductor (si originalmente fue escrita en otro idioma), el<br />
año en que se reservaron los derechos, representados<br />
por el signo © (copyright), el lugar de impresión, la<br />
casa editorial, el International Standard Book Number<br />
(número internacional normalizador de libros) conocido<br />
como ISBN, etc.<br />
• El cuerpo principal: está formado por la mayor parte de<br />
las páginas que integran un libro. Es el espacio reservado<br />
al texto por excelencia, si bien lo puede compartir con<br />
otros elementos paratextuales, por ejemplo prólogos,<br />
opiniones sobre la obra, glosarios, etc.<br />
• El colofón: es la última página del libro, en la que<br />
se detallan determinados datos de edición, como el<br />
nombre y el domicilio de la imprenta, el lugar en que fue<br />
editado, el año, la tirada, el tipo de papel utilizado, etc.<br />
Existen otras partes de libro que no aparecen<br />
en todos los casos, pero las que se consignaron<br />
anteriormente son las más frecuentes. A partir de<br />
esta breve descripción resultará más fácil localizar los<br />
distintos para<strong>textos</strong>.<br />
Los para<strong>textos</strong> y su función<br />
Desde un punto de vista etimológico,<br />
paratexto significa “lo que rodea o acompaña al texto”<br />
(para = junto, al lado de). En la mayoría de los casos<br />
los para<strong>textos</strong> son el primer contacto del lector con el<br />
libro, y de acuerdo a esto funcionan como una suerte<br />
de instructivo o de guía para la lectura; por ejemplo,<br />
permiten anticipar el tipo de texto al que vamos a<br />
acceder (científico, literario, administrativo), el nivel de<br />
lectores al que está dirigido, etc. Si bien nuestro interés<br />
está orientado a los para<strong>textos</strong> que encontramos en los<br />
libros, otros formatos como diarios, revistas, folletos,<br />
etc. también utilizan múltiples y diferentes para<strong>textos</strong>,<br />
como son los índices, volantas, títulos, copetes,<br />
infografías, interrelacionados con los modos de lectura<br />
aplicables para cada uno de ellos.<br />
El término paratexto debe su existencia<br />
a Gérard Genette, quien observó que “el texto<br />
rara vez se presenta desnudo, sin el refuerzo y el<br />
acompañamiento de un cierto número de producciones,<br />
verbales o no, como el nombre del autor, un título, un<br />
prefacio, ilustraciones, que no sabemos si debemos<br />
considerarlas o no pertenecientes al texto, pero que en<br />
todo caso lo rodean y lo prolongan precisamente por<br />
presentarlo, en el sentido habitual de la palabra, pero<br />
también en su sentido más fuerte: por darle presencia,<br />
por asegurar su existencia en el mundo, su “recepción”<br />
y su consumación, bajo la forma (al menos en nuestro<br />
tiempo) de un libro. Este acompañamiento, de amplitud<br />
y de conducta variables, constituye lo que he bautizado,<br />
conforme al sentido a veces ambiguo de ese prefijo en<br />
francés, el paratexto de la obra”.<br />
Para Maite Alvarado, “todo proceso de<br />
comprensión textual implica llevar a cabo una serie<br />
de operaciones cognitivas de distinta complejidad:<br />
anticipación del tema del texto y de la función textual<br />
(informar, apelar al destinatario, obligarlo a algo,<br />
contactar, etc.), búsqueda en la memoria y selección de<br />
la información que tiene el lector y que se relaciona con<br />
la que supone que le va a aportar el texto, puesta en<br />
relación de ambos tipos de informaciones (la del lector<br />
y la del texto). Los elementos paratextuales orientan y<br />
ayudan al lector en las distintas operaciones; es por esto<br />
que quien se enfrenta a un texto no parte de cero, sino<br />
de una primera representación semántica, una hipótesis,<br />
que luego se irá reformulando durante la lectura”. A pesar<br />
de esta importancia capital, Alvarado advierte que “los<br />
lectores poco competentes, es decir que desconocen<br />
las estrategias que deben desplegar para desentrañar<br />
el sentido de un mensaje, por ejemplo el de un libro,<br />
es muy común que no registren el paratexto o que no<br />
sepan cómo decodificarlo. Lo marginal o periférico de<br />
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